América Latina: el retorno de la izquierda; entre el neoliberalismo y la incertidumbre

América Latina: el retorno de la izquierda; entre el neoliberalismo y la incertidumbre

*El triunfo Gabriel Boric en Chile, ¿una patada al modelo concentrador?

*López Obrador y los aliados posibles para un nuevo proyecto regional

*Erradicar o atenuar la corrupción, la urgencia de un diagnóstico certero

ESTE 2021 cierra con dos importantes noticias relacionadas con el avance de la izquierda (algo ya muy difícil de definir en la clasificación ideológica) en América Latina: el triunfo de Xiomara Castro en Honduras, al frente del Partido Libertad y Refundación, y la abrumadora victoria de Gabriel Boric en Chile, quien encabezó la candidatura del Partido Convergencia Social y una amplia alianza progresista. Ambos asumirán la Presidencia de sus respectivos países en 2022; una en enero y otro en marzo.

El caso de Castro y Boric son relevantes por las coincidencias que tienen en su discurso con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador en el poder desde hace tres años y que ha tenido que confrontar el discurso de campaña con el de gobierno.

Durante este 2021 hubo también elecciones presidenciales en Ecuador, Perú y Nicaragua.

MERCADO O SOCIEDAD

EN ECUADOR ganó el conservador Guillermo Lasso, quien cortó una racha de triunfos de la coalición de izquierda con 15 años en el poder en ese país petrolero; en Perú llegó al poder Pedro Castillo, un maestro rural apoyado en un partido que se define como de izquierda marxista (Perú Libre). Castillo ha declarado abiertamente sus coincidencias con López Obrador, incluso asumiendo posiciones más radicales.

Nicaragua es un caso aparte. Daniel Ortega arribó al poder apoyado en un movimiento guerrillero y un gran movimiento popular para derrocar al dictador Anastasio Somoza; al ganar las elecciones en 1985 dio la espalda a sus compañeros de lucha; tras gobernar cinco años, retornó al poder en 2007. Con su “triunfo” este año (7 de noviembre), Ortega tiene en su haber tres reelecciones y un quinto mandato. Ya no se le identifica con la denominada izquierda.

Volvamos al caso de Chile. Resulta simbólico. Representó con Salvador Allende a principios de los setenta una propuesta esperanzadora de equilibrio y justicia social rota abruptamente por un Golpe de Estado sangriento encabezado por Augusto Pinochet. Se impuso entonces lo que ahora se conoce como “neoliberalismo”. Ese país se convirtió, bajo la férrea mano de los generales y la intervención estadounidense, en modelo de una economía opuesta al interés de las mayorías y dominada por el mercado.

En la reacción contra el neoliberalismo se han colocado Bolivia, El Salvador, Argentina y Venezuela, aunque con prácticas contradictorias. La ruta de izquierda también parece regresar a Brasil y Colombia que tendrán elecciones en el 2022. También se votará en Costa Rica donde actualmente gobierna un partido que se asume como progresista (Partido Acción Ciudadana); aunque este pequeño país ha estado alejado de las pugnas regionales.

Al cierre del año, el mayor anclaje de la ultraderecha se encuentra en Brasil, con Jair Bolsonaro, en el país más extenso y poblado de Latinoamérica. En este continente ha habido oleadas de progresismo y un contra ataque conservador, así como el fracaso de enormes expectativas.

Dijo el poeta John Donne (1572-1631) que “ningún hombre es una isla”. Con más razón podemos decir que “ningún país es una isla”, algo que deberá tenerse en cuenta con el neoliberalismo convertido en un modelo globalizador. La moneda está en el aire.

LUCES Y SOMBRAS

ERRADICAR la corrupción es la principal tarea que se autoimpuso López Obrador. En 2018, la lucha contra la corrupción fue bandera electoral y nadie pudo arrebatársela, biografía de por medio.

Le decía en un comentario anterior que pese a la importancia del tema corrupción para AMLO y la 4T, se percibe en la arena pública que no hubo diagnóstico estructural sobre cómo eliminar estas prácticas nocivas en los diversos frentes. Hay un énfasis discursivo difícil de aterrizar en la realidad. Desmontar la corrupción es cuestión operativa, pero también una labor cuesta arriba. Son demasiados los incentivos para el “cómo nos arreglamos”.

En la burocracia no se dimensionó la complejidad de la estructura. Se habló de descentralizar secretarías, que en realidad es una desconcentración. Utopía territorial, poco se conoce de esa intención estructural para optimizar recursos públicos. Se han hecho algunos ajustes, insuficientes para garantizar servicios que sean inmunes al verbo ‘transar’ en la estructura federal de gobierno. 

AL MARGEN

PREGUNTA no tan ociosa: ¿desconcentrar permitirá desmantelar las redes de la transa y el moche?

Escribió José Bianco en La Jornada que el neoliberalismo es un modelo que se basa en la corrupción. Es también una tesis que sostiene AMLO para contraponer economía neoliberal y economía moral. Vamos a la mitad del camino en la que comienzan hablar los hechos, como quería el clásico. (vmsamano@hotmail.com)