Apuesta por la Descarbonización

México mantiene un firme compromiso para reducir incondicionalmente el 22% de sus emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030 e iniciar la descarbonización de su economía a partir del año 2026

México mantiene un firme compromiso para reducir incondicionalmente el 22% de sus emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2030 e iniciar la descarbonización de su economía a partir del año 2026. El reto es cómo cumplir la meta y multiplicar las inversiones hacia proyectos que nos permitan acelerar el paso hacia las energías verdes.  

En esa ruta, resulta trascedente revisar la forma en que otras naciones han venido avanzando en el tema, como es el caso de Estados Unidos, una nación que ha asumido un papel protagónico en la arquitectura energética del nuevo milenio, porque a la par de convertirse en un gigante petrolero, ahora cuenta con plan para la descarbonización del transporte.

Su estrategia comprende la movilidad de personas y bienes por tierra, aire y mar.

El Plan Nacional de Estados Unidos para la Descarbonización del Transporte se enmarca en la Ley de Reducción de la Inflación, misma que considera subvenciones y financiamiento para proyectos de energía limpia y climáticos que contribuyan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Otro elemento más es su Ley de Infraestructura Bipartidista, que considera inversiones en proyectos carreteros y autopistas, con un enfoque orientado a la mitigación del calentamiento global, promoviendo inversiones en autos eléctricos y cargadores en vías de comunicación. 

Lo que buscan es materializar la integración de un sistema de movilidad con resiliencia, equidad y seguridad, que se traduzca en la creación de empleos bien remunerados y el fortalecimiento de la independencia energética del vecino país del norte. 

El Plan también es producto de un trabajo multisectorial, ya que congrega en su diseño a las secretarías de Energía, Transportes, Vivienda y Desarrollo Urbano, así como a la Agencia de Protección Ambiental. 

Es así como consensuaron un enfoque integral institucional para encarar la crisis climática y cumplir con los objetivos planteados por el presidente Joe Biden, en aras de transitar hacia una red eléctrica totalmente limpia para 2035 y de cero emisiones netas de carbono para 2050.

El diagnóstico partió del entendimiento de que el sector transportista emite un tercio de todas las emisiones de gases efecto invernadero, afectando la salud de millones de estadounidenses y sobre todos a los más pobres, además del costo financiero del transporte.

“El sector del transporte doméstico representa una gran oportunidad para reducir de forma drástica las emisiones que aceleran el cambio climático y reducir la dañina contaminación”, advirtió en su momento la titular de Energía, Jennifer Granholm.

Para ello, plantean la necesidad de múltiples estrategias, recursos, soluciones y tecnologías, así como una coordinación estrecha entre las esferas públicas y privadas, estableciendo tres estrategias claves para reducir los gases de efecto invernadero.

Uno) ordenamiento territorial para evitar grandes desplazamientos; dos) mejorar la eficiencia de manera asequible, eficiente y confiable del transporte público y privado; y tres) la transición hacia opciones limpias en la movilidad. 

Para entender esta apuesta por la descarbonización, debemos tomar en cuenta que la Unión Americana constituye uno de los principales contaminantes del planeta. De acuerdo con la BP Statistical Review of World Energy 2022, Estados Unidos contribuyó con el 13.9 % de las emisiones de carbono a nivel global en 2021.

Y en esa medida tienen que ser los esfuerzos que debe desplegar para atender el llamado de la ONU a los países industrializados, a los que conminó a tomar decisiones políticas duras y evitar dirigirnos a un aumento de temperatura global de 2.8 grados. (Presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados)