Altar Mayor
05/05/2023
A río revuelto….
Lo acontecido el fin de semana pasado, primero en la Cámara de Diputados y después en la colegisladora Cámara de Senadores, al aprobarse un paquete de iniciativas que, a decir de algunos, fueron avaladas por Morena y sus aliados sin mayor discusión, a nadie debe sorprender.
Finalmente, aunque haya quienes quieran ver las cosas de otra manera, la forma cómo se desarrolló la actividad legislativa, con todo y sus asegunes, es parte del escenario político que se vive en el país, y si bien dicho ambiente en ocasiones se torna álgido, crítico, complejo, tal vez la explicación estriba en la proximidad de los tiempos de campaña para elegir a quien habrá de ocupar la silla presidencial en el siguiente sexenio.
Y entonces vemos que dichas iniciativas, cuyo análisis se han postergado, debe dársele celeridad por una parte para demostrar que sí hubo trabajo legislativo y por otra, porque buena parte de ellas contienen ideas y propuestas sobre temas que, a decir de sus autores, tienen la finalidad de impulsar beneficios a la población y también para corregir fallas o poner en práctica otras alternativas que cumplan con esa pretensión anhelada de servir mejor a los ciudadanos.
Pero veamos: si bien la labor de los miembros de la Cámara Alta (Morena y sus aliados) que aprobaron --no obstante los inconvenientes escenificados por legisladores opositores que tomaron la tribuna del Pleno senatorial-- las iniciativas enviadas por el Ejecutivo, debe resaltarse el mérito al haberse logrado tal hazaña, pero también hay quienes creen que la actuación de los legisladores contrarios debe ser ponderada y no reprochársele por la manera como procedieron al alzar la voz.
Finalmente, unos y otros, son representantes electos por la ciudadanía y su responsabilidad los obliga a votar las iniciativas que llegan a sus manos, a favor en contra e incluso hasta les asiste derecho de abstención.
Pero algo que no debieran hacer, como suele suceder a veces, es votar por consigna o simplemente para quedar bien con alguien; tampoco hacerlo con sumisión, prescindiendo de su obligación y compromiso con quienes un día les dieron su voto de confianza.
La ciudadanía ya ha madurado y hoy el escrutinio público se sustenta en el razonamiento de calificar a quien, y quienes están haciendo una buena labor, pero también permite cambiar de opinión no para buscar un beneficio personal, sino para apoyar las buenas causas, esas que, mediante una responsable acción de gobierno, fincada principalmente en el ejercicio honesto del dinero del pueblo, en el caminar de los servidores públicos, se palpa con claridad al observar que están haciendo lo correcto.
La clase política debe tener muy presente que están en un escaparate y que definitivamente es el momento de hacer una buena tarea; una extraordinaria gestión que, por cierto, no tiene por qué hacerse a gritos ni sombrerazos, sino mediante el debate de las ideas.
Debate que es urgente, con argumentos, no con insultos ni politiquería, tampoco con revanchismo y menos haciendo a un lado una herramienta tan saludable y que sirve de mucho como es el diálogo que debe darse en forma civilizada, única forma de abrir cauces para que los mexicanos podamos vivir en armonía, con paz, seguridad, buena educación, crecimiento económico, atención con prontitud y eficacia a todos los segmentos sociales.
Es la hora de México, no hay que perderse en la estridencia, la gritería y el ruido de quienes parecería que están aplicando el viejo refrán conocido “a rio revuelto, ganancia de pescadores”.
Hay que hacer la tarea, pero hacerlo con responsabilidad, no a gritos ni sombrerazos sino mediante un debate serio, despojado del apasionamiento que muchas de las veces lo que en realidad denota no es el deseo de servir, sino más bien que lo que se está buscando solo es el lucimiento personal o el show mediático que solo es eso, estridencia vana. (altar_mayor@yahoo.com.mx)
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