Unos y otros se “han saltado la barda”: Peligro de descarrilamiento

Unos y otros se “han saltado la barda”: Peligro de descarrilamiento

Está ocurriendo lo que no debería de ocurrir: México se ha polarizado en dos partes, los que están a favor de Andrés Manuel López Obrador y los que están en contra. Nada que objetar si esta situación no estuviera derivando en acciones que podríamos calificar de “peligrosamente conflictivas” y que pueden llevarnos a un estadio complicadamente  superior, que requeriría de una intervención del estado para centrar el asunto. Habló de los hechos por todos conocidos que se han dado en uno y otro lado, como el vergonzoso “twet” de Ricardo Alemán en el que se sugiere un atentado contra AMLO, o las amenazas de expropiaciones y fusilamientos, de Paco Ignacio Taibo II, a los empresarios que no comulguen, ciento por ciento, con el líder y candidato de MORENA. Son solo dos ejemplos y aquí mismo en Tabasco tenemos otros locales que nos indican que las partes en conflicto se “están saltando la barda”, como se dice coloquialmente para definir cuando una persona, o personas, traspasan los límites de lo razonable para pasar a un territorio “comanche” en el que todo puede pasar y nada es bueno. Los insultos, las acusaciones, los agravios de los unos hacia los otros han pasado a ser tan cotidianos y normales que ya nos hemos acostumbrado a ellos, a tal grado que forman parte de nuestra normalidad que desde luego ha dejado de ser democrática. Y todavía faltan casi 50 días de campaña y ya nos encontramos con que lo que nos costó construir durante décadas para acercarnos a ser un país moderno y próspero, o está roto o está descosido y todo parece indicar que pase lo que pase tendremos que volver a empezar en muchas cosas. México se encuentra en una situación crítica, en la que el futuro es incierto y eso es injusto. Ciertamente que hay muchas cosas que cambiar, y radicalmente, pero no podemos instalarnos en la dinámica de la violencia de todo tipo como método para generar el caos que luego permita la construcción de un orden nuevo. Son recetas del siglo pasado que hoy en día, en el mundo global al que pertenecemos, no sirven nada más que para alejarnos del crecimiento. No hay otra fórmula que la de involucrar a todos en el proyecto de México como país. Y no caben nada más que los demócratas para acabar con la crisis económica, política y social que padecemos o estas crisis acaban con la democracia. Hay un inesperado, pero evidente, peligro de descarrilamiento como nación de todos los mexicanos y no propiedad de una sola visión, por más ilusiones que haya creado entre un amplio sector de la población. Necesitamos que los dirigentes de las formaciones políticas, económicas y sociales se empapen de espíritu constructivo y de entendimiento, que, quizá, se ha roto por no haber sabido los dirigentes de un lado y otro avanzar en el diálogo. México necesita en estos momentos lideres con coraje político que tengan la inteligencia y la grandeza de ofrecer, pase lo que pase y gane quien gane, un gobierno para todos. Y utilizar el Perdón como un arma revolucionaria que seguramente sanará las heridas sufridas por unos y por otros en está alarmante refriega en la que nos encontramos sin desearla.