Ecos de una vida y una cátedra
12/09/2025
Enrique González Pedrero/ Un tema: la política
De los muchos temas que abordó el maestro en su vida académica y en la práctica gubernamental, he elegido uno para esta ceremonia: ¿cómo concebía la política?
Diserta el maestro:
Una de las materias que impartí con gran entusiasmo y utilidad fue Teoría del Estado. Mi texto fue, naturalmente, La Teoría del Estado de Hermann Heller; tanto El Príncipe como este libro me fueron indispensables para entender al político y al científico de la política que escribieron temas afines... Lo que aprendí leyendo a Heller y a Maquiavelo no sólo me fue de gran utilidad en mis clases, sino en mis tareas políticas y administrativas de diversa índole. Uno de los textos con que me auxilié en el curso de Historia de las ideas políticas modernas fue Los grandes textos políticos de Maquiavelo a nuestros días, de Jean Jacques Chevallier, que publica una carta-prefacio de André Siegfried, quien afirma: "...la inteligencia política, la comprensión de esa cosa misteriosa que es el poder, las condiciones de su conquista, de su pérdida, de su conservación. ¡Toda la ciencia política, todo el arte 11 político, están ahí! En ese curso hacía hincapié en Thomas Hobbes, El Leviatán, por la crudeza con la que describía a la naturaleza humana.
Tuve la enorme fortuna de ser su alumno, de ser su ayudante de profesor, de ser su profesor adjunto y de heredar su cátedra. De mis apuntes de clase y de la preparación de los cursos, comento lo fundamental que enseñaba de los tres autores que lo apasionaban y que releía continuamente:
Herman Heller
Toda la vida en común debe ser ordenada por la política y ésa es la tarea esencial de esa ciencia, de ese arte y de esa técnica. La capacidad de obrar para fines comunes nace de la acción política organizadora que debe tener un objetivo de largo alcance: poner a la sociedad en acción. La ley fundamental de la ciencia política es pasar de la concepción del otro como posible enemigo, a la vecindad, y de ésta a la convivencia y culminar el proceso con la cooperación del otro y su inmersión a la unidad en la acción. No son políticos, en este sentido, quienes dividen, quienes excluyen, quienes marginan. La política es la creación de pactos para la actuación conjunta con miras a alcanzar objetivos planteados en consenso. En la política no hay enemigos, ésos están en la guerra; en la política, los adversarios son simplemente otros con los que convivimos, y merced a la política logramos la unidad en la acción constituyendo el nos-otros. Ésa es la política en la concepción helleriana. Toda acción que no tienda a la cooperación social no es parte de la política.
Nicolás Maquiavelo
El florentino —diserta el maestro González Pedrero— comienza haciéndose una pregunta, cuál es la fuente de su reflexión política: ¿cuál es la utilidad del gobierno?, ¿para qué sirve? En busca de la respuesta, explora la naturaleza humana. Sucede que los hombres siempre están descontentos porque nada los satisface, nada los colma. Su naturaleza los lleva a quererlo todo, pero la diosa Fortuna sólo les otorga una parte de sus deseos. Por tanto, la insatisfacción los irrita y los impulsa a criticar el momento presente, a pensar que el pasado fue mejor, y a creer que en el futuro las cosas pueden cambiar para mejorar. Éste es el dato que le sirve a Maquiavelo para sustentar la existencia del gobierno y lo que hace necesario al Estado.
El Estado existe para darle satisfacción a los gobernados, hasta donde sea posible, pero, también, para contener los interminables deseos de los hombres. Éste es el modus operandi de la política y su justificación desde la visión del florentino.
La política, pues, consiste en tratar de mantener un equilibrio, hasta donde sea posible, entre fortuna y virtud. Entre lo que no depende de nosotros, lo azaroso, lo inesperado, y lo que está en nuestras posibilidades: la inteligencia, la previsión, la prudencia. Y eso que sí nos atañe es, justamente, el Estado regido por lo que hará posible que concuerden los dictados de la fortuna con los de la razón, aprovechando las buenas rachas y paliando lo más que se pueda, las malas, pero permaneciendo siempre en guardia.
Thomas Hobbes
Hobbes es un contractualista, su divisa es: "el hombre es lobo del hombre", por tanto, ese hombre es el sustento del hobbesiano estado de naturaleza: como una guerra de unos contra todos los otros. Para no destruirnos acordamos la convivencia. Y ésa es la tarea de la política: generar acuerdos y pactos para evitar la violencia y generar una convivencia pactada.
La política, en esta corriente, es la que une, la que crea las condiciones para la convivencia y cooperación a pesar de las controversias, de las disidencias; no acepta la contienda de términos irreductibles, ni oposiciones ficticias. Para la verdadera política posición y oposición no son términos irreductibles ni irreconciliables, sino complementarios y enriquecedores para el movimiento social ordenado y encaminado a fines acordados.
Tanto Hobbes como Maquiavelo fascinaban a don Enrique porque eran los sabios del realismo crudo; Rousseau lo apasionaba por su romanticismo. Con contundencia afirmó:
La política en la concepción del realismo es la acción conciliadora de los opuestos y nunca debe alebrestar intereses, de alentar cambios por el mero afán de innovación, o de conservar por el temor a cambiar. La verdadera política es siempre no la que divide, sino la que junta.
(*Por considerarlo de interés para los lectores compartimos otro fragmento de las palabras pronunciadas por el amigo y colaborador de EGP en la apertura de una cátedra en la División de Sociales de la UJAT, el 2 de septiembre. Para facilitar la lectura se han suprimido las citas de pie de página que contiene el texto original)
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