La polarización y la realidad

Un eje de análisis que se ha puesto de moda es señalar que las opiniones en el país están polarizadas, y ponerse por encima de la polarización

Un eje de análisis que se ha puesto de moda es señalar que las opiniones en el país están polarizadas, y ponerse por encima de la polarización.

La polarización existe desde luego, pero no explica las opiniones que se vierten en el debate público o que difunden los medios. Hay un eje de análisis más útil que el de la polarización: el de la coincidencia de las opiniones con la realidad.

Cuando alguien dice que la economía decrecerá 8 o 10 por ciento este año, no está opinando polarizadamente contra el gobierno por el mal estado de la economía, está describiendo el mal estado de la economía.

Lo mismo si dice que la economía ya venía mal desde antes de la pandemia, que la crisis será una fábrica de nuevos pobres y que los programas sociales del gobierno serán insuficientes para ellos.

En ninguno de estos casos se está emitiendo una opinión polarizada contra los malos resultados económicos y sociales del gobierno, se está describiendo los malos resultados.

A la inversa, cuando alguien dice que la pandemia agravó todo y que el gobierno no es responsable de ella, no está expresando una opinión polarizada a favor del gobierno, está describiendo una realidad. Y así en muchísimas cosas:

Cuando alguien dice que la violencia sigue alta y que el gobierno falló en su promesa de contenerla desde el primer día, no está polarizando su opinión en contra del gobierno, está diciendo una verdad.

Igual que cuando alguien dice que el Presidente conserva altas aprobaciones de las encuestas: no está opinando polarizadamente a favor del Presidente, está describiendo un hecho.

La coincidencia o no de las opiniones con la realidad es una vara de medir más precisa que la vara de la polarización. Porque, aunque el imperio de las fake news y los “otros datos” se extienda como una plaga por el mundo, sigue siendo preciso y verdadero el dicho famoso:

Todos tenemos derecho a nuestras propias opiniones, pero no a nuestros propios hechos.

Por último, quien registra la existencia de la polarización sin reconocer en el Presidente al primer polarizador de la República, se salta un pedazo clave de la realidad.