La costa este de los actuales Estados Unidos fue inicialmente explorada y colonizada  eventualmente por españoles a principios del siglo XVI. 100 años después en 1607 llegaron  disidentes ingleses y fundaron el fuerte de Jamestown en las cercanías de lo que fue el poblado  de San Miguel de Guadalupe, fundando la primera colonia llamada Virginia,  en honor a la Reina Isabel I que se dice murió virgen.

Veinte años después llegaron los fundamentalistas que fundaron Boston que se dedicaron a emitir leyes para sancionar pecados, en tanto que en Virginia  emitían normas para  desarrollar el  comercio, la industrialización

apoyándose en la esclavitud de negros importados.

Al llegar 1776 habían 13 prósperas colonias costeras , que contaban con 9 universidades con todos los adelantos científicos y tecnológicos de la época , industrias, fábricas de armamentos , astilleros navales y activo comercio internacional, en tanto que en  el inmenso territorio de la Nueva España, de Alaska a Costa Rica, se dormía la siesta con solamente dos universidades, en la ciudad de México y Guadalajara,  y únicamente para derecho y teología.

La producción solo para el autoconsumo, y solo se podía comprar a España. La educación  encomendada a la iglesia, no existía. Benito Juárez  primero tuvo que aprender  latín y después  el castellano.

En este panorama surge el sentimiento de independencia y en el Congreso de Virginia se emita la  memorable Declaración de Virginia  el 12 de junio de 1776, la primera carta moderna de Derechos Humanos que a diferencia de la Bill of Rights inglesa declara que todos los seres nacen iguales y libres  y el poder reside en el pueblo.

Esta Declaración es adoptada  en el Congreso de las 13 colonias celebrado en el llamado Salón de la Independencia  en Pensilvania, en donde el 2 de julio de 1776 se acuerda el rompimiento con Inglaterra  y la formulación de una Acta, que se discute y finalmente se firma el 4 de julio,  fecha de la independencia norteamericana: “Declaración Unánime de los Trece  Estados Unidos de América.”

En la misma costa llamada Nueva Inglaterra, 14 años después  se uniría Vermont, (del francés monte verde) y posteriormente Maine,  (de Main, provincia francesa). En 1787 se promulga la Constitución  de únicamente 7 artículos intocados hasta la fecha a los que se han agregado 27 enmiendas.

España regala a Francia el inmenso territorio de la Luisiana, más de 2,100 kilómetros cuadrados,   que Napoleón  vende a Estados Unidos en 1804 en  15 millones de dólares, lo que permite a la naciente nación expandirse hasta el centro del continente.

El Barón de Humboldt  entrega al Presidente Jefferson en 1804 planos e información completa de México  lo que permite al norteamericano proyectar en un plano a la desembocadura del Bravo su futura frontera con México, desde esa temprana fecha.

El nefasto Luis de Onis, embajador de España, firma en 1818 límites con Estados Unidos reducidos a la Alta California, regalando el inmenso territorio del Oregón y permitiendo la salida al Pacífico al ya coloso del norte, que después nos invadiría para robarnos más de la mitad del territorio que nos quedaba, en una guerra de despojo.

Y la terrible contradicción de aquello de que <todos los hombres nacen iguales y libres> conviviendo durante más de 150 años con una criminal esclavitud de gente “de color” y un sentimiento racista, clasista y discriminatorio a todos aquellos que no sean de raza anglosajona,  que subsiste hasta la fecha.