Plano tangente
10/06/2025
Para observar la naturaleza
«Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna.»
Antonio Machado
El comercio ilegal de vida silvestre pertenece a los llamados delitos verdes o delitos ambientales, definidos como actividades ilegales que dañan el medio ambiente y que buscan el beneficio privado mediante la explotación, el comercio o el robo de recursos naturales. Se considera una de las industrias ilegales más rentables del mundo, con un valor anual estimado de 7 a 23 mil millones de dólares hace aproximadamente quince años. Desde entonces, es probable que su valor anual haya aumentado considerablemente, y se necesitan nuevas estimaciones para cuantificar su alcance actual. Además, se ha demostrado que la sobreexplotación de los recursos naturales, que incluye el tráfico ilícito de animales silvestres, podría ser un factor más relevante en la pérdida de biodiversidad que el cambio climático.
El comercio internacional de especies en peligro de extinción está regulado por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, que se fundó para garantizar que el comercio internacional no amenace la supervivencia de las especies silvestres. Además, el transporte de animales silvestres no se limita a países con alta biodiversidad, sino que representa un problema global. De hecho, en la mayoría de los países del mundo se exporta, transita o importa vida silvestre, ningún país es responsable de más del 9 % de los incidentes de incautación. Aun así, algunas regiones son puntos críticos para taxones específicos; por ejemplo, Oceanía para corales o América Central y del Sur para aves. El comercio ilegal de muchas plantas en peligro de extinción y amenazadas, como las orquídeas (Orchidaceae) y los cactus (Cactaceae), constituye un mercado sustancial y representa una grave amenaza para los hábitats y las especies en peligro de extinción. Asimismo, existe un floreciente mercado ilegal de hongos como las trufas (Tuber spp.) (Mozer y Prost, 2023).
Para conservar la biodiversidad eficazmente, debemos ser capaces de monitorear de forma precisa y exhaustiva las poblaciones de especies para anticipar y mitigar su disminución. No obstante, el monitoreo de la biodiversidad terrestre requiere mucho tiempo y es costoso de replicar espacial y temporalmente. Muchas relaciones ecológicas sólo se hacen evidentes tras estudios exhaustivos a lo largo del tiempo, lo que puede ser inviable con los métodos actuales.
El monitoreo de la biodiversidad también requiere experiencia en observación de campo y, para algunos taxones, un conocimiento detallado o el uso de técnicas especializadas como la recolección y el análisis de material genético. Además, las especies suelen tener asociaciones de hábitat restringidas, lo que significa que la efectividad del monitoreo puede verse seriamente obstaculizada o sesgada por factores ambientales, incluyendo la capacidad de los investigadores para acceder a los sitios.
Los investigadores también pueden pasar por alto organismos que, aunque morfológicamente indistinguibles, son genéticamente distintos, así como especies esquivas o de pequeño tamaño. Superar estas limitaciones exige un cambio profundo en los métodos empleados para monitorear las poblaciones de especies terrestres en todos los grupos taxonómicos.
Los sistemas robóticos y autónomos (SRA) ofrecen soluciones tecnológicas con un gran potencial para fortalecer significativamente el monitoreo de la biodiversidad terrestre; sin embargo, este potencial aún no ha sido explorado de manera sistemática. Los SRA son tecnologías capaces de detectar, analizar, interactuar con y manipular su entorno físico. Estos sistemas han sido desarrollados para diversas aplicaciones —como militares, agrícolas, de mantenimiento de infraestructura y de cirugía—, y en los últimos años han sido adoptados ampliamente para el monitoreo de ecosistemas marinos. La tecnología central que sustenta estas aplicaciones también podría complementar y ampliar nuestras capacidades para el monitoreo de la biodiversidad terrestre (Pringle et al., 2025).
Por ejemplo, el uso de drones ha permitido muestrear plantas en acantilados de difícil acceso. De igual forma, el diseño de robots móviles en miniatura, que han mostrado efectividad en la tarea de inspeccionar y mantener tuberías subterráneas (Pipebots), podría adaptarse al estudio de especies que habitan madrigueras.
Existen muchas otras estrategias de monitoreo para la biodiversidad. Solo por mencionar algunas interesantes, está la detección acústica, donde a partir de grabaciones de audio en entornos silvestres pueden identificarse especies. Y, así como las hay complejas, hay otras tan sencillas como el monitoreo participativo, donde las propias comunidades registran y reportan sus observaciones en cuanto a biodiversidad.
La conservación de la biodiversidad es mucho más que una idea romántica. Más allá de la belleza de la flora y fauna y de la justicia que merecen, la humanidad como especie debe entenderse como parte de un ecosistema que, por tanto, la vuelve susceptible a sus desbalances. La interdisciplinariedad ha logrado desarrollar novedosas técnicas para monitorear y procurar la biodiversidad. Sin embargo, aún debemos exigir que se visibilice, que se proteja y que se penen aquellas acciones que la amenacen. Lo primero siempre es entenderla.
(jorgequirozcasanova@gmail.com)
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