Autocracia y Democracia
02/08/2025
Gobierno invisible, democracia en peligro: la vigencia de Norberto Bobbio
“No hay democracia sin opinión, sin formación de un público que reivindica el derecho de ser informado sobre las decisiones que se toman en favor del interés colectivo, y de expresar sobre ellas su libre crítica”.
Norberto Bobbio.
El mayor teórico de la democracia del siglo XX, Norberto Bobbio, claramente planteaba una contradicción tajante entre democracia y secreto. De hecho, el Fondo de Cultura Económica acaba de publicar un pequeño librito donde reúne varios de sus textos con ese tema. Y en la idea de que más que las ideologías declaradas por los gobiernos contemporáneos, si liberales o conservadores, si de izquierda o derecha, etc., lo que los caracteriza de hecho es su forma de relacionarse, es decir de comunicarse con la sociedad, de establecer las relaciones normales entre gobierno y sociedad entre ciudadanos o pueblo y gobernados, la cuestión de la transparencia o secreto adquiere una gran importancia. Un gobierno que maneja sin transparencia sus criterios y formas de tomar decisiones, de decidir acciones; a pesar de haber sido electo por votación universal, se convierte en lo que Bobbio llamaba un gobierno invisible manejado por un poder invisible. Todo lo contrario a la democracia.
Una diferencia básica que exponen los teóricos políticos es la diferencia entre querer un buen gobernante, tal como lo exponen los textos orientales como el I Ching o el Arte de la Guerra de Sun Tzu, un buen emperador que sepa interpretar lo que el pueblo quiere o necesita, y decide sin consultar con nadie; y la versión occidental de la democracia en donde mediante una deliberación y una votación todos los ciudadanos se enteran de todos los elementos o versiones de una cuestión y tras la participación de las mayorías, se vota y se toma la decisión de las mayorías. Como explica Cornelius Castoriadis esto implica la idea de la autonomía del ser humano, sin la existencia de seres perfectos o superiores que tengan una verdad absoluta, aunque con la fe cívica, entonces, -como lo proponía el verdadero Maquiavelo, el funcionario republicano, no el consejero del Príncipe- el conjunto llegaría lo más cercano a soluciones en el sentido de lo que Aristóteles y Santo Tomás llamaron el bien común.
Tenemos entonces que puede haber gobiernos con las mejores intenciones de lograr la igualdad y justicia social -como los comunistas de todas las épocas- pero que de hecho funcionan como autocracias en las que las deliberaciones se realizan a nivel estrictamente interno, y aunque se mantenga formalmente un sistema de consulta permanente con el pueblo, las decisiones se toman de manera secreta con lo que tienden a convertirse justamente en esos gobiernos invisibles que acusaba Bobbio. Aunque cabe mencionar que tal proceso muchas veces se ha debido a una condición de violento acoso del exterior, esa conversión en autocracia ha significado la derrota y desviación de los principios discursivos del movimiento o gobierno incluso desde la Comuna de París. Se convierten en autocracias que gobiernan ante sí y para sí, y llegan al grado de confundirse y creerse que “son” el pueblo aunque a éste ya no lo ven o califican toda divergencia u opinión diferente como enemiga o agresión.
Esta eliminación del diálogo real en la vida social y política elimina de hecho la existencia y posibilidad del espacio público que está en la base de la democracia. La democracia sólo existe si hay diálogo entre el pueblo, los ciudadanos y los miembros del gobierno en espacios públicos que pueden ser físicos, verbales, escritos, virtuales, radiales y televisivos, siempre que realmente coincidan en estos diferentes actores con sus diferentes perspectivas y distintas propuestas y las decisiones sean tomadas de una manera transparente con base en la mayor cantidad de información y alternativas de cada situación. Un gobierno fuerte desde esta perspectiva, no es un gobierno impermeable que no cambia de opinión y guarda información privilegiada; sino, justamente, un gobierno transparente y permeable a las opiniones, perspectivas, propuestas e ideas del pueblo, los ciudadanos y la sociedad civil. Un gobierno ágil y dúctil en relación a los gobernados. Implica por lo tanto no sólo estar bien informado, sino informar bien. Para Bobbio democracia es “el gobierno del poder público en público”. Un ejemplo muy claro es la enorme importancia que tienen ahora -en la “sociedad del riesgo”- los hechos y la información científica en general y por lo tanto la permeabilidad y calidad de criterio y oportunidad que un gobierno debe tener frente a ésta.
Un gobierno autocrático, que por acoso, debilidad, arrogancia, inseguridad o cualquier otra razón no es capaz de dialogar con la sociedad más allá de sus propios términos y formas, es un gobierno débil que irremediablemente fracasará más temprano que tarde.
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