Altar Mayor

¿De parte de quién?


¿Quién o quienes estarían interesados en socavar el ambiente de paz predominante en Tabasco hasta antes de los hechos violentos ocurridos en vísperas de Nochebuena el pasado fin de semana?.

¿En realidad se trató de una disputa entre "banditas" como se habrían calificado esas incidencias delictivas?.

Son preguntas que se hacen muchos ciudadanos quienes además coinciden en decir que si unas simples "banditas" son capaces de alterar el orden y la paz social –como ocurrió el 22 y 23 de diciembre-- sin que exista ningún detenido, imagínense ustedes si la confrontación se da con la presencia de los cárteles delincuenciales  ¿habría capacidad de respuesta de los cuerpos policiales para garantizar el tránsito y la seguridad a los ciudadanos en general?

Lo cierto es que en esos días las familias villahermosinas y de algunos municipios vivieron momentos de zozobra, temor y preocupación.

Todo inició cuando se supo por redes sociales –y no por los canales oficiales de información—de los hechos ocurridos en el exclusivo complejo residencial Club Campestre; al poco rato a esa noticia se le fueron sumando actos vandálicos en otras zonas del Estado y en la ciudad de Villahermosa. Horas después se sabría de desórdenes en centros penitenciarios como el Creset o los penales de Huimanguillo, Comalcalco, etc.

La emergencia provocó la activación de los protocolos de seguridad y encendieron los focos rojos en el gobierno estatal.

Como suele ocurrir, en casos como éstos, algunos aprovecharon para exaltar, a su manera, el problema de la inseguridad, y no faltaron quienes --tratando de llevar agua a su molino-- empezaron a emitir opiniones afirmando que Tabasco estaba en llamas con argumentos catastróficos.

Tampoco faltaron aquellos malsanos comentarios de algunos miembros de la clase política, en su afán de evidenciar lo que para ellos ha sido un fracaso, como es lo tocante a la política de abrazos no balazos frecuentemente invocada por el Gobierno de la 4T.

Un ambiente inusitado de confusión e incertidumbre, que solo pudo ser atemperado por las declaraciones del secretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez Requena quien salió al paso para desmentir haber sido víctima de un atentado dando una versión de los hechos ocurridos en el Campestre.

Así, los tabasqueños vivimos esta vez una Nochebuena diferente y por fortuna, frente al deseo de aquellos que seguramente pretendían que todo se convirtiera en un caos, la situación pudo ser controlada y el agua no llegó al rio, dando como resultado que luego de la tempestad llegó la calma.

La mayor parte de la sociedad tabasqueña reprobó estos acontecimientos sobretodo porque todos en esta región deseamos vivir en paz y tranquilidad.

Tabasco no merece vivir escenarios como los que se observan en otras zonas del país como Guerrero, Zacatecas, Guanajuato, Chiapas, Veracruz, Nuevo León, Tamaulipas, Baja California Sur, Tijuana, Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Michoacán donde las batallas entre cárteles o bandas delictivas perturban a diario la tranquilidad citadina.

Y en todo esto no podemos soslayar el hecho –ni tampoco pecar de ingenuos--  para ignorar que estos acontecimientos violentos podrían llevar un mensaje claro en la idea de contrariar la labor que en materia de seguridad, a nivel federal viene realizando el Presidente Andrés Manuel López Obrador que, por cierto, en estos días habría decidido pasar unos días de asueto en territorio tabasqueño.

Tras esos hechos, Tabasco parece estar recuperando su normalidad habitual derivado de los operativos coordinados entre las fuerzas policiales estatales con la Guardia Nacional.

Ojalá y ese ambiente siga prevaleciendo, por el bien de todas las familias tabasqueñas.

En conclusión, pasada la tormenta, la calma se hizo presente. Sin duda, los acontecimientos quedan  para el registro histórico. (altar_mayor@yahoo.com.mx)