OPINIÓN

Agenda Ciudadana
23/05/2025

Mensaje Claro ¿De Quién? ¿Para Quién?

Por la crueldad y forma en la que fueron ejecutados los asesinatos de Ximena Guzmán y José Muñoz, secretaria particular y jefe de asesores e la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, se hace evidente que el enfrentamiento entre los grupos criminales y las fuerzas de gobierno ha subido de nivel. No hay registro de un ataque similar en la historia del gobierno de la capital; mucho menos con la forma en la que se realizó. Todo parece indicar que Ximena cumplía con una rutina que ella y José realizaban diariamente desde hacía algún tiempo, rutina que fue estudiada perfectamente por los agresores. La ausencia de personal de protección sugiere que no pendía amenaza alguna sobre ellos. El objetivo: causar terror. Nadie, ya, debe sentirse seguro en el gobierno capitalino.

Los autores intelectuales enviaron un mensaje directo a la jefa de gobierno. ¿Cuál es el mensaje? Las respuestas al ataque irán ofreciendo líneas de interpretación. Por lo pronto, la declaración inmediata de la jefa de gobierno es una primera indicación: su gobierno mantendrá la lucha contra la inseguridad. ¿Cuántas vertientes pueden identificarse en su afirmación? La actual administración ha profundizado las tareas de inteligencia, vigilancia y reorganizado las fuerzas policíacas. Sin embargo, la tendencia creciente de los últimos dos años del narcomenudeo, que es una de las principales actividades que las diferentes organizaciones criminales realizan en la capital, no ha sido revertida por esta estrategia; por el contrario, se ha sostenido. ¿De quién proviene el mensaje? ¿Está dirigido solamente a la jefa de gobierno? ¿A alguien más?

Inevitable referir el contexto de la guerra que el gobierno federal sostiene en contra del crimen organizado, en parte por convicción propia y en buena parte, también, bajo la presión del gobierno de Donald Trump. Las acciones que se han llevado a cabo desde la Secretaría de Seguridad, a cargo de Omar García Harfuch, desde que Claudia Sheinbaum asumió el poder, no solamente han dado unos resultados que ni de lejos fueron conseguidos durante los cinco años y diez meses del gobierno de López Obrador; también han hecho evidente las nefastas consecuencias que la política de abrazos tuvo para la seguridad del país, para el control del territorio mexicano por parte de los tres niveles de gobierno del país y para la calidad de la relación binacional con los Estados Unidos, nuestro socio comercial más importante.

No deja de ser inusitado el ataque; como tampoco lo es el retiro de visas a Marina del Pilar Ávila, gobernadora de Baja California, y de su esposo, Carlos Torres, y el manejo mediático de la famosa "lista de Marco" —no desmentida hasta el momento por la secretaría de Estado del país vecino—, en la que se menciona que están incluidos un buen número de gobernadores morenistas —además de otros funcionarios, también morenistas— que, desde tiempo atrás, reportes periodísticos ligan a bandas del crimen organizado. Nunca funcionarios de un gobierno capitalino habían sido acribillados en la manera en la que el martes lo fueron Ximena y José. Nunca, tampoco, el gobierno norteamericano había retirado visas a gobernadores mexicanos en funciones —que Marina gobierne un estado fronterizo agrega significación al hecho—, así como tampoco se había dado a conocer una lista "negra" de funcionarios mexicanos.

Una hipótesis es que el gobierno de Sheinbaum está estirando la liga demasiado. Es posible que ella lo sepa, pero que no tenga mucho margen de acción. Según esta línea, la presidenta habría planeado emprender acciones con el fin de contener el empoderamiento, cada vez mayor, de los grupos criminales. De allí que se haya inclinado por ubicar a García Harfuch en la secretaría de Seguridad. Bajo la esperanza de que la Casa Blanca fuera retenida por los demócratas, esas acciones de contención podrían haber sido aceptables para Kamala Harris, con lo que la política de los abrazos no habría sido abandonada del todo. Se habrían dado pasos para frenar, pero no para reducir el poderío criminal.  Sin embargo, el triunfo de Trump alteró esta bitácora; exigió ir más allá. Las dificultades por las que ha atravesado últimamente la presidenta para frenar los ímpetus guerreros de Trump dan cuenta de lo complejo que le está resultando profundizar una política de seguridad más allá de posibles planes originales. Si el gobierno norteamericano está empujando más allá de lo previsto, los intereses criminales podrían estar respondiendo más allá de lo que habían previsto soportar y resistir. ¿Cuál es el mensaje de este ataque? ¿Quién es el emisor? ¿Quién lo recibió y decodificó ya? ¿Qué sigue? El ambiente se enrarece cada día más. 






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