Fertilizantes mexicanos, una batalla por el campo y la comida

Antes de la llegada del modelo impuesto por Carlos Salinas y la llamada tecnocracia

Antes de la llegada del modelo impuesto por Carlos Salinas y la llamada tecnocracia, México era un productor importante de fertilizantes, indispensables en la producción de alimentos. El gobierno era dueño de Fertimex, empresa que tenía 64 plantas regadas por todo el país. 

Con Salinas de Gortari inició la era privatizadora y Fertimex dejó de ser un activo valioso para el Estado, que garantizaba la independencia alimentaria nacional. Un vil despojo a la nación comenzó entonces.

Se decretó su privatización en 1992. La empresa fue fragmentada en 13 unidades productoras de agroquímicos bajo la razón social de Agro nitrogenados.

Salinas decidió vendérsela a Alonso Ancira, dueño de Altos Hornos de México en 317 millones de dólares, cuando su valor de mercado era mucho más alto. Los bienes nacionales a manos particulares.

De un plumazo México perdió liderazgo en la producción de fertilizantes y se convirtió en importador neto. Agro nitrogenados, con el paso de los años, quedó convertida en chatarra. 

Estuvo 14 años parada, en desuso, el 60 por ciento de su infraestructura estaba inservible. Eso no importó a Ancira a la hora de hacer negocios con esos fierros viejos en el gobierno de Peña Nieto. 

ANCIRA Y LOZOYA

La historia ya es conocida. Se la vendió a Pemex en más de 200 millones de dólares a su valor real. Una verdadera estafa al Estado con la complicidad, entre otros, de Ancira y Emilio Lozoya. 

Los dos fueron a la cárcel al descubrirse ese fraude. El dueño de Altos Hornos salió bajo caución con el compromiso, que hasta ahora ha cumplido, de devolver en cuatro abonos de 50 millones de dólares, el dinero a Pemex. 

Lozoya permanece en prisión por este caso y el de Odebrecht. Su defensa presentó una propuesta económica para resarcir el daño y librar la cárcel, por este expediente, que el presidente Andrés Manuel López Obrador, consideró insuficiente. Y ni modo, seguirá en el reclusorio.

Uno de los retos de la 4T, era recuperar la producción de agroquímicos para ayudar a los productores con este insumo. Esa fue una de las encomiendas que le dio el presidente al director de Pemex, Octavio Romero Oropeza. 

En la mañanera del miércoles pasado, rindió buenas cuentas el titular de la petrolera.   

El dinero que ha devuelto Ancira ha servido para reparar las plantas, que ya no operan bajo el nombre de Agro nitrogenados, sino ahora se denominan Proagroindustria y Grupo Fertinal.  

EN RECUPERACIÓN

Después de permanecer 21 años parada, Proagroindustria, establecida en Coatzacoalcos, Veracruz, ya está produciendo fertilizantes. La planta ha producido, en lo que va del sexenio, 676 mil toneladas, que se han entregado gratuitamente a productores beneficiarios del programa de fertilizantes del Gobierno de México. 

Se rehabilitaron las plantas para incrementar la producción y contribuir, de ese modo, a la autosuficiencia alimentaria de México.

El programa de entrega de fertilizantes a pequeños productores arrancó en 2019 en Guerrero. En 2020 se extendió a Puebla, Tlaxcala y Morelos. En 2022 se sumaron Hidalgo, Chiapas, Durango, Nayarit y Zacatecas. Se estima que en este año se entregará en las 32 entidades federativas del país.

Pemex produce el 61 por ciento del fertilizante que el gobierno federal obsequia a productores mexicanos. La meta es alcanzar la cifra de 70 por ciento en el 2023 y cerrar la presente administración al cien por ciento en 2024.  

Romero Oropeza presentó un panorama completo de lo que se está haciendo para convertirnos en autosuficientes en la producción de fertilizantes, los plazos y las acciones que se pondrán en marcha para alcanzar este objetivo. 

No ha sido una tarea fácil rescatar la producción nacional de fertilizantes, abandonada por tres décadas, como lo estuvo el campo y los productores agropecuarios, con el cuento chino de que con el libre comercio les iba a ir mejor.  

Este es otro ejemplo de que cuando el dinero público se invierte bien, pensando en el bien común, el beneficio llega directamente a quienes les tiene que llegar. No se queda como antaño, en los bolsillos de funcionarios y líderes campesinos. Habrá que vigilar esta política no se pierda y sí que continúe. Es por nuestra seguridad alimentaria.