Lecciones de Bolivia: contradicciones, ideología e información

Lecciones de Bolivia: contradicciones, ideología e información

La modernidad es implacable en sucesos y expansiva en interpretaciones. En pocos días suceden demasiadas cosas y circulan informes donde la moneda de cambio es el oportunismo que hunde la verdad. El siglo XXI, cuyo signo es la información virtual y la globalización de la cultura, exhibe fenómenos políticos que encierran agudas lecciones.

Por ejemplo, la cantidad de reportes contradictorios sobre Bolivia llama poderosamente la atención. Veamos: si hubo o no Golpe de Estado (noviembre 12); si hubo o no ‘autogolpe’ y fraude electoral por parte de Evo Morales, ahora asilado en México (noviembre 14); si hubo o no espías argentinos adversarios de Luis Almagro, uruguayo secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), en la misión de observación electoral que resultó pantalla democrática (octubre 20); si la OEA elaboró su informe de anomalías electorales con el beneplácito de EEUU (Trump se declaró encantado), o si se trata de una defensa de la democracia latinoamericana (octubre 22); si el ejército boliviano hizo bien en sugerir la renuncia del Presidente Evo (noviembre 11), o con su petición provocó una ruptura del orden constitucional.

Más: si México hizo bien o mal al movilizarse y recibir a Evo y otros funcionarios del depuesto gobierno boliviano (noviembre 10); si la presidenta interina (antes senadora) Jeanine Áñez, tiene legitimidad o no, pues representa al 5% de la población que fue a las urnas; si las elecciones presidenciales en Bolivia se mancharon por tropelías de la oposición o trampas de Evo; si era ético que Evo contendiera por un cuarto mandato presidencial en 2019, o si el referéndum ciudadano de 2017 que perdió por un punto porcentual (51.5 contra  48.5) era la despedida del mejor Presidente que ha tenido Bolivia.

Con tres mandatos en sus espaldas, Evo interpuso una controversia en el tribunal constitucional de Bolivia, que le dio la razón “por un derecho humano que le asiste”, según jurisprudencia de Tratados Internacionales. Con ese argumento legal (para eludir el referéndum adverso) y esa interpretación (‘gobernar es derecho humano’), cualquiera podría perpetuarse.    

Las contradicciones podrían seguir. Bolivia es grueso signo de interrogación en el mapa geopolítico.          

LAS DOS ACERAS

En las contradicciones informativas, sorprende el tono objetivo que adquiere el argumento ideológico. Derecha e izquierda de la mano, en fiesta de desinformación. Ojo: lo hacen con argumentos verosímiles y referencias a los hechos (que deben verificarse). La lectura sin versiones a triangular, es receta para el autoengaño. Los medios saturan la ‘logosfera virtual’ (como la calificó Jean Baudrillard), con un efecto nocivo: verdad y mentira son intercambiables.

Es situación confusa que, cada vez más, se repite en la opinión pública. Laberinto a espigar, contradicciones a resolver, mientras en Bolivia se da un giro de facto a la derecha, con declaraciones racistas en un país mayoritariamente indígena hasta 2001 (62%) y con una extraña disminución en 2012 (41%) cuando el censo de población omitió la palabra ‘mestizo’ en las opciones de respuesta. 21 por ciento de la población ‘desapareció’ de la identidad indígena (o con mezcla racial) en un país que reconoce 36 grupos étnicos. Bolivia tiene 10 millones de habitantes y futuro incierto, dado el golpe derechista al proyecto más exitoso de la izquierda gobernante en Latinoamérica.

Datos: la pobreza disminuyó al 50% en 14 años, el crecimiento económico fue de 4.6% promedio de 2007 a 2017, la década prodigiosa de Evo y el partido MAS (Movimiento al Socialismo), que no terminó de institucionalizarse. Además, el relevo de liderazgo no apareció. Evo sufrió la falta de cuadros. Suele ocurrirle a la izquierda.   

¿Qué significó para Bolivia Juan Evo Morales Ayma, indígena Aymara que llegó a la Presidencia el 22 de enero de 2006? Juzgue el lector por el siguiente dato: hasta 1952, según la ley boliviana “ningún indígena podía poner un pie en la plaza central del país”. El racismo inmemorial levanta el vuelo, con el asilo de Evo en México y la cacería de brujas contra sus seguidores en puestos clave del gobierno. Sin focos mediáticos, hay un desmantelamiento del gobierno de izquierda sindicalista que encabezó Evo, mientras se preparan nuevas elecciones en 90 días. La presidenta interina que juró sin quórum constitucional, Jeanine Áñez, lanza arengas discriminatorias mientras el ejército patrulla las calles. Curioso: antes no protegieron la casa de Evo, saqueada y quemada. 

POSTDATA

La estrategia ‘golpe siglo XXI’: intervencionismo suave que consistió en a) desacreditar el proceso electoral vía OEA, con el secretario Almagro que adelantó críticas tres días, sin que otros miembros validaran datos; 2) la traición de la policía y el ejército boliviano al presidente constitucional que terminaba mandato en 2020; 3) la oposición que prendió fuego a casillas y alegó “elección sin garantías”, pirómano que se queja del incendio. Hay que aprender de Bolivia, pero ¿qué?