Altar Mayor
Evitar el discurso incendiario…
¿Es conveniente para el país seguir con el discurso incendiario de algunos personajes políticos?
Es pregunta que suelen hacerse muchos mexicanos, a estas alturas, cuando dentro de algunos meses estaremos entrando de lleno al escenario de la sucesión presidencial.
Y es que hay casos como el del gobernador jarocho Cuitláhuac García Jiménez a quien se ve que le encantan los actos de singular exhibicionismo en sus deseos de mostrar a propios y extraños su “lealtad” institucional.
Dígalo si no cuando hace unos días, para ser precisos el pasado 20 de este mes que se está extinguiendo, el mandatario veracruzano totalmente engallado acompañado de diputados locales y funcionarios locales del vecino Estado fue a escenificar un show mediático frente a las oficinas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación dizque para denunciar las presuntas redes de corrupción que existen en el Poder Judicial de la Federación y sus decisiones “antipopulares, inconstitucionales e ilegítimas”.
Transformado casi en el Robín Hood del siglo XXI, el mandatario veracruzano espetó ante quienes quisieron escucharlo que: “las y los ministros (de la SCJN) no quieren acabar con una etapa de nefastas políticas impopulares del periodo neoliberal y rompiendo su imparcialidad, se ponen del lado del grupo conservador del país, contraviniendo las decisiones legítimas, democráticas y sobre todo de justicia de los otros dos poderes de la nación”.
En el colmo de la paradoja, al argumentar que era una manifestación “pacífica”, la prensa reportó el acontecimiento con la exhibición de pancartas con leyendas insultantes como “corte de piña podrida”, “Se venden piñas baratas”, “Norma Piña, así no se interpreta la Constitución”, “Corruptos juez cuarto y quinto de Distrito en Veracruz”, en medio de enfurecidas porras de jarochos que hasta exhibieron ataúdes y en uno de éstos, adentro una persona portaba una máscara con el rostro de la ministra Presidenta del máximo tribunal de Justicia.
Pero veamos. Hay que ir por partes: Primero, eso de que “las y los ministros no quieren acabar con una etapa de nefastas políticas impopulares del periodo neoliberal y rompiendo su imparcialidad, se ponen del lado del grupo conservador del país, contraviniendo las decisiones legítimas, democráticas y sobre todo de justicia de los otros dos poderes de la nación”, es un estribillo fácil, se requieren argumentos convincentes.
Segundo: ¿era necesario que el gobernador veracruzano tuviera que llevar un séquito de funcionarios y legisladores locales para que los ministros de la Suprema Corte pudiesen escuchar sus alegatos a los que le faltan las verdaderas razones?
Tercer y último punto: El gobernador veracruzano expresó que hoy el Poder Judicial Federal enfrenta al Poder Ejecutivo Federal que proviene de una elección que lo respalda por el voto popular mayoritario y su titular cuenta actualmente con una aceptación de más del 70 por ciento de la gente.
Pero entonces ¿de que se está hablando? O ¿o de que se trató la concentración veracruzana ante la SCJN? ¿de avalar la legitimidad de un gobierno, en este caso el Federal, o de la inconformidad del pueblo, que supuestamente estaría sintiéndose agraviado con las últimas resoluciones de la Corte?
Lo que sí parece evidenciarse es que, por más adornos que el gobernador Cuitláhuac García les ponga a las razones de la concentración que convocó, por la manera como ésta se desarrolló para el ciudadano común el evento no fue más desfiguro cuando lo que se requiere con urgencia es el diálogo nacional y no los gritos ni sombrerazos.
Pareciera ser que, pretendiendo ganar “gracia” mandatarios como el de Veracruz, insisten en echarle combustible al fuego, en plena contradicción a los frecuentes exhortos del Presidente Andrés Manuel López Obrador cuando señala –inspirado en el ideario de Benito Juárez— que “nada por la fuerza, todo por la razón y el derecho”. (altar_mayor@yahoo.com.mx)