2021: La disputa por el presupuesto

La nueva hegemonía política que priva en el país y las grandes transformaciones que ha traído consigo tendrán una primera evaluación ciudadana en las próximas elecciones federales y locales

La nueva hegemonía política que priva en el país y las grandes transformaciones que ha traído consigo tendrán una primera evaluación ciudadana en las próximas elecciones federales y locales, en las que compiten dos grandes alianzas políticas: “Va por México” integrada por el PRI, el PAN y el PRD, a la que se suman empresarios antiobradoristas como Gustavo de Hoyos, ex dirigente de la Coparmex, y Claudio X. González; y “Juntos haremos historia” formada por Morena, PT y PVEM que le apuesta a refrendar el voto mayoritario de la población. El Partido Movimiento Ciudadano va solo.

Si bien habrá elecciones de congresos locales y presidencias municipales en 30 entidades federativas, así como 15 gubernaturas de primera importancia, la madre de las batallas estará en la renovación de la Cámara de diputados federales, cuya representatividad social le otorga la facultad exclusiva de discutir, aprobar y fiscalizar el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), principal instrumento para incidir, junto con la Ley de Ingresos de la Federación y la política monetaria, en el progreso económico y el desarrollo social del país.

Aquí es donde se centra el interés de la coalición “Va por México” para impedir que el presidente AMLO utilice el PEF con criterios de justicia e igualdad a través de programas sociales como la pensión universal a adultos mayores; apoyos a niñas, niños y jóvenes discapacitados, a hijos de madres trabajadores, a jóvenes construyendo el futuro y a estudiantes de escuelas públicas. Además, se apoya la economía con tandas para el bienestar, sembrando vida, precios de garantía, etc., para atemperar el rezago económico de amplias franjas de la sociedad.

De igual forma, “Va por México” ha manifestado su desacuerdo con los grandes proyectos de infraestructura de la Cuarta Transformación (4T) como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Corredor Transístmico de Tehuantepec, que tiene por objeto el desarrollo regional equitativo.

Es evidente que el PRI y el PAN optaron por el proyecto neoliberal, a pesar de que el primero implementó y fue usufructuario del proyecto nacionalista. Mientras lo que quedó del PRD se sumó al PRIAN al suscribir el Pacto por México que privatizó la energía eléctrica y los hidrocarburos, sectores estratégicos para la economía del país. 

En la disputa por el PEF se confrontan nuevamente dos proyectos de nación claramente definidos. La opción neoliberal abanderada por la coalición “Va por México” que pretende recuperar sus privilegios y seguir saqueando al país o, por decir lo menos, dejar que la oligarquía globalizada, el libre mercado, las ganancias y el individualismo egoísta dicten el destino del país. Y la opción propuesta por el gobierno de la 4T, que bien podría denominarse Estado de bienestar o nacionalista, que lucha por rescatar la rectoría del Estado sobre los recursos naturales y la economía, así como fortalecer la independencia y la soberanía nacional.       

Dentro del sistema capitalista han estado en pugna por el consenso social estás dos opciones, una dirigida por los liberales que dieron vida al neoliberalismo (Milton Friedman) y otra por los socialdemócratas que se inclinaron por el Estado de bienestar (John Maynard Keynes) luego de la Gran Depresión de 1929.  

En México estas dos opciones se han enfrentado para definir el rumbo de la nación. Después de la Revolución Mexicana, se estableció el orden constitucional, político y económico que dio vida al proyecto nacionalista. Sus grandes trazos y contornos más precisos se dibujaron durante el gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, respaldado por el movimiento popular que encabezó la clase obrera organizada y los campesinos.

Este proyecto nacionalista fructificó con el priismo hegemónico y el presidencialismo omnímodo y autoritario a través del Desarrollo Estabilizador (1954-1970) que produjo el tránsito de una sociedad mexicana rural a otra más moderna, urbana e industrializada. También conocido como el Milagro Mexicano debido a que alcanzó un crecimiento económico anual del 6.6 por ciento y una inflación del 2.2 por ciento, gracias al modelo de sustitución de importaciones.

Sin embargo, a mediados de los 1970 el fantasma de una nueva crisis económica hizo de las suyas en los países desarrollados al presentarse simultáneamente el estancamiento de la economía y la inflación (Estanflación). En México el modelo de sustitución de importaciones se agotó, dejando un Estado demasiado obeso y sin haber resuelto las causas sociales prioritarias.

El asecho de los neoliberales pronto se convirtió en la aplicación de un recetario económico para imponer la privatización de las empresas públicas, la desregulación del mercado y el libre comercio, que agudizó la polarización social y generó, luego de 36 años, una gran inconformidad ciudadana que se manifestó en julio de 2018 a favor de la opción nacionalista, misma que hoy tiene el reto de mantener la mayoría en la Cámara de diputados federales y el control del PEF para consolidar el proyecto de nación que ofreció al pueblo de México.