Para todos los maestros y maestras (II)

Si yo volviera a elegir, elegiría ser maestro. Volvería a trabajar en comunidades

Escribí en la primera entrega de esta colaboración: Si yo volviera a elegir, elegiría ser maestro. Volvería a trabajar en comunidades. Ahora prosigo:

YO ESTOY Y ESTARÉ

Siempre con los maestros. Así, en conjunto con todos ellos. Cada uno con sus luces y sombras. En conjunto forman parte de un ejército de trabajadores de la educación cuya labor es enseñar lo que es la vida y lo que significa nuestra presencia en el universo; instruir con conocimientos teóricos y prácticos para el desarrollo de habilidades, transmitir humanidad, y con ella imágenes de lo que fuimos y visión de futuro. Sé que muchos de los adultos no están conformes con los resultados de la escuela pública, y pueden tener parte de razón en situaciones específicas. Solo que a veces de manera perversa se le quiere echar la culpa a la escuela de los males de la sociedad, como si el alumno no tuviera una familia responsable que educa, y una sociedad que influye de manera determinante en la formación de modelos y estereotipos, y un Estado que determina contenidos y gobiernos que son permisivos con los poderosos medios de comunicación con contenidos banales, publicidad engañosa y de entretenimiento bobo.

LAS TARDES O FINES DE SEMANA

No son lecho de rosas para los maestros. Dedican parte de sus descansos para preparar sus planeaciones semanales, y rellenar formatos de una carga administrativa que cada vez parece mayor y a propósito. Lo curioso es que ante los acontecimientos recientes de represión, aparecen opiniones mezquinas en las redes sociales, que buscan acallar la libertad de expresión y de manifestación de los docentes en este caso, pero en general de todos los gremios y grupos que reclaman y protestan. Y de manera grotesca dicen: es que no trabajan, flojos, sinvergüenzas, quieren ganar mucho. Y lamentablemente con sus opiniones serviles, son esclavos que defienden a quienes usufructúan las instituciones. Pero ya lo dije, así se ganan tristemente para su comida.

LOS SINDICATOS TIENEN SU RAZÓN DE SER

Sin duda alguna. Quisieran que nos lanzáramos en opinión contra ellos. Y no. No en mi caso. Forman parte de la historia de la defensa de las clases marginadas. Forman parte de las instituciones que fueron creadas para defender las injusticias de los patrones, de los capataces. Son producto de una larga lucha histórica, lucha necesaria, para fijar límites en la relación obrero patronal. Que muchos de esos sindicatos son los llamados "blancos", es otra cosa; porque fueron creados para contener a los trabajadores, para poder controlarlos en sus legítimas aspiraciones de justicia laboral. Pero otros cumplen una función leal de defensa de sus agremiados. Y en caso de que los trabajadores no estén conforme con la participación de sus dirigentes, tienen la opción de proyectar en elecciones mejores cuadros sindicales.

ES NECESARIO QUE LOS MAESTROS

Conduzcan su enojo, frustración e impotencia, hacia las nuevas elecciones en sus sindicatos, y entre los varios candidatos y candidatas, voten a favor de quienes tienen trayectoria de lucha. Y para eso hay que informarse muy bien. No todos son iguales. Y cada uno tiene su propia historia personal. Decir que los sindicatos no sirven y pugnar por su desaparición,  es algo fuera de lugar. Es gracias a los sindicatos, no solo de los maestros, sino de los trabajadores en general, que se tienen mejores prestaciones sociales. Que hay que seguir luchando hay que seguirlo haciendo, de manera valiente y decidida, solo que de manera inteligente y con astucia. ¿Que me van a descontar si acudo a los mítines? Claro, y no hay de otra. Lo otro es quedarse cruzado de brazos, callando, siempre callando.

CUANDO YO TENÍA QUINCE AÑOS

Y empecé mis clases en la escuela Normal, una maestra nos preguntó en la primera clase: "¿Levanten la mano quienes quieren ser millonarios de más grandes?". Algunos seis u ocho de los compañeros, en el grupo amontonado de sesenta y tres que como sardinas estábamos dentro del aula de la Normal Mainero, de Matamoros, levantaron la mano.  Los demás nos mirábamos extrañados ante la pregunta, como si tuviera una respuesta obvia. "Pues cámbiense de carrera. La profesión de maestro de escuela no hace rico a nadie".