LA TOUR DE ARGENT, O EL BUEN COMER.

Agarré mi directorio de restaurantes, siempre procuro viajar armado de fuentes de información

La Tour de Argent es el restaurante más antiguo de París y se trata de toda una institución. Sabía que se localiza en Quai de la Tournelle, casi enfrente de  la catedral  de Notre Dame y como en mis primeras visitas a Paris caminaba por toda la ciudad, en varias ocasiones trate de localizarlo sin éxito.

Agarré mi directorio de restaurantes, siempre procuro viajar armado de fuentes de información,  llamé desde mi hotel y me explicaron que el restaurante estaba en el último piso del edificio, que la reserva era obligatoria, que debía llegar puntual y que igualmente era obligatorio saco y corbata.  Hay noticias de que aquí llegaba a comer Enrique IV hace la friolera de 500 años. Creo que ya no son tan estrictos con la corbata.

De manera que a la hora pactada  me presenté y en la planta baja nos recibió una recepcionista con un gran libro donde checó nuestra reservación,  y un empleado nos llevó al elevador que nos subió al restaurante y al llegar nos recibió un capitán que nos mostró las mesas desocupadas, con amplio ventanal al Sena y a la Catedral, preguntándonos que cual  mesa nos agradaba más.

Pedí la carta de vinos y me llevaron  un enorme directorio de no menos de 10 centímetros de grueso con toda clase de vinos. Entre los tintos franceses ordené un Cotes de Rhone, realmente de bajo precio, que el capitán me dijo que había hecho una excelente selección. Es fama que el ejército francés cuando pasa frente a los viñedos de Cotes de Rhone presentan armas a las viñas. Son pues, excelentes vinos.

No recuerdo que pidieron mi esposa y mi hijo en esta primera visita, pero yo pedí el clásico plato de Pato al Orange, que venía en dos presentaciones, y al pedir consejo al capitán, este me dijo que si lo deseaba me lo podían servir  en dos medias porciones, lo que acepté. Al final  me dieron una tarjeta que conservo, que menciona que mi plato fue el número tal de los patos al orange servidos en ese restaurante.

En aquellos años, más de 40,  comía mucho pan, y en un platito de porcelana con una servilletita de encaje me sirvieron un bollito pequeño, que pensé  insuficiente, pero con la plática familiar no me daba cuenta  de cada vez que me ponían un nuevo bollito, que nunca  me faltó.

Realmente un servicio y una comida excelente. Me dieron un folleto del restaurante, en el que mencionan la posibilidad de tomar  un tour por la cava del establecimiento, que debe ser enorme.

Todo París es un templo de la gastronomía, Especial mención  a la Maisón de Alsace   en los Campos Elíseos y Au Pied de Cochón por la iglesia de San Eustaquio.

Otros restaurantes que recuerdo es el Gran Hotel de Estocolmo, en el que estuvimos hospedados y en donde se entregan premios Nóbel, el Slavianca Bazar, el más antiguo de Moscú y también de reserva obligatoria, el Península de Hong Kong y en Madrid  me es obligado ir al “Ñeru”, comida asturiana, en calle Bordadores a media cuadra de la Plaza Mayor.

Acaba de fallecer lamentablemente un magnate banquero de España, y su hija dijo que “siendo una familia millonaria, su padre había fallecido sofocado, necesitando y buscando aire, que es gratis. El dinero se quedó en casa”, terminó. Y esa es una lección. Mientras podamos, hay que viajar,  y disfrutar el buen beber y el buen comer, que al final de cuentas , es lo único ue nos llevamos.