A los y las maestras con cariño (II)

EN LA PRIMERA PARTE DE ESTA COLABORACIÓN EL AUTOR REMEMORÓ SU RELACIÓN CON ALGUNOS DE SUS MAESTROS DE PRIMARIA Y SECUNDARIA

EN LA PRIMERA PARTE DE ESTA COLABORACIÓN EL AUTOR REMEMORÓ SU RELACIÓN CON ALGUNOS DE SUS MAESTROS DE PRIMARIA Y SECUNDARIA, LAS IMÁGENES QUE LO ACOMPAÑAN COMO A CASI TODOS QUIENES HEMOS PASADO POR LAS AULAS. ESTA ES LA SEGUNDA PARTE DEL TEXTO:

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No puedo dejar de mencionar al maestro Juan Pablo Puente Vallejo, de Educación Artística. Me motivó para aprender lo poco que sé de música. Y por él es mi amor a la canción popular mexicana y en general latinoamericana. Veinticinco años después, siendo yo maestro de telesecundaria en Tabasco,  le escribí una carta para agradecerle lo que hizo por mí con sus alegres, sencillas y luminosas clases. Se la mandé con mi sobrino Ángel que le daba clases en la misma secundaria. Se la entregó el mismo Día del Maestro. No supe más. Como cinco años después de esa carta conseguí su número y le hablé igual el Día del Maestro. Contestó su esposa: "No está, ¿de parte de quién?". "Del maestro Antonio Solís, de Tabasco, ex alumno suyo". "Ay, maestro. Usted es el que le escribió una carta hace como cinco años. Fíjese que ese día llegó muy contento a la casa y me la leyó llorando, emocionado. ¡Muchas gracias! Y la cargaba siempre en su portafolio. Y cuando nos llegaba visita, la sacaba a la menor provocación y la leía y volvía a llorar..."

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"No está porque anda en sus clases de maestría", así me dijo ella. "Pues me sigue dando clases aún muchos años después, señora, porque fíjese que yo no he estudiado maestría, pero por ese ejemplo del maestro Puente, ya grande de edad, voy a estudiar una. Y así le hice. Estoy muy agradecido con él. Yo con él formé parte de la estudiantina y del mariachi. Yo era muy inquieto y me creía mucho. En un ensayo de estudiantina yo molestaba. Y él me regañó. "Entonces me voy", dije, herido en mi ego, como para que él me dijera que no. Y al contrario, serio me dijo: "Como gustes, ni sobras ni haces falta". Y me fui. Pero al siguiente ensayo yo estaba en la ventana viendo. Me preguntó que si quería entrar, le dije que sí. Y continué participando en ambos grupos musicales (estudiantina y mariachi).

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En la Normal tuve otros grandes maestros. Señorones de la pedagogía. Igual, por el espacio no nombro a todos. Vicente Cevada Vera era el maestro de "Español y su didáctica". "Nunca desprecien a un alumno. Si un niño se acerca a ustedes ofreciéndoles un taco de harina, de los que él está comiendo, y miran sus manos sucias y con moco que le escurre por la nariz, y ven que se limpia los mocos y con esa misma mano sostiene el taco, no se lo rechacen, aunque no se lo coman. A él nunca se lo olvidará ese gesto: el rechazo por lo sucio, o la aceptación a pesar de ello". Y nos decía: "la naturaleza es muy sabia, los alumnos aprenden a pesar de tener malos maestros". Y otro: "No tomen alcohol, y menos en la comunidad donde trabajen. Que los padres de familia nunca los vean borrachos". "Maestro, ¿y si nos invitan a una boda o quinceañera en la propia comunidad?". El maestro Vicente se rascaba la cabeza con esa pregunta. Y respondía medio riendo. "Bueno, quizá una para acompañar la comida. No más".

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Y el maestro Rafael Sandoval, que recién se acaba de jubilar nos impartía la materia de Ciencias Sociales y su didáctica. Siempre jovial, la materia la platicaba vinculando hechos pasados con la actualidad. La importancia del maestro en la sociedad. El alto deber. "Tres autoridades respetan las comunidades -decía- al médico, al cura y al maestro; siempre deberán de corresponder a ese respeto, porque este se gana y cuando se pierde no hay manera de recuperarlo". También nos decía: "sin entraron a esta carrera para hacerse ricos, entonces están en la carrera equivocada". Y también: "en ocasiones los alumnos se les sale la palabra papá o mamá cuando le van a decir algo a la maestra o maestro. Para ellos el maestro representa algo semejante, por eso se equivocan".

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Hace como diez años lo volví a ver al maestro Sandoval. Me invitó a la escuela donde fue director toda su vida, la secundaria  "Gabriela Mistral". Me pidió que dijera unas palabras en los dos grupos de tercero. Ese día solo me dio tiempo para uno, porque ya casi era la hora de la salida. Me presentó como su ex alumno, orgulloso él. Desde el inicio en mi intervención pregunté si sabían quién fue Gabriela Mistral. Nadie sabía, nadie levantó la mano. Y ya platiqué como quince minutos sobre la importancia de la educación mi vida de maestro, etc. Terminamos y salimos. Me invitó que al día siguiente fuera con el otro grupo. Así le hicimos. Antes desayunamos. Y fuimos al otro tercero. Igual, me presentó orgulloso como su ex alumno. Y empecé a platicar con ellos. En un momento se me acercó y me dijo al oído: "Pregúntales quién fue Gabriela Mistral". Le respondí: "No porque se lo dejaste de tarea". Y se rió. Efectivamente. Al final se lo pregunté (no podía dejar de lado la sugerencia de mi maestro normalista: "Levanten la mano el que sepa quién fue Gabriela Mistral, el nombre que lleva la escuela". Y todos levantaron la mano.

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Me emociono al recordar. Al término de esa jornada, cuando se fueron las alumnas (es escuela solo para mujeres) me preguntó si sabía tocar tambor de banda de guerra. Le dije que sí. Entonces me llevó a donde estaban los instrumentos. Me acomodó un tambor, se acomodó otro. Y tocamos juntos "Toque de bandera", "Paso redoblado" y "Tres de diana". No había nadie ya en la escuela. Pero estaban todos nuestros recuerdos de escuela, imagen de la nostalgia y de la alegría por ser maestros. Parecía que yo estaba viendo una película con tema pedagógico. Y aprovechando: me permito saludar y felicitar a todos los maestros y maestras en su día. Tiempos difíciles para la educación escolar. Mucha responsabilidad tienen en la educación pública y privada del país. No menos de la que tienen la familia y toda la sociedad en su conjunto.