La principal tarea que ha tenido en las últimas semanas es dedicarse a desinfectar instalaciones y lugares donde hay posibles contagios de COVID-19, esa pandemia que en todo el mundo ha matado a cientos de miles de personas.

RIESGOS

Su más reciente experiencia frente a esta atroz enfermedad ha sido viajar a la Ciudad de México para fumigar y desinfectar las instalaciones de algunas dependencias federales y un hotel. También, fue enviado a Salto de Agua, Chiapas, donde tuvo problemas para cumplir sus trabajos, debido al alto grado de infección que en ese lugar había.

“Lo primero que pido a Dios es regresar con bien, sin ningún problema, para estar con mi familia”, es una de las palabras que dice al derramar una lagrima don Javier Corona, al señalar que no tiene otra opción, o lo mata ese virus letal o lo asesina el hambre.

También, menciona que al estar en esos lugares de infección lo invade el miedo, por posible contagio del virus que aún prevalece, pero “por la gracia de Dios llevamos todo el equipo necesario para salir adelante”, señaló.

Él (Javier) como padre y esposo, le invade la nostalgia y el miedo cada vez que sale de casa y se despide de su familia como si fuera la última vez, pues no sabe si regresará. Comenta que al llegar a casa, lo primero que hace es abrazar a sus hijos y esposa por otro día más que está con ellos. A su familia, le recomienda que no salgan de casa, y si salen, deben de usar gel antibacterial y cubre boca.

Don Javier, como testigo de esta situación compleja, pide lo mismo para los lectores de este Diario, “que se cuiden y que tomen las medidas de prevención para evitar contagios de COVID-19, que este problema es cierto, que no se lleve a relajo, más vale prevenir que lamentar” concluyó.