OPINIÓN

Desde la geopolítica
15/10/2025

Los 20 puntos de Trump (II)

*Una paz con sabor a neocolonialismo

Todos los temas mencionados en nuestra entrega anterior, escrita antes de la firma del acuerdo de paz y alto al fuego en Gaza (Palestina), se dirimieron durante las negociaciones en Sharm el-Sheij, Egipto. Hasta el momento de elaborar este texto, el punto del intercambio de rehenes avanzó, pero tiene trabas logísticas. La propuesta del desarme había sido rechazada por Hamás, insistiendo en que solo las depondrán cuando acabe la ocupación. También, el grupo militante busca que existan garantías reales de que Israel se retirará por completo de Gaza. Y claramente se oponen a una Gaza administrada por fuerzas extranjeras. En lo que sí habían avanzado es en la participación en el gobierno, ya que Hamás ha reconocido no participar directamente, pero mantiene su derecho a la resistencia por todos los medios.

Aunque la propuesta de Trump es una base estratégica, aún falta mucho camino por recorrer. Otro de los meollos del asunto es que la paz viene impuesta desde arriba, desde un actor externo, desde la potencia hegemónica en declive. Si esto se analiza desde una óptica decolonial, el plan de 20 puntos es una propuesta de paz imperialista. Es una paz impuesta, que reproduce una lógica de tutelaje, semejante a los tiempos del Mandato Británico de Palestina.

Al sugerir una autoridad "tecnocrática y apolítica" se niega la agenda política de las diferentes facciones de Palestina. Y al decir "Hamás y otras facciones acuerdan no participar en la gobernanza de Gaza, ni directa ni indirectamente, ni de ninguna forma", se está privando la posibilidad de construir un rumbo genuinamente palestino. Peor aún, se posterga el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, al decir que "A medida que avance el desarrollo de Gaza y se ejecute fielmente el programa de reforma de la Autoridad Palestina, podrán finalmente darse las condiciones para una vía creíble hacia la autodeterminación y la creación de un Estado palestino". 

Existe otro vacío preocupante en los detalles de la Fuerza Internacional de Estabilización, al respecto, Craig Larkin, profesor del King´s College de Londres, plantea las siguientes preguntas: "¿Quién contribuirá a la propuesta Fuerza Internacional de Estabilización? ¿Quién financiará la reconstrucción de Gaza? ¿Cuál es el plazo? ¿Y cuál es el camino hacia una auténtica soberanía palestina y un futuro Estado palestino?". Asimismo, no se específica si esta fuerza internacional pasará por Naciones Unidas o será establecida únicamente por ciertos países.

En el plano económico, el "desarrollo" de Gaza quedará supeditado a la inversión extranjera y la lógica neoliberal de las potencias. Así como le pasó a Alemania después del Plan Marshall y a Japón, luego de la Segunda Guerra Mundial. Y como si fuera un insulto, Tony Blair estará como garante de paz, el mismo que promovió la guerra de Irak. Ahí la paradoja, los responsables de las intervenciones, aparecen como arquitectos de la reconstrucción.

Esto no es paz, es neocolonialismo. Es casi la misma receta que usaron después de invadir Irak en 2003. Y si se toma ese ejemplo como lección, esto no trajo paz, sino una mayor radicalización y la aparición de Al Qaeda y posteriormente del Estado Islámico. Allí la "reconstrucción" no pacificó, sino que multiplicó los frentes del conflicto. La paz impuesta generó nuevas guerras. La diferencia en Palestina es que allí ya surgió la OLP, la ANP y luego Hamas. ¿Quién surgirá ahora? Cuando ya no queda nadie, porque Israel ha extendido el genocidio.

El diálogo interreligioso es quizá una de las propuestas más mediadoras, que puede servir como fórmula de pacificación. No obstante, el punto más crítico del plan es que sin representación palestina, todo gobierno impuesto desde fuera tendrá un vacío de legitimidad que tarde o temprano será cuestionado.

Entonces, ¿a quién beneficia el plan de Trump? A él, a la parte de Hamás que acepte desmovilizarse o los salvoconductos, y sobre todo a Israel, porque le garantiza que no existirá un Estado palestino en el corto plazo. ¿Quiénes salen tablas? Netanyahu, que podrá vender esto como una victoria sobre Hamás, pero ya enfrenta críticas desde el ala más ultraderechista de su gabinete: Bezalel Smotrich, Ministro de Finanzas, e Itamar Ben-Gvir, Ministro de Seguridad Nacional. También sale tablas la ultraderecha israelí, que no podrá anexionarse Gaza, pero quedará contenta al saber que no existirá Estado pronto.

Para mí, la parte más crítica es esta: el acuerdo posterga la construcción de un Estado Palestino, para cuando sea viable. Esa retórica de "crear condiciones" observa ese Estado como si fuera un proyecto hipotético, no una entidad jurídica que ya existió y ya tuvo reconocimiento y territorio delimitado. Lo que se propone ahora no es una solución, sino una prórroga: mantener a Palestina en modo provisional. Y ese vacío, solo beneficia al colonizador.  Ya existía un Estado Palestino. De lo que debería de tratarse esta paz, es sobre su restauración, porque no se trata de construir algo hipotético, sino de restituir un derecho ya reconocido y que ha sido sistemáticamente violado: el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación.





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