¿Y de ahí?: Barbie, excelente espejo de que todos tenemos una ideología

En los últimos días, el tono rosa Barbie y la película recién estrenada se encuentran hasta en la sopa

En los últimos días, el tono rosa Barbie y la película recién estrenada se encuentran hasta en la sopa. Se subieron al tren del meme hasta el Ayuntamiento de Jalpa de Méndez con espacios para que las personas se tomen fotos en decoraciones alusivas a la película y la diputada federal por Tabasco, Karla Rabelo, quien lució el estilo de la muñeca con un vestido y un minicooper rosa. La película recaudó 337 millones de dólares en sus primeros tres días en taquilla.

Parte del éxito de la fiebre rosa ha sido la polémica, porque Barbie no es una película para niños, ni siquiera para niñas, sino que parecería más dirigida hacia los padres en su planteamiento feminista. Hay quien defiende que toda la filosofía de Barbie se basa en ese planteamiento y que ha sido considtente con él desde los inicios de la marca, sostienen que quienes jugaron con Barbie saben que el automóvil era de Barbie, no de Ken, que el propio Ken no era necesario para jugar, pero la muñeca sí era esencial porque mostró a las niñas que pueden llegar a ser lo que quieran ser. A lo largo de su historia, Barbie ha acumulado más de 200 profesiones; ha sido doctora, maestra, científica, veterinaria, nadadora, futbolista, pediatra, empresaria en diversos giros, granjera, bombera, chef, cantante, guitarrista, abogada, astronauta y casi cualquier ocupación digna que uno pueda imaginar.

Otra ala del feminismo les critica por mercantilizar el movimiento y acusan a las fanáticas de ser feministas de cartón o de plástico, de seguir una moda que dicta estrictos cánones de belleza que muchos años fue racista y poco incluyente. Critican a Barbie de contribuir a un estereotipo de una mujer funcional pero hueca, sólo preocupada por su belleza exterior, que influyó en que muchas niñas y mujeres crecieran aspirando a tener un cuerpo con características irreales, inalcanzables y nocivas.

Las críticas a la película por profundizar una supuesta manipulación mediática o pretender imponer cómo vestir y comportarse han sido muy fuertes desde un sector profundamente conservador. Uno de ellos, el comentarista Ben Shapiro, incluso se tomó la molestia de comprar una muñeca Barbie y un Ken para quemarlos con todo y carro como protesta tras ver la película. ¿Por qué tanta violencia en la reacción de este grupo?

Sucede que creen en la idea conspiracionista de que la película de Barbie es un esfuerzo más de quienes impulsan un “nuevo orden mundial” en el que se desprecia y desvirtúa a la masculinidad y a los hombres, que piensan que un varón vestido de rosa es un peligroso avance de quienes buscan que el futuro sea feminista y sexualmente diverso; creen que es un atentando directo contra su convicción conservadora y piensan que deben defender la familia tradicional, el papel esencial de los padres en estas familias como protectores de los niños, de su moral y de su fe. 

Ellos temen que Barbie legitime que un hombre se vista de mujer, una postura que contrasta con la de aquelos que celebraron como un ejemplo de masculinidad positiva al señor Eleazar Rodríguez, quien se puso un tutú, blusa y sombrero rosa para acompañar a su hija a ver la película. A su vez, esa experiencia fue opuesta a la de Ernesto Romanov, quien fue vestido de top y sandalias rosas con pantalón beige y que antes de salir de la función descubrió que le habían tomado fotos y lo convirtieron en memes para burlarse de él. Claramente un doble rasero, según el cual está bien que un hombre use hasta falda si lo hace por su hija, pero es gay o les parece mal.

Barbie ha sido un excelente espejo en el cual constatar que todos tenemos una ideología, es decir, una forma de pensar cómo debe ser el mundo. Habrá que respetar las decisiones de las personas así como su derecho a comentar lo que quieran, así como a cuestionarnos si detrás de las críticas hay discriminación u homofobia, o si una película puede en verdad hacer algún daño a la sociedad.