Entre mexicanismos te veas

El “Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos”, en el que se presta particular atención a nuestra forma de hablar

La extraordinaria riqueza lingüística de nuestro país, tan diversa, tan variante, esa especie de ADN de nuestra cultura, está concentrada en un rico repositorio que la Academia Mexicana de la Lengua ha puesto a nuestra disposición: el “Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos”, en el que se presta particular atención a nuestra forma de hablar, es decir, el diccionario indica la realidad del uso de las voces o locuciones que posee México. 

Hay en el diccionario un “montonal” de palabras, un “titipuchal” de términos que constituyen un amplio espejo de identidad, cuya consulta resulta gozosa. No es un compendio aburrido, no tiene desperdicio, “no canta mal las rancheras”. Contiene 22 mil 333 acepciones, de las cuales 6 mil 108 compartimos con uno o más países de Hispanoamérica.

Una obra de este calado nos remite al recuerdo del ilustre tabasqueño Francisco J. Santamaría, gran lexicógrafo que tantas huellas nos dejó con el correr de la pluma. Su “Diccionario general de americanismos” (1942) y su “Diccionario de mejicanismos” (1959) son tributos al estudio paciente de la lengua, escritos con buen criterio y, para su época, bien documentados. Quizá hoy, con la posibilidad de acceder a tantos recursos de consulta, podemos afirmar que el trabajo de Santamaría fue una especie de piedra sobre la que otros lexicógrafos habrían de edificar estudios científica y metodológicamente más y mejor acabados.

Diccionarios como los aquí referidos comparten la peculiaridad de recoger aquellos elementos léxicos propios de las regiones de un país o varios países. Son esas voces que figuran en este tipo de obras por la frecuencia y por la extensión del área en que se conocen y usan. Como escribió Carlos Fuentes en el prólogo del libro “Cinco mil años de palabras”, de Carlos Prieto: “decir, hablar, es la moneda bien maculada del trato diario. Usamos palabras para amar, pedir, injuriar, exaltar, saludar. Gastamos las palabras en el roce diario del trabajo, el movimiento, el trato con amigos y extraños; el cariño con mujer e hijos, la blasfemia contra enemigos, la adulación de poderosos, la información, la noticia, la conclusión... Las palabras son la moneda de cobre de la vida diaria”.

El “Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos” es fruto de la extraordinaria labor de la Comisión de Lexicografía de la Academia Mexicana de la Lengua, encabezada por la Dra. Concepción Company Company e integrada por lexicógrafos, académicos y biólogos. Un esfuerzo interdisciplinario para clasificar gramaticalmente los modos como los mexicanos nos comunicamos, con esa singular libertad lingüística (o autonomía lingüística), a veces sin decoro.

Este amplio repositorio —asombroso por su abundancia de voces— es pieza de referencia ineludible y cotidiana. Posee la cualidad de haber sido coordinado por la Dra. Company, brillante lingüista, filóloga e investigadora, cuyos textos son referencia obligada a nivel internacional cuando se trata de estudiar los cambios de la lengua española.  El diccionario es, en sus propias palabras, “un libro de gozo y reconocimiento identitario para los mexicanos. Es una colección que demuestra que las lenguas no se deforman, pero que sí se recrean, se transforman como herramientas dinámicas, altamente flexibles y creativas”. 

Si me permiten el mexicanismo, este libro es sin duda una “fregonería”, palabra que aparece en la página 333 con el significado de “algo que causa admiración”. Es una “chingonería”, como lo había calificado antes Juan Villoro, que para el caso viene siendo lo mismo. 

PREMIO FRANCISCO J. SANTAMARÍA

Gran acierto del Ayuntamiento de Centro la decisión de entregar el recién creado premio “Francisco J. Santamaría” a la Academia Mexicana de la Lengua por regalarnos un retrato de nuestra identidad cultural. La cita es hoy viernes 30 de junio, a las 18:00 horas, en el Centro Cultural Villahermosa.