¡No! A la guerra, el mundo quiere paz…

¡No! A la guerra, el mundo quiere paz…

Muchas veces suceden cosas que la verdad se tornan difíciles de entender.

Desde finales de 2019 y más claramente a inicios de 2020, el mundo entero empezó a padecer lo que hasta hoy ha sido una pandemia devastadora, que no ha respetado ni el lugar más recóndito del planeta, con los resultados mortales ya conocidos por la pesadilla del Covid.

Cuantas cosas se han dado a raíz del surgimiento del virus mortal, que han puesto a prueba a la ciencia, en particular a los gobiernos, autoridades sanitarias y a la sociedad en general.

Una pandemia que ha causado estragos a las economías de la mayoría de los países, generando hasta el cansancio del personal de salud de todo el mundo cuando ven que el enemigo no cede terreno y día a día sigue amenazando a la humanidad sin saber hasta cuándo terminará el calvario.

Y a ese panorama que sigue latente, viene a sumársele algo que no se puede comprender, por más que uno pretenda encontrar una justificación: la actitud bélica del presidente ruso Vladimir Putin.

El turno --independientemente de otros lugares que viven viviendo o han vivido la guerra-- es ahora de Ucrania, país de Europa Oriental, que cuenta con una superficie de 603,548 kilómetros cuadrados y una población de 44.13 millones de habitantes según el Banco Mundial (Wilkipedia), quien es atacada en una operación militar ordenada por el Presidente ruso.

Y una razón o motivo que se invoca para justificar tal hecho, es, según se dice, el origen de un  conflicto surgido hace más de treinta años, cuando en 1991 se disuelve la Unión Soviética y sus territorios se convierten en repúblicas independientes, surgiendo a partir de entonces tensiones entre Rusia y el gobierno de Ucrania, hasta llegar a 2014, en que hubo protestas en las calles de Kiev, capital de Ucrania, de miles de ucranianos en contra del presidente Víctor Yanukóvich, más afín a las ideas del kremlin, protestas que terminaron con la huida de Yanukóvich.

Momento que se dice fue aprovechado por Vladimir Putin para invadir Crimea, en el sur de Ucrania, zona estratégica por su ubicación, pues es la salida de Rusia al Mar Negro. Perdido ese punto tras la segunda guerra mundial, su objetivo siempre fue recuperarlo, y la invasión a Crimea, desde entonces ha generado protestas y sanciones económicas contra Rusia, además peticiones para la devolución de dicho territorio que Putin asegura nunca lo hará, sumándose a lo anterior el temor del Presidente ruso que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) ya que no está de acuerdo con la ampliación de la Alianza incluso ha pedido a Occidente “garantías de seguridad”.

Más de uno se pregunta, ¿hasta qué punto pueden justificarse los ataques armados hacia un país como Ucrania?, ¿se podrá estar de acuerdo en que una guerra es la mejor solución, si en estos acontecimientos una de sus fatales consecuencias es la muerte de muchos niños, adultos mayores, mujeres, hombres, seres humanos en general?

Económicamente cuánto cuesta una guerra, y cuánto cuesta tener vacunas y medicamentos así como personal médico y de enfermería enfrentando la pandemia, luchando para salvar vidas, vidas que como se ve, frente a la guerra pareciera no tener ningún valor.

Es triste ver las escenas que circulan en los periódicos y la televisión con los rostros de niños, ancianos, mujeres, hombres angustiados por los impactos del material bélico.

¿No existirá un método mejor que la acción armamentista para solucionar los diferendos en el mundo? ¿Por qué en pleno siglo XXI la humanidad sigue enfrentando y viviendo ese tipo de fenómenos? ¿Es la guerra un medio para vivir con felicidad? ¿Cuáles son los beneficios de una guerra para la humanidad?

Estamos en pleno 2022, la pandemia no se ha extinguido ni se extinguirá; las guerras no terminan ni terminarán.

Nunca una guerra, será la mejor solución de los conflictos; y el mundo tiene derecho a vivir en paz. (altar_mayor@yahoo.com.mx)