OPINIÓN

Agenda Ciudadana
25/07/2025

Adán Augusto y la Lucha de Poder en el Nuevo Régimen


No recuerdo primer año de gobierno alguno en el que la dinámica, a través de la cual quien ha tomado la oficina presidencial busque tomar el control de los procesos políticos y definir su estilo, haya resultado tan complicada, ni que haya generado crisis al interior del grupo gobernante de manera tal que resulte difícil predecir el rumbo de los hechos, sus posibles consecuencias y la definición de las nuevas condiciones del desarrollo político. El inicio de la presidencia de Zedillo tuvo ciertas complicaciones, pero la tranquilidad se recuperó pronto.

Lo que ahora ocurre —la búsqueda de Hernán Bermúdez y la consecuente exhibición de la largamente sospechada complicidad de Adán Augusto con el crimen organizado— sólo participa parcialmente de la lógica “¡viva el rey, muera el rey!” propia del régimen presidencialista, indudablemente reforzado y empoderado por Andrés Manuel. Sin embargo, debido a las características que ha adquirido el sistema político, gracias a las modificaciones institucionales realizadas durante los últimos años, el proceso se desarrolla con una dinámica que apenas empezamos a conocer y sus consecuencias empiezan a dibujarse.  

El poder del sistema presidencialista priista residía, primariamente, en la presidencia, no en una persona. Eso cambió con López Obrador. Su labor consistió, primariamente, en concentrar el poder en él. Su larga trayectoria popular, su carisma, las modificaciones institucionales y la relativa tranquilidad económica que el “odioso” neoliberalismo le heredó le permitieron conseguir su objetivo sin muchos tropiezos. López Obrador se encargó de dejar alrededor de la presidenta un cerco cuya estructura es menos fácil de deshacer. Adán Augusto y Fernández Noroña en el Senado; Monreal en la Cámara de Diputados, Ebrard en Economía; Rosa Icela en Gobernación. La presidenta Sheinbaum no está en condiciones de solicitar renuncias a ninguno de ellos, salvo a Ebrard y a Rosa Icela, pero éste es el personaje menos activo en contra de ella y retirarlo equivaldría a pegarse un tiro en el pie, pues Marcelo está a cargo de las difíciles y pesadas negociaciones con Estados Unidos del T-MEC. En Gobernación, Rosa Icela trabaja de cerca con ella; las influencias externas son menos evidentes.

Poco se ha mencionado que fue el general de nuestra 30ª zona militar, Miguel Ángel López, quien hizo ver que existía una orden de aprehensión contra Bermúdez.  Según la Constitución, el jefe (en este caso, la jefa) máximo(a) de las fuerzas armadas es, ahora, la presidenta. Es bueno tenerlo claro.

Antes se retiraba a los representantes del ex presidente bajo excusas de “razones personales” o se les presentaban cargos por malversación de fondos. Ahora, las cosas son diferentes. La destrucción del entramado institucional permitió la colusión abierta entre algunos funcionarios y miembros del crimen organizado. A García Luna se le acusó de haber recibido sobornos de las bandas del narcotráfico. El contubernio evolucionó, en los últimos años, hacia la integración de los funcionarios a las bandas criminales. De esa manera, la remoción de los contrapesos heredados conduce, inevitablemente, a destapar la cloaca en la que se ha convertido el sistema político mexicano. La coyuntura juega a favor de la presidenta: el movimiento puede quedar entendido dentro del contexto de las presiones norteamericanas por combatir lo que el gobierno de Trump ha definido como el “narcoestado” mexicano.

El respaldo morenista a Adán Augusto ¿cómo debe ser interpretado? ¿Como parte del doble juego que inevitablemente debe realizar la presidenta? ¿Cómo respuesta de otros grupos a la presidenta? ¿Adán Augusto mostró algo de músculo? ¿Y la ausencia de Andy? ¿Para evitarse problemas en un momento complejo para él y sus intereses? ¿O como el retiro del apoyo de Andrés Manuel a Adán Augusto? El miércoles Adán Augusto regresó al Senado mostrando, de manera más que evidente, nerviosismo y preocupación. ¿Permanecerá en el Senado y no habrá investigación en su contra? De ser así, ¿cómo responderá al hecho de que la presidenta, presumiblemente, haya promovido el acoso? ¿Qué seguirá? En estos días han aprehendido a un sobrino de Bermúdez y a uno de sus ayudantes cercanos. ¿Caerá Hernán? ¿Qué declarará? ¿Los memes sobre las vacaciones de Monreal son casuales, producto de su falta de discreción? ¿O hay jiribilla? Si la presidenta ha decidido empoderarse ¿tendrá ya en sus manos los hilos suficientes para evitar que su capacidad de conducción de los asuntos gubernamentales resulte mermada más aún? ¿Lo hace ahora para evitar que los efectos colaterales le cobren factura en 2027, cuando dijo que se someterá a un proceso de revocación de mandato?

El sistema fue transformado para concentrar el poder en una persona. Se desaparecieron todos los organismos que podrían limitar ese poder y a través de los cuales identificar malas prácticas y denunciarlas. Formado en el viejo PRI, López Obrador pensó que podría reproducir el modelo y ejercer el poder, tranquilamente, por mucho tiempo. Además de que nunca segundas partes fueron buenas, sus limitaciones le impidieron percatarse de que la realidad social y cultural es otra. Se podrán esconder comportamientos e información, pero en tiempos de redes sociales y de millennials, la era de la secrecía ha llegado prácticamente a su fin.

Independientemente de los resultados que arroje la coyuntura, el sistema político, el partido en el poder y las relaciones políticas adquirirán nuevas formas y dinámicas en adelante. Habrá que ver cómo los imaginarios colectivos procesan este nuevo modelo de lucha interna por el poder. 





    DEJA UN COMENTARIO