¿Nuevos hábitos para la Nueva Normalidad?

¿Nuevos hábitos para la Nueva Normalidad?

En la contingencia sanitaria por la que actualmente transita el mundo, conceptos como sana distancia, quédate en casa, uso correcto del cubrebocas, lávate las manos, gel antibacterial y cuarentena van y vienen en los medios de comunicación, tanto en los mensajes de las autoridades de Salud y otras instituciones que invitan a la comunidad a cuidarse y prevenir el contagio de la Covid-19, como en los anuncios y la publicidad de diversos productos y marcas que, en el marco de la pandemia, ofertan desde tapetes para limpiar zapatos, servicios de satinización, cubrebocas de distintos colores y modelos, caretas, cremas, jabones, cada uno argumentando las maravillas y necesidad de adquirir tales mercancías para no contraer la enfermedad. 

En México, día con día en los últimos meses, en medio de las cifras y gráficas presentadas cada tarde por las autoridades de salud nacional y locales, se generan noticias y artículos de opinión -cuyo contenido y enfoque depende del color del partido por el que se tiene preferencia-, así como mensajes, publicaciones y memes en redes sociales, que nos llevan a una parte de los mexicanos a vivir en un debate permanente, en el que lo que menos existe son los argumentos y el respeto, dadas las actitudes y conductas de discriminación, odio e insultos manifiestas. 

En ese escenario de salud, con riesgos de un colapso económico mayor, el incremento del desempleo, sumado a la violencia e inseguridad que no para, y después de poco más de dos meses en confinamiento, desde el gobierno federal se anunció que en junio se volvería a las actividades esenciales y, gradualmente, a las demás, en lo que se dio por nombrar nueva normalidad -aunque no se tenga claro que significa de manera precisa esta idea-. Para ello se estableció como parámetro un semáforo -que va del rojo al verde-, el que servirá para indicar qué municipios tendrán mayor movilidad y regreso pronto a su cotidianidad. Al inicio de este mes, excepto un estado, los demás aparecieron en rojo. Sí bien se considera ha habido un mensaje claro desde las autoridades de Salud en lo que refiere a este anuncio, al insistir en que no es un retorno a lo existente previo a la pandemia, y que se deben mantener los cuidados de prevención de contagios, dado que la COVID-19 no deja de ser un riesgo, el incremento de la movilidad ha sido constante. Cantidad de explicaciones han surgido para esto, desde aquellas que aluden a la necesidad de los que se ven obligados a trabajar día con día pues no disponen de un ingreso fijo; pasando por aquellas que califican de irresponsables e ignorantes a los que no se quedan en casa; a las voces que culpan al Ejecutivo de dar el mal ejemplo; hasta aquellas que cuestionan la fe de las personas que se amparan en su religiosidad y salen, obligados, a buscar el sustento. 

Lo que es evidente, en este momento, es que cuando se opina desde los privilegios -o desde el miedo y las aspiraciones políticas- no se puede generar empatía o solidaridad con el otro. 

ACTITUD, RESPONSABILIDAD Y CONOCIMIENTO

El clasismo y las conductas discriminatorias y excluyentes no son algo nuevo en la sociedad mexicana, sin embargo, la pandemia ha expuesto con mayor crudeza la brecha entre aquellos que tienen y los menos favorecidos. Y es justamente en este contexto, en el que hemos de plantear sí surgirán nuevos hábitos para adaptarnos a esta nueva normalidad. La definición de la RAE de lo qué es un hábito nos dice que es el modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes. Para efectos prácticos, se dirá que un hábito se expresa en las formas en que interactuamos con los otros, en las maneras de relacionarnos con las personas con las cuales convivimos ya sea en el entorno familiar, ya sea en el ámbito laboral, educativo o sociocultural. 

No es la intención de quien escribe indicar cuáles son o serán esos nuevos hábitos, pues se considera es algo que cada quién deberá definir desde sus circunstancias particulares. En contraparte, la reflexión a la que se invita pasa por plantear tres aspectos que orienten esos nuevos hábitos: actitud, responsabilidad y conocimiento. 

La actitud entendida como el asumir nuestras conductas personales e integrarlas de manera positiva a la interacción con los demás, partiendo de una base de respeto y empatía. Una actitud solidaria que nos lleve a entender el actuar del otro, para estar en condiciones de establecer un diálogo prudente y firme para llegar a acuerdos -evidentemente, cuando esto sea posible y viable- para una mejor convivencia. 

Responsabilidad para asumir que cada uno tiene en sus manos la capacidad e inteligencia para tomar decisiones y actuar en consecuencia; no es el otro, el maestro o el Ejecutivo quien nos dice qué hacer. Se trata de ser autocríticos y actuar responsablemente, considerando el momento y al otro. Este punto es complejo, requiere ser asertivo y no refiere a situaciones de violencia.

Conocimiento, que supone tener información certera y contextualizada de lo que está ocurriendo en el mundo, en nuestro país, evitando propagar rumores o noticias falsas. Implica la habilidad de discernir acerca de lo que se lee y escucha en los medios y tomar una postura lo más informada posible, de acuerdo con las posibilidades da cada uno. 

Por supuesto que se tiene claro que estos tres elementos deben pensarse como una aspiración, y que en la realidad social actual existen múltiples factores que pueden limitar su desarrollo, pero este momento histórico da la pauta para considerar su relevancia de cara a los nuevos hábitos en la nueva normalidad. Es urgente, desde las diversas trincheras, empezar a dialogar en este sentido.