EL CACHORRO DE LA REVOLUCIÓN

Las miradas inmediatas están en el ex gobernador de Tabasco

El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha marcado las reglas de la sucesión presidencial de 2024, y todo parece indicar que el fantasma de la “reelección” estaría desapareciendo del entorno nacional.

Anunciando “la popularidad por encuesta” como método de elección de la candidatura presidencial, ha detonado la ruta y en aparente “dedo cortado” redujo la lista de aspirantes.

Las miradas inmediatas están en el ex gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, navegando en la jungla de intereses internos de la 4T; empero a diferencia del pasado, AMLO se encamina a una sucesión sin presiones externas.

López Hernández sin embargo, juega con las estadísticas en contra del pasado inmediato. De los últimos secretarios de gobernación, sólo uno ha sido candidato presidencial y no pudo obtener el triunfo: Francisco Labastida Ochoa.

En la lista están además José Patrocinio González-Blanco Garrido, quien fue gobernador de Chiapas y a invitación de Carlos Salinas de Gortari en 1993, llegó a la SG, sus aspiraciones fueron frenadas debido al alzamiento zapatista en Chiapas.

Francisco Javier Ramírez Acuña llegó al cargo en 2006, cargo al que fue designado mientras era gobernador de Jalisco. Los gobernadores Emilio Chuayffet Chemor en el Estado de México, y Diódoro Carrasco Altamirano en Oaxaca probaron suerte en el gabinete de Ernesto Zedillo.

Con Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio Chong, quien fue gobernador de Hidalgo un año y ocho meses antes de asumir el cargo de Secretario de Gobernación, tampoco logró colarse.

Sin embargo, López Hernández conoce las reglas básicas del juego político, sabe que en política no solamente se debe estar en la rueda de la fortuna – unas veces arriba y otras abajo- sino mantener la vista en quien lleva los controles.

Sabe pues, que la 4T requiere continuidad, con un candidato de la misma ideología que el gobernante actual; ello, sin perder de vista el paisanaje y la historia misma.

Ya también ocurrió en México: el general Manuel Ávila Camacho sacó a Alemán de la gubernatura para hacerlo coordinador de su campaña presidencial confiriéndole el cargo de Secretario de Gobernación, de donde salió como su sucesor.

Alemán dio continuidad a las reglas del rejuego sucesorio con Adolfo Ruiz Cortines, quien luego de ser gobernador de Veracruz de 1944 a 1948, en julio de ese año, se hace cargo de la Secretaría de Gobernación, para de ahí, saltar a la Presidencia de la República.

Alemán y Ruiz Cortines eran veracruzanos.

En la actualidad, ya marcando sus tiempos, AMLO ha deslindado responsabilidades para atender todas las inquietudes internas en el país al Secretario de Gobernación, escenario que le permitió en las últimas semanas ejercer un liderazgo internacional e impulsarse como referente moral para los gobiernos de izquierda en América Latina.

La incorporación por cierto de AA al gabinete presidencial, le permitió frenar además la guerra de descalificaciones entre seguidores de  Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.

Como se presume pues, hasta el momento, el Presidente Obrador, tiene en sus manos el control del juego sucesorio.

KYBALIÓN.- ALEMAN Y LA REELECCION

La prensa ha jugado un papel importante en los juegos sucesorios en México. La circunstancia que orilló a Miguel Alemán a tomar el paisanaje de Ruiz Cortines, fue la cruzada en medios que alentaron su posible reelección como Presidente.

En el juego de “las tentaciones”, el grueso de la clase política y los medios de comunicación de la época alentaron su permanencia en el poder. Tan así que en junio de 1950 se anunció la formación del partido, "artículo 39 constitucional", que buscaría reformar la Constitución para permitir la reelección del presidente por "mandato popular".

Ante ello, el “cachorro de la revolución” negó durante su quinto informe presidencial estar interesado en reelegirse y habilitó los primeros nombres a sucederlo: El secretario de Gobernación, Adolfo Ruiz Cortines; el gobernador de Coahuila, Raúl López Sánchez; el secretario de Hacienda, Ramón Beteta y Fernando Casas Alemán, jefe del Departamento del Distrito Federal.

Finalmente, se decidió por el paisano.