OPINIÓN

Desde la geopolítica
19/08/2025

Desde la geopolítica

En aquellas tierras heladas de Alaska, por donde alguna vez caminaron las primeras poblaciones que llegaron a América, se extiende una ciudad rodeada de montañas cubiertas de nieve y un mar gélido: Anchorage. Fue en ese clima frío donde Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, se reunieron para celebrar la cumbre "Persiguiendo la Paz" ( Pursuing Peace, en inglés).

La base militar de Elmendorf-Richardson fue la sede de aquel encuentro diplomático, que redefinió el rumbo de la historia. La elección del lugar no fue casual: respondió a una jugada geopolítica cuidadosamente calculada. Alaska fue territorio ruso hasta 1867, cuando Estados Unidos la compró; y es también el punto en el que Rusia y Estados Unidos se reconocen como vecinos, separados apenas por el estrecho de Bering.

La dureza del Ártico y la belleza de los glaciares tiñen el paisaje de azules y blancos tenues, como si la geografía misma de Alaska imprimiera la frialdad necesaria para recalcular la relación bilateral entre Rusia y Estados Unidos. Un vínculo que, durante la administración de Biden, ocupaba un apartado exclusivo en la Estrategia de Seguridad Nacional, pero que ahora, con Trump, parece escribir las primeras líneas de un nuevo episodio.

Ese nuevo libreto incluirá varios temas pendientes que Rusia y Estados Unidos tienen sobre la mesa: el Tratado New START, el Ártico, el petróleo, las tierras raras, el corredor del estrecho de Bering y la guerra en Ucrania. Precisamente este último punto ha despertado suspicacias en Europa y en Kiev. Trump ha sido muy enfático en que esa guerra debe terminar y propuso una solución basada en el intercambio de territorios, un aspecto que para Zelensky es innegociable.

Tras su reunión, Trump y Putin emitieron declaraciones, pero no detallaron acuerdos. Según reportaron Edward Helmore y Pjotr Sauer, de The Guardian, y Steven Erlanger, del New York Times, Trump respalda un plan de paz que incluiría la cesión del Donbás a Rusia y el retiro de las tropas rusas de las regiones de Jersón y Zaporiyia.

Por su parte, Putin ofreció comentarios muy precisos sobre la dirección del proceso. Subrayó la importancia de "reestablecer un equilibrio justo de seguridad en Europa y en el mundo en general" y, en un gesto significativo, reconoció una de las demandas ucranianas: "la seguridad de Ucrania también debe ser garantizada", algo que posiblemente recaiga bajo el paraguas estadounidense, pero fuera de la OTAN. Además, el mandatario ruso fue enfático al advertir que "Ucrania y Europa no deben sabotear el proceso de paz que apenas comienza".

Aunque las declaraciones públicas no revelaron acuerdos concretos, la cumbre estuvo cargada de simbolismos que transmiten tanto como las palabras. En la diplomacia de alto nivel cada gesto, detalle y acción tienen un significado estratégico. A continuación, destaco cuatro de esos gestos que, aunque puedan parecer menores para el ojo común, en política comunican mucho. Primero, tras el saludo, Trump y Putin se subieron al automóvil presidencial estadounidense (La Bestia), pese a que el coche ruso también estaba presente. Así que ambos pasaron diez minutos a solas. Solo ellos dos sabrán lo que platicaron.

Segundo, esta fue la primera reunión entre presidentes de Rusia y Estados Unidos en cuatro años. La última había sido la cumbre Biden-Putin en Ginebra, Suiza, en 2021. A esto se suman otros factores: 1) desde 2022, Putin ha vivido un aislamiento diplomático derivado de la operación especial en Ucrania; y 2) desde el 17 de marzo de 2023, sobre él pesa una orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional, que limita sus desplazamientos internacionales. Por ello, la visita a Alaska se convierte en un símbolo que rompe esta especie de prisión diplomática.

Tercero, la delegación estadounidense estuvo integrada por Trump, Marco Rubio, secretario de Estado, y Steve Witkoff, enviado presidencial especial para Medio Oriente. La delegación rusa la conformaron el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y el asesor presidencial Yuri Ushakov. Lavrov llegó con una sudadera blanca con las letras "CCCP", las siglas rusas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. ¿Un gesto de nostalgia soviética o un mensaje explícito?

Cuarto, durante la caminata de los mandatarios, cinco aviones sobrevolaron el área: un bombardero B-2 Spirit y cuatro F-35. El B-2 es el mismo modelo que participó en los bombardeos contra instalaciones nucleares iraníes, un recordatorio sutil del poder militar estadounidense.

El Presidente de Rusia también dejó mensajes sobre el amplio potencial de cooperación entre ambos países. Señaló que "Rusia y Estados Unidos pueden ofrecerse mucho mutuamente en comercio digital, alta tecnología y en la exploración espacial. Vemos que la cooperación en el Ártico también es muy posible". Esta declaración no es menor, sino todo lo contrario, porque indicios de las hipotéticas líneas de acción futuras. Mezclar la tecnología hipersónica de los misiles rusos con los cohetes de Elon Musk podría acercar la exploración espacial y hacer que la colonización de Marte deje de ser un sueño lejano. Además, Rusia podría apoyar a Estados Unidos a fortalecer su flota rompehielos en el Ártico, estableciendo una vigilancia estratégica sobre la zona

Por último, Putin enfatizó la necesidad de "pasar la página y volver a la cooperación" y cerró con una metáfora que resume el espíritu de la cumbre: "Es simbólico que no muy lejos de aquí, en la frontera entre Rusia y Estados Unidos, exista la llamada ´Línea Internacional de Cambio de Fecha´; creo que uno puede literalmente pasar de ayer a mañana y espero que logremos también eso en el ámbito político".





DEJA UN COMENTARIO