El Disipador Mexicano
28/10/2025
Por qué aquí no prenderá la Revolución Z
PRIMERA DE DOS PARTES
En Nepal, en septiembre de 2025: se dio la primera "Revolución Z". Un gobierno sumido en la corrupción, con un desempleo juvenil superior al 20%, comete un error fatal: intenta censurar 26 plataformas de redes sociales. El régimen de K.P. Sharma Oli le quitó a la Generación Z su voz, su espacio de organización y su escape.
La respuesta fue una explosión digital que se volvió física. En días, las protestas coordinadas por Discord y TikTok escalaron hasta la quema del parlamento, la huida del primer ministro y el colapso del Estado.
Viendo esto desde México (y América Latina en sí), la pregunta es inevitable: si nuestra juventud comparte la misma rabia contra la corrupción y la misma precariedad, ¿por qué aquí no sucede lo mismo? La respuesta es que el sistema mexicano es inmensamente más sofisticado. Su estabilidad no se basa en la represión torpe, sino en un autoritarismo blando diseñado para absorber, en lugar de confrontar, las amenazas que derribaron a Nepal.
Estado Flexible, Cooptación Generacional y Fractura Social.
Primero, el Estado mexicano jamás cometería el error estratégico de la censura total. El poder blando aquí no prohíbe las redes; las inunda. Tu voz no es silenciada, es diluida en un océano de bots, influencers pagados y narrativas oficiales. Cuando un hashtag como #YaBasta se vuelve tendencia, la respuesta del sistema no es apagar Twitter, es fabricar diez tendencias nuevas desde la conferencia matutina para desviar la atención. El autoritarismo blando no construye muros, construye laberintos.
En segundo lugar, y quizás lo más importante, está la cooptación generacional. El joven nepalí sentía que el Estado solo le robaba. El joven mexicano, en cambio, vive en una simbiosis con el aparato estatal. A través de la expansión masiva de programas sociales, el Estado ha tejido una red de dependencia que abarca a decenas de millones. "Jóvenes Construyendo el Futuro", becas Benito Juárez, apoyos a madres solteras. No es lealtad ideológica, es pragmatismo clientelar. Es difícil organizar una quema de edificios gubernamentales cuando la mitad de los manifestantes potenciales cobra su apoyo en la ventanilla de ese mismo gobierno.
En Nepal, la Gen Z no tenía nada que perder. En México, el sistema se ha encargado de que millones siempre tengan algo que perder: su próxima transferencia. Esta red es el disipador de calor más eficaz contra la furia revolucionaria.
Tercero, la fractura social es un cortafuegos natural. La "Revolución Z" nepalí fue un estallido nacional unificado (propio de un país pequeño). En México, las realidades son irreconciliables. La juventud de la colonia Roma en la Ciudad de México, que marcha por el cambio climático o los derechos trans, vive en un universo ajeno al joven de la sierra de Guerrero, cuya demanda es seguridad para no ser reclutado o agua para su siembra. Las protestas de la "Marea Verde" son vistas con indiferencia en el campo, y el bloqueo de una carretera por parte de agricultores es visto como un estorbo en la ciudad. No hay una causa común, solo archipiélagos de agravios. En vastas zonas rurales, además, el Estado ha sido reemplazado por el crimen organizado, que impone su propio autoritarismo (nada blando) y aplasta cualquier disidencia (como vimos en días recientes con los agricultores en Michoacán y Guerrero).
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