Porque si Juárez no hubiera muerto

Lo cierto es que la policía ecuatoriana al irrumpir en la embajada mexicana en Ecuador, el pasado 5 de abril para proceder a la captura del ex vicepresidente Jorge Glas, provocó la suspensión de relaciones diplomáticas entre ambos países

Es un hecho sin precedente, dicen algunos. Es reacción a una imprudencia intervencionista de México ante un acto de justicia del gobierno ecuatoriano, dicen otros.

Lo cierto es que la policía ecuatoriana al irrumpir en la embajada mexicana en Ecuador, el pasado 5 de abril para proceder a la captura del ex vicepresidente Jorge Glas, provocó la suspensión de relaciones diplomáticas entre ambos países  y abrió un interesante debate internacional en torno al respeto a la soberanía de México.

Realmente el conflicto tuvo su origen con motivo de las declaraciones hechas en la "mañanera" por el Presidente AMLO, quien cuestionó la legitimidad de las últimas elecciones presidenciales de aquel país, circunstancia por la cual el gobierno ecuatoriano ordenó la salida de la embajadora mexicana Raquel Serur, a quien declaró "persona non grata", hecho que fue condenado por el gobierno mexicano, quien a la postre, concedió asilo al ex vicepresidente Jorge Glas.

Y como suele ocurrir siempre, de pronto empezaron a surgir un sinfín de opiniones y todo mundo pareció convertirse en un mundo de expertos en derecho internacional, que lo mismo hablan de la inviolabilidad de la embajada como también de que se vulneró la Convención de Viena, condenando la irrupción de la policía ecuatoriana en la sede de la embajada en Quito.

Desde luego, nadie en su sano juicio, podrá negar que la condena es justificada, porque indiscutiblemente el allanamiento a la embajada de México para lograr la detención de Jorge Glas debió ajustarse a los protocolos previstos para tal efecto, teniendo en cuenta fundamentalmente  lo que los expertos en diplomacia señalan, como es el respeto a la Convención de Viena. Que en su artículo 22 cita textualmente: "Los locales de la misión son inviolables" y el país sede por medio de sus agentes "no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión".

Empero, dos ingredientes que al parecer algunos están subestimando pero que no se pueden desvincular de lo ocurrido --por donde quiera que se le vea—son, por una parte, el cuestionamiento hecho por el Presidente AMLO en la "mañanera" sobre la legitimidad de las elecciones en Ecuador y el temor del gobierno ecuatoriano de que Jorge Glas, quien fue condenado a ocho años de prisión por recibir sobornos de la constructora brasileña Odebrecht (caso que golpeó a varios gobiernos de  América Latina),  saliera del país, a decir de algunos,  en una clara fuga cobijada por el gobierno mexicano.

Inexplicablemente se formó un embrollo, en el que difícilmente los que están opinando podrán ponerse de acuerdo y será en su momento la CIJ Corte Internacional de Justicia quien, llegado el caso, emita la última palabra.

Pero ojo, mire usted lector querido, un punto que no debe pasar desapercibido es que de haber logrado Jorge Glas su objetivo de salir de Ecuador, dada su situación jurídica como condenado, hoy sin duda se estaría hablando de que México es un país que solapa a personajes no obstante haber sido sancionados por algún delito.

Ello, sin contar lo que también para algunos sería una clara intromisión de México en lo que se refiere al severo cuestionamiento de las elecciones en otro país.

Veremos en qué termina el asunto. Sobre todo ahora cuando diversas naciones han expresado su apoyo a México reprobando de manera categórica la actuación del gobierno ecuatoriano.

Como conclusión, y respetando que alguien no esté de acuerdo con recordarlo, van dos datos de algo que vale la pena traer a colación.

Primero, el apotegma de don Benito Juárez, el mejor Presidente de México según reiteradamente ha reconocido el Presidente AMLO, que aparece en el Salón de Plenos del Congreso de la Unión que dice:" Entre los individuos como entre las naciones el respecto al derecho ajeno es la paz".

Y otro no menos importante, lo que también en momentos como estos hay que tener a la mano ya que no pierden vigencia, la Doctrina Estrada, que en uno de sus principios nos habla del respeto a la libre autodeterminación de los pueblos y de no injerencia en los asuntos internos de otros países, elementos que sin duda alguna hasta ahora han sido rectores de la diplomacia mexicana. (altar_mayor@yahoo.com.mx)