Cuaderno de notas

Tren Maya

He contado los días para subirme al tren. En un libro que escribo sobre viajes por Colombia y Costa Rica, países en los que he usado vagones para desplazarme de un sitio a otro —de Bogotá a Zipaquirá y de San José a Cartago— cuento la experiencia de conocer localidades, degustar comidas y de dialogar con bogotanos y ticos. Esta vivencia —así como la del noroeste mexicano a bordo de El Chepe— estoy por vivirla en el sur cuando suba al Tren Maya en Palenque, la estación más cercana al sitio en que vivo.

En otros pasajes personales —que también incluiré en el libro viajero a publicarse en 2024— describo mis recorridos por el sureste mexicano: con la mochila a cuesta y con el Cuaderno de notas a mano, viajes que he hecho solo y con familia. Lo hice viajando en la batea de una camioneta, en autobuses, en embarcaciones a través de ríos y lagunas, en automóviles prestados y propios. Lo hice, sobre todo, para escribir de las poblaciones y tradiciones de Chiapas, Campeche, Quintana Roo, Yucatán y Tabasco. Ahora, deseo emprender el viaje por el corredor maya de México, y registrar —con otro enfoque— el desplazamiento “por los caminos del sur”, retomando el título del libro fotográfico de Jaime Ávalos.

Por esta razón, es indudable, que en algún momento el mexicano como el extranjero, abordará sus vagones y descenderá en estaciones y paraderos del ferrocarril. Si uno mira con atención la ruta en el mapa, podrá hacerse el circuito entre Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo, y viceversa.

Por ejemplo: hace dos décadas conocí Chichen Itzá, y hace una, Calakmul, ambos viajes en automóvil; sin embargo, esta vez quiero conocer otros sitios arqueológicos o volver a los ya visitados, disfrutar de diversas playas y de paisajes selváticos, próximos a las estaciones de esta locomotora y sus vagones que comenzarán a moverse, al público, en diciembre próximo.  

En los últimos meses he prestado atención al desplazamiento que hará la máquina a lo largo de mil 500 kilómetros, un recorrido que contempla 40 municipios y 181 localidades, pues recordemos que habrá estaciones y paraderos, es decir, puntos intermedios. Si hablamos del tramo primero, Palenque-Escárcega, este contará con cuatro estaciones (Palenque, Chiapas; Boca del Cerro y el Triunfo, Tabasco; y Escárcega, Campeche) y dos paraderos (Tenosique, Tabasco; y Candelaria, Campeche), poblaciones que requerían de una gran inversión para fortalecer sus economías.  El Tren Maya acortará las distancias, y a bajo costo, en sus otros tramos (Escárcega-Calkiní-Izamal-Cancún-Puerto Morelos-Tulum-Chetumal) y generará más empleos en la región, así lo dicen los testimonios que he escuchado al respecto.

Si bien se han hecho observaciones sobre las afectaciones ambientales ante los trabajos realizados en la zona, el Tren Maya representa la posibilidad de unir a las poblaciones sureñas, generando con ello más tráfico de turistas, y una derrama económica.

Comprendo que muchos no harán uso del tren ante sus críticas, pero para los que poseemos un alma viajera, y con fines de hacer un registro escritural, fotográfico y videográfico, se traduce en una oportunidad de narrar —o solo disfrutar— este desplazamiento ferroviario.

Hace poco recordaba la vez en que Álvaro Mutis y Gabriel García Márquez, escritores colombianos, ingresaron a Estambul por barco, pues ya lo habían hecho vía aérea y por separado, días previos a la entrega del premio Nobel de Literatura al autor de Cien años de soledad. En esta ocasión, sentían un placer especial por acercarse a la ciudad multicultural, no desde el aire, sino por medio de un navío. La perspectiva era otra.

Evocaba esto al repasar en mi memoria aquella vez que llegué a Ciudad del Carmen, Campeche, a bordo del San Cristóbal, a través del río desde el pueblo mágico de Palizada. En el muelle carmelita ya nos esperaba el escritor ecuatoriano Fernando Nieto Cadena, sorprendido porque, Juan de Jesús López, Jaime Ávalos y yo, habíamos navegado durante ocho horas en aquella embarcación desahuciada. Con esa capacidad de asombro, cuando vi a lo lejos la antigua Isla de Tris y a los delfines entrando y saliendo del agua, quiero volver a mirar el sur y testificar si la obra cumplió su propósito. Sin embargo, un viaje es un viaje, y del viaje siempre nos queda una experiencia a contar.

Nota al pie

Cuaderno de notas se publica lunes y viernes en las páginas de Diario Presente.

@Librodemar