Voy jubiloso atravesando valles

es un reto para regresar mejor preparados. Y jubilosos, como impostor insolente, nos hace sentirnos mejor que los demás y no

VOY DE JURADO a un concurso de declamación y oratoria. Y me siento genial. Escucho música en la radio. Y con mi voz acompaño la canción de Silvio Rodríguez: "Mañana es que me muevo/... y tomo el tren lechero a una provincia/nueva para mí./ Un amigo distante,/... me pide que le vaya a musicar/ la letra de su drama/ y aquí voy con buenas ganas/de ayudar..."

ME GUSTA VER a los y las concursantes cuando pasan al frente. Todos ellos un manojo de nervios. Unos dominando el miedo más que otros. Pero todos ellos dando un paso al frente en su destino.

ME GUSTA ESCUCHAR los poemas y los discursos en voz de esos muchachos y muchachas, muestra que se están cultivando, que se están forjando. Ellos ya han vislumbrado su futuro de luz.

PONGO ATENCIÓN a las ideas sonoras. Al movimiento de sus manos. A la mirada hacia el luminoso futuro. Y pongo atención al público. Y también pongo atención a su mirada. Al detalle de sus manos. Al color canela de su piel, a sus rasgos familiares.

ME DOY CUENTA si hay emoción genuina en los organizadores y en el personal todo. Si lo hay, qué bueno. Si no, no me importa. Me importan los jóvenes. Porque ellos forman parte de lo que se llama de manera común el relevo generacional. Y con ellos, los participantes, hay confianza. Y también la hay con quienes, sus compañeros, ponen atención, emocionados. Se crece en lo individual, y también en colectivo.

RECUERDO UNA CHICA que ganó inobjetable y muy sobresaliente un concurso de oratoria hace apenas unos meses. Para el texto del discurso recibió asesoría de su maestra. Para el modo y la forma de decirlo, de tutoriales de Youtube. Me lo dijo. Estamos viviendo otros tiempos en la tecnología y hay que aprovecharla para bien. "La naturaleza es muy sabia", decía mi viejo maestro en la Normal (Vicente Cevada Vera). Se refería a que aprendemos en todas partes.

LOS PARTICIPANTES SON muy distintos a los que no participan, y más aún, a los que ni ponen atención a sus compañeros que están al frente declamando. Los que participan y los que ponen atención a los participantes sonríen, son más seguros, su autoestima anda en lo normal. O arriba.

GANAN LOS QUE PARTICIPAN. "¿Perdiste?" "No gané lugar de los tres primeros, pero gané dentro de mí otra experiencia más. Tengo más seguridad al pasar al frente a exponer". Los que hacen esa pregunta no participan. Debemos estimularlos a participar. Por eso los concursos se deben originar desde el nivel de grupo, donde todos participen, aún que los tímidos lean el texto o el poema.

SE ALIMENTA Y FORTALECE mi esperanza en un mundo mejor, cuando miro a los jóvenes esforzándose alegres y jubilosos por ser mejores. Y lo son en cada ensayo, en cada autocrítica, en cada reflexión. Y claro también en cada derrota o triunfo. Aclaro, estos dos son unos impostores, y tratan de manipular nuestra mente.

IMPOSTORES ME REFIERO, a que la derrota empuja a sentirnos derrotados, y no: es un reto para regresar mejor preparados. Y el triunfo, como impostor insolente, nos hace sentirnos mejor que los demás y no, solo es un reconocimiento a que nos hemos preparado mejor que los otros.

 "VOY ATRAVESANDO VALLES,/ voy parando en el batey,/ voy fijando mil detalles,/ voy camino a Camagüey./ Voy imaginando cantos,/ voy como prefiero ir,/ voy a bordo del encanto,/ voy soñando el porvenir..." Y efectivamente así voy, soñando el porvenir.