SANTA SOFÍA (HAGIA SOPHÍA) DE LA DIVINA SABIDURÍA
05/10/2021
La iglesia de Santa Sofía, en griego Hagia Sophia, que quiere decir, “de la divina sabiduría de Dios”, fue construida entre los años 532 y 537 de nuestra era en Constantinopla
La iglesia de Santa Sofía, en griego Hagia Sophia, que quiere decir, “de la divina sabiduría de Dios”, fue construida entre los años 532 y 537 de nuestra era en Constantinopla, bajo la supervisión personal del Emperador Justiniano, autor del Digesto, la memorable compilación del derecho romano. Con este enorme y fastuoso templo, Justiniano pretendió superar a Salomón, en la construcción del bíblico templo de Jerusalén, erigiendo uno más grande y más fastuoso. Y lo hizo en solo cinco años.
Diseñada para ser un espejo terrenal del paraíso, el interior de Santa Sofía consigue transmitir una sensación celestial. Combina el misticismo de oriente con las ambiciosas dimensiones de la arquitectura romana: una enorme cúpula al estilo del Panteón Romano, a una altura de 55 metros, sostenida por cuatro pechinas que se reparten equitativamente la carga, se ilumina a través de 40 ventanas situadas en la base de la cúpula, que hacen simular que esta flota en el aire sobre los fieles.
Fue edificada por Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, matemático y arquitecto respectivamente, bajo la dirección del propio Justiniano. En su construcción se utilizaron columnas de mármol pórfido que fueron extraídas por los romanos de un templo egipcio en Heliópolis y transportadas hasta Constantinopla con grandes esfuerzos, por tierra y mar.
Originalmente fue decorada con mosaicos dorados a los que se fueron agregando figuras de santos, y aunque durante nueve siglos fue la iglesia de los Emperadores Romanos, al caer Constantinopla en manos de los turcos en 1453, se convirtió en mezquita, y estando prohibidas por el Islam las imágenes humanas, se cubrieron los mosaicos y en su lugar se pintaron caligrafías árabes.
La iglesia, aún cristiana, fue saqueada totalmente por los enviados papales de la cuarta cruzada , en 1204, y todos sus tesoros trasladados a Roma. No solo saqueaban a los árabes, también a los mismos cristianos. Así eran los cruzados, al amparo de los Papas y la santa cruz.
Los primeros mosaicos bizantinos supervivientes están colocados en la puerta imperial, antes solo usada por el Emperador y convertida hoy en puerta principal de entrada. En ellos aparece un Cristo entronizado, con el Emperador arrodillado frente a él. Otras obras importantes de la planta baja son el mihrab islámico construido en el ábside de la iglesia; el trono que ocupaba el Emperador y el palco del Sultán; a la derecha del mihrab, el almimbar, con una plataforma de mármol para lectores del Corán; la Plaza de la Coronación; la biblioteca de Mahmut I; el trono del predicador; el Pilar de San Gregorio, el hacedor de milagros; la Virgen con Constantino y Justiniano y desde luego los cuatro minaretes exteriores, las torres desde las que se llamaba a los fieles a la oración.
En 1936, Mustafá Kamal, llamado Ataturk (el padre de los turcos), secularizó el templo convirtiéndolo en el Museo Ayasofya, (Santa Sophia, en turco), y la principal atracción turística de Estambul, una de las ciudades más bellas del mundo, en la que habita un pueblo culto, trabajador y honesto, y en donde pasamos 16 días Inolvidables.
Este enorme Templo de 82 por 73 metros fue Catedral Ortodoxa Griega de 537 a 1204, Catedral Católica de 1204 a 1261, nuevamente Catedral Ortodoxa Griega de 1261 a 1453, Mezquita Imperial de 1453 a 1931 y Museo a partir de 1935, hasta agosto de 2020 en que ha vuelto a funcionar como mezquita.
En 1993 la Unesco incluyó este edificio en la lista de lugares históricos en peligro de desaparecer, y se hacen trabajos para reforzar sus cimientos, dañados por diversos terremotos, y descubren poco a poco los mosaicos bizantinos que lo decoraron originalmente.
Solamente una reflexión final. Como Catedral Católica, fue saqueada por los enviados papales. Cuando en 1453 se establecen los turcos, no destruyen nada, únicamente cubren con estuco los mosaicos con figuras humanas, prohibidas por el Islam. Turquía sigue siendo un país abierto a occidente, pero musulmán y están descubriendo con cuidado los mosaicos con figuras de santos católicos. Si a la inversa, Santa Sofía hubiese nacido como mezquita y el país dominado por cristianos, esta maravilla hubiese sido derribada y ya no existiría. Desafortunadamente el cristianismo es la religión más intolerante.
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