OPINIÓN

Diálogo o Gaslighting
23/07/2025

Dos formas contrapuestas de la Política Contemporánea

Más allá de las enunciaciones ideológicas de izquierda o derecha, liberalismo, conservadurismo, anarquismo, fascismo, etc. en el siglo XXI están tomando más importancias las disyuntivas sobre formas concretas de comunicación política. Una que es de la mayor importancia y que, por ejemplo, hoy está teniendo gran auge en Estados Unidos como una división que atraviesa transversalmente el tradicional bipartidismo, y en México, al contrario -divide la tradicional tendencia al partido único y a la unanimidad- es la diferencia que podemos llamar entre el diáloguismo y el gaslighting (que es una forma específica de manipulación). Y tiene su contraparte en seguir o apoyar por consigna, o por convicción y razón.

         De acuerdo con el filólogo ruso Mijaíl Bajtín podemos identificar el diálogo como “voces que cantan diferente un mismo tema. Es la polifonía que descubre el carácter polifacético de la vida y la complejidad de las vivencias humanas”. Se trata de la presencia de varias voces que interactúan en un devenir ininterrumpido (Patricia Espinoza, Aportes de Bajtín a la crítica dialógica, Aisthesis 27, 1994). Explica Bajtín que la novedad de la novela de Dostoyevsky es que no tenemos un discurso continuo en donde la exposición de un discurso o tesis del autor compone o armoniza las voces y caracteres de los personajes; sino que, al contrario, incluso se puede decir que ocurre una “carnavalización”, porque cada personaje no sólo tiene un propio discurrir y sentido, expresa un discurso propio independiente de los otros. El dialogismo entonces es la presencia y el intercambio en un mismo espacio, dimensión y momento de esos diferentes actores con sus distintos discursos, sentires, visiones y objetivos. Esa diversidad al ocurrir simultáneamente y lograr un intercambio efectivo. Una verdadera acción comunicativa -en términos de Jürgen Habermas- constituye una relación democrática que llega a un acuerdo o consenso que es diferente a la posición de una sola de las partes, o a la mera sobreposición de las diferentes versiones, sino que implica la creación de algo nuevo (así describía Carlos Lenkersdorf la lógica comunitaria de las asambleas tojolabales). Siguiendo a Habermas y (Hannah) Arendt, según Nora Rabotnikof, sólo en ese momento se realiza y existe “lo público”, sin diálogo, no existe.

         Esto, claro, supone que las diversas partes buscarán convencer a las otras, pero sin recurrir a la deshonestidad que implica la manipulación y las diferentes formas de engaño. Una forma que se ha desarrollado mucho, sobre todo desde la invención de la propaganda mediante medios de comunicación masiva centralizados, es algo que se describió primero en las relaciones personales de los matrimonios y que tomó nombre por una película: el gaslighting. Que sobre todo busca manipular a la persona o a los pueblos convenciéndolos de que no tienen una visión adecuada de la realidad, y en un segundo nivel, que no tienen la capacidad para llegar a esa visión.

Contra la idea democrática de que hay diversas realidades y una realidad común por la interacción de los diversos sectores, en este caso se trata de desde una posición de ventaja o poder, de descalificar las capacidades de los otros participantes y así imponer una sola definición de la situación, problema y solución basada en el engaño y la mentira.

         Por ejemplo, Donald Trump prometió que haría pública la lista de los clientes del pederasta Jeffrey Epstein que invitaba a políticos, empresarios y jefes de estado a orgías con menores de edad en sus ranchos e isla privada. La Jefa del Departamento de Justicia dijo que tenía esa lista sobre su escritorio. Pero desde la semana pasada Trump, su gabinete y noticieros, cerraron filas diciendo ahora que la lista no existe ni existió y que decir lo contrario es un invento de los adversarios. En su gran cinismo acusa a otros de decir lo que él mismo dijo sin importarle que ahora existan videos donde se registra todo lo que se hace y dice públicamente.

         Ya desde la segunda guerra mundial George Orwell había señalado la lógica, manual y sentido de este tipo de manipulación: “el partido podía echar mano al pasado y decir de este o aquel acontecimiento: “Nunca Ocurrió”…El Partido afirmaba que Oceanía jamás había sido aliado de Eurasia. Él, Winston, sabía que Oceanía había estado aliada…4 años antes. Pero ¿existía ese conocimiento? Sólo en su propia conciencia…Y si todos aceptaban la mentira impuesta por el Partido…la mentira pasaba a la historia y se convertía en verdad. “Quien controla el pasado -decía la consigna del Partido- controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”. “Ni siquiera se trataba de una falsificación. Era solo sustituir un disparate por otro.”

         El diccionario de política define al gaslighting como la manipulación psicológica para influir en la opinión pública distorsionando la realidad mediante la negación de los hechos, la minimización de los errores, información falsa o creación de narrativas que contradigan la verdad objetiva. Implica: negación de la realidad, inversión de la culpa, desacreditación de voces críticas. Sus consecuencias son: desconfianza hacia las instituciones, división social, pérdida de la verdad, aumento del cinismo y la apatía.

         ¿Cómo protegerse? Se recomienda informarse con varias fuentes confiables y verificar la información, cuestionar la información, analizarla, buscar distintas perspectivas sobre un mismo tema, confiar en la propia intuición (German Gorraiz, Revista Panorámica, 14 sept., 2023). Yo agregaría, aplicar la lógica y recurrir y confiar en la memoria individual y colectiva: es crucial mantener la memoria.

        





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