Apuntes de un viejo profesor: educar con modelos e historias (I)

"¿LE MOLESTO? Me gustaría platicar con usted"

"¿LE MOLESTO? Me gustaría platicar con usted", me dijo. Eran como las 4 de la tarde, y yo estaba comiendo en la cafetería de la SETAB. Era un maestro que luego supe trabajaba en el municipio de Jonuta (a 161 km de Villahermosa). "No, no me molestas. Si me molestara no comería aquí, sino fuera a otro lugar". Y se sentó y me platicó sobre sus propuestas en educación. Lo escuché con mucha atención. Y él refería que se debía de enseñar con base a modelos e historias míticas o reales, que muevan al educando a pensar, reflexionar y a la superación. Y me contó una de esas historias.

"MILÓN DE CROTONA, en Grecia, era un niño flaco que anunció, siendo burla de todos, que él llegaría a participar en los juegos de Olimpia. Todos quienes lo escucharon se rieron. Todo esmirriado, ñengo, dirían por acá, no le veían futuro ni posibilidad en ese anuncio tan aventurado. Solo que días o semanas después lo veían cargando en los hombros un becerro pequeño de su casa al trabajo y del trabajo a su casa. Al paso de los días el becerro iba aumentando de peso, y con el paso de las semanas y los meses, aumentaba más y más. De tal manera que becerro y Milón iban desarrollando ambos, en lo que se le llama "principio de la progresión". A mayor carga mayor desarrollo, y a mayor desarrollo mayor carga. La disciplina y el esfuerzo siempre darán sus frutos.

DE TAL MANERA QUE al año y medio el becerro ya era un torete y luego un toro de 400 kilos, que era lo que ya lograba cargar este mítico muchacho Milón, de tal manera que cargando dicho animal llegó a la coliseo donde se efectuaban los Juegos Olímpicos, dejó a un lado el animal (se dice también que, cruel, lo mató de un golpe) y se enfrentó a sus rivales, quedando campeón de la justa deportiva. Y siguió de campeón durante 25 años, no solo en dichos y afamados juegos de la ciudad de Olimpia sino en todas las competencias".

YO LE DIJE AL MAESTRO que estaba muy de acuerdo con él, que debería editarse un conjunto de historias de este tipo, como material didáctico, que al exponerse a los alumnos, generen reflexión que les quede como enseñanza para la vida, digamos. Es decir plantear y reflexionar sobre cada una de ellas. Y que fueran dos por mes en cada uno de los grados; de ser posible una por semana. Platicamos buen rato, yo le comenté de otras historias de ese tipo que me sé (de Diógenes y su lámpara encendida de día caminando por las calles de Atenas: lo que dijo Sócrates a sus alumnos antes de morir condenado a beber cicuta, etc) y que por supuesto deberían proyectarse películas formativas, con historias de superación, de esfuerzo, de lucha personal por emerger ante todos los obstáculos. 

AHORA CON EL INTERNET y videos educativos que circulan todo eso es mucho más fácil. Después de esa plática con el maestro de Jonuta, vi tres videos ilustrativos de adultos que recuerdan muy bien la manera como "uno" de sus maestros logró despertar en ellos esa inquietud por el aprendizaje. En uno, la persona cuenta de su maestro de matemáticas que un día pidió víveres imperecederos para calificarles el mes. El que cuenta dice que le entró terror porque en su casa no había para comer mucho menos para llevar. Al día siguiente el maestro fue llamando uno por uno a los alumnos con base en la lista, para entregar lo que habían llevado. Solo que a él (el que cuenta) lo saltó en la lista. Y antes de que terminara él decidió acercarse al escritorio y decirle: "maestro, yo no traje nada porque nada hay en mi casa". "Tu calificación va ser ayudarme a cargar todo eso", le respondió el maestro. Y ya cuando salieron con la carga de víveres, le dijo: "ya sé que en tu casa no hay nada, por eso encargué los víveres, son para tu familia, pero nadie de tus compañeros lo sabrá".

ÉL MISMO CUENTA QUE a él le gustaban las matemáticas. Y que para un fin de semana el maestro dejó un montón de ejercicios de ecuaciones y vectores y no sé qué más. Entonces los compañeros acudieron a él (al que cuenta) para pedirle que realizaran los ejercicios juntos y que él se los explicara. Y ellos cooperarían para entregarle a cambio una cantidad económica. Así lo hicieron. Sacaron todos buena calificación en los resultados. Luego se lo contó a su maestro que había ganado algo de dinero. Y el maestro, riendo, le comentó que los había puesto precisamente para eso, para que él se ayudara. Es decir: el maestro conoce a sus alumnos y sabe quién está a punto de abandonar por problemas económicos, y puede plantearlo ahora en los Consejos Técnicos escolares, para ver de qué manera se puede evitar ese abandono escolar. (Continúan estos apuntes en una segunda parte…)