OPINIÓN

Poder Político
12/05/2025

Predicar con la vida

Poder Político

Eduardo del C. Hernández

Predicar con la vida

Con un antecedente de apostolado afín a Juan Pablo II y Francisco, aunque con un nivel de formación canónica mayor, Robert Francis Prevost logró tender «puentes» en el cónclave del colegio cardenalicio para con sus argumentos conciliar a liberales progresistas con conservadores que decantaron en su designación como sucesor de San Pedro; presentándose como León XIV y refrendar el paradigma de tender «puentes» en la esencial difusión del evangelio, implicada la paz social así como en la geopolítica. Una de estas asignaturas se centra en solventar los conflictos bélicos de Rusia en Ucrania, Israel con Palestina, Siria, Irán y demás naciones en «Tierra Santa» y otros tantos por el orbe.

Los tiempos de Dios son perfectos y el que León XIV fuera el elegido encuadra en la ecuación de abrevar la doctrina social de fortalecer la proximidad con los marginados en la asimetría entre civilizaciones, un fundamento transversal a la cristiandad entre los credos; aparejado con su ejercicio de la política como Jefe del Estado Vaticano para lograr la armonía en el orden mundial, la coexistencia justo tendiendo «puentes».

Tiene todo el sentido que quien desde sus primeros años abrazó la vocación pastoral del sacerdocio, misioneros entre los colectivos sociales olvidados, sobre todo el Chiclayo, Perú, en donde habitó por 20 años, sumado a su período por Brasil, para escalar hacia el obispado y luego ser requerido en 2023 por el Vaticano con la asignatura como prefecto del del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, en donde reside un 43 por ciento de fieles católicos. Escalar al Vaticano le esperó el nombramiento como cardenal, así como tender «puentes» hacia sus pares. 

El papa León XIV nació en los Estados Unidos de América, aunque en lo absoluto no es a quien quería el presidente Donald Trump; porque si alguien le alzó la voz con una aguda crítica conciliadora de evidenciarle su errado ejercicio de gobierno hacia los migrantes y entre sus conciudadanos, ese fue el cardenal Prevost. El republicano de inmediato mediante su red social expresó las felicitaciones y alzó la mano para una pronta audiencia, sabedor de obligarse a hacer de lado su beligerante de polarización entre las naciones por pretender en la sinrazón la política «hacer más grade a América, otra vez»; poniendo la bota represora además a sus aliados mediante los aranceles comerciales.

León XIV salió al balcón de la Basílica de San Pedro con un mensaje dual de enunciar la paz y la presencia de Dios entre sus fieles cristianos católicos, extendida a los otros credos; el sucesor de San Pedro evocó un llamado de «Ayúdennos y ayúdense a construir puentes» entre gobernantes y gobernados, los colectivos sociales, con un espíritu humanista de genuina hermandad.

El papa capitalizará con asertiva inteligencia los mensajes de bienvenida por parte de sus homólogos jefes de Estados, monarquías, además de líderes religiosos; para encausar la vocación conciliadora para comprometerles con un orden social de coexistir en la paz, con respeto a las soberanías, con la implicada atención porque permee la justicia social entre los pobres, al igual que volver a hacer habitable el mundo sobre el entramado de resarcir el medio ambiente, los ecosistemas de los cuales forma parte la humanidad; ésta que en ambición la ha ha destruido sin reparar en las consecuencias actuales de una compleja subsistencia por la transgresión al efecto invernadero asociado al cambio climático.

El inicio de una nueva era en el papado del Vaticano y el catolicismo no representa la continuidad de sus antecesores sino de la misión cristiana de evangelizar el mundo, que de la oscuridad opten por salir a la luz; con los principios divinos de un mutuo respeto entre los individuos, regidos por los valores de la bondad, nobleza, humildad y generosidad; una fraternidad solidaria, receptiva aun entre las diferencias, que urge rescatar en pro de pacificar un mundo que parece irse como el agua entre los dedos de las manos.

La periférica cercanía con los descobijados de la justicia social, sin olvidar a los otros colectivos, en la evangelización será una constante que tendiendo «puentes» al interior del catolicismo entre los liberales progresistas con los conservadores permitirá arraigar el anhelo de recobrar el sentido de la vida, lo esencial por sobre lo accesorio; y para ello León XIV buscará hacer sinergias con todo el cristianismo, el islam, hinduismo, budismo, así como muchas otras religiones más pequeñas o tradicionales, con el objetivo por preservar la paz y el diálogo receptivo.

eduhdez@yahoo.com





DEJA UN COMENTARIO