Reflexionar antes de…

La calidad de la democracia debe ser una obligación como el común denominador a pervivir en la constitucionalidad de las 32 procesos electorales locales

La calidad de la democracia debe ser una obligación como el común denominador a pervivir en la constitucionalidad de las 32 procesos electorales locales que renovarán presidencias municipales y/o diputados, y 15 gubernaturas, y en el proceso electoral del INE los 500 diputados federales. Una suma que supera los 29 mil cargos a votarse el próximo seis de junio de 2021, por un listado nominal de  91 millones 503 mil 518 electores registrados con corte a este 30 de octubre.

En su etimología y origen del concepto, la calidad de la democracia aunque de reciente cuño plantea a necesidad de aplicar criterios como consecuencia de la heterogeneidad de regímenes que se fueron constituyendo dentro de la denominada tercera ola de democratización.

Las desviaciones con respecto a un tipo ideal de la democracia, así como las diferencias entre países y las distancias entre las condiciones reales y las expectativas de las personas, hicieron inevitable esa preocupación. En lo absoluto no escapan a este planteamiento México, su pacto federado de 32 entidades estatales, los 2458 municipios y 16 alcaldía que igual pasan por la correspondiente calificación.

Desde la reforma política de 1977 promovida por Jesús Reyes Heroles, entonces Secretario de Gobernación, abrió la pertinencia de incorporar a otras expresiones ideológicas para configurarse como partidos políticos que igual participasen en la puja por la gobernanza del país por la vía de los procesos electorales.

De entonces a la  fecha, el sistema de partidos políticos e ideologías contrapuesta que era de unos cuantos se acrecentó a una diversidad que en el discurrir de las manecillas del reloj así como emergieron igual han desaparecido. En sus tiempos y circunstancias cada uno con cierto grado de huella a la vida social mexicana.

El problema, sin embargo, no es que cada que se constituyan partidos políticos  cumpliendo con la legislación sino el nivel además de la convicción que traen consigo como para cumplir con el propósito esencial en la naturaleza de esta figura en el acceso al poder, y qué tan competitivos hallan sido como para reflejarse en la gobernabilidad, ejecutiva y legislativa, incluso para aquellos que se han mantenido a la actualidad.

Una calidad de la democracia que aun en la diversidad ideológica en cada proceso electoral obtienen de la voluntad popular una revalidación o rechazo, en el saldo de la rendición de cuentas, a partir de la rentabilidad social en los espacios de poder ocupados.

Por calidad de la democracia se entiende el grado en que un régimen político se acerca a un modelo ideal, caracterizado por la participación universal de las personas que lo integran, libertades garantizadas por la plena vigencia de un Estado de Derecho, y que los gobernantes, ejecutivos y legislativos, responden a las expectativas de demandas por los que la voluntad popular les elige.

Partiendo de las elecciones a Presidente de la República del año 2000, que en la renovación periódica de cuatro procesos electorales la voluntad popular halla optado por la alternancia a tres regímenes de gobierno es al mismo tiempo positivo y negativo en el criterio ciudadano, sobre los  claroscuros que no le han dejado satisfecho el haberle mandatado la autoridad para representarle en sus intereses de procurar los satisfactores del bien común.

En la proximidad del mes de enero cuando todos los partidos políticos deban realizar sus procesos internos para elegir entre ellos a sus candidatos para las elecciones locales y federal, todos están obligados a postular a sus mejores perfiles de hombres y mujeres en presidencias municipales y/o diputaciones y/o gubernaturas, en los que más allá del criterio de popularidad y el partido, aún más debe considerarse qué tan solventes en capacidad son para asumir una investidura tan exigente como esa por la cual competirán en campaña.

Atrás quedó la anécdota aquella de 2009 en la que a Rafael Acosta Ángeles, mejor conocido como “Juanito”, candidato ganador a delegado por Iztapalapa, fue obligado públicamente a hacerse a un lado.

Sin discriminación alguna, “Juanito” no debió competir por carecer no sólo el perfil sino por estar limitado en sus facultades mentales. No era apto, pero se aprovecharon de él para un pernicioso propósito de favorecer a Clara Brugada quien no obtuvo el respaldo en su partido. En la actualidad ella es por segunda ocasión gobernante, ya como alcaldesa.

De este bochornoso episodio en la vida política nacieron las “juanitas”, mujeres registradas como candidatas a presidencias municipales que en el caso de quienes han logrado triunfar son otros quienes han tomado las decisiones de la administración pública, sobretodo en Tabasco, donde para 2015 surgió la puja porque los partidos postulasen candidaturas en igualdad horizontal, lleva al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. La historia ahora es diferente incorporando la competencia.

En la contemporaneidad de un régimen emanado de un movimiento social, el sistema de partidos en el pragmatismo de convenir coaliciones y/o candidaturas comunes tienen  que reflexionar el perfil de candidato que van a postular, porque en el entramado de la calidad de la democracia elevada a la esfera electoral tendrán el respaldo de un triunfo o el repudio de la derrota.

Bitácora

La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial del Poder Judicial de la Federación tendrá que ser congruente en su sentencia respecto de las impugnaciones a los lineamientos del INE, que obliga a los partidos a postular cuando menos a siete mujeres en los 15 estados que renovarán gobierno. En juego tiene su credibilidad.

eduhdez@yahoo.com