Faltos de moral

La partidocracia mexicana está en la ruta sin retorno alguno en el sendero de una descarada mediocridad entre sus instituciones y sus actores públicos

La partidocracia mexicana está en la ruta sin retorno alguno en el sendero de una descarada mediocridad entre sus instituciones y sus actores públicos, faltos de una transcendental formación ideológica que resultasen ser el andamiaje fundamental para participar en los procesos de renovación periódica -por mandatado constitucional- de los cargos electos en voluntad popular, ejecutivos y legislativos.

La carencia de estos cuadros militantes afines, forjados al interior de sus correspondientes instancias, ha dejado al descubierto el desdén de los partidos reflejado en la carencia de los perfiles idóneos que les den identidad competitiva ante el elector.

El déficit marcado respecto de personajes de fiar quedará evidenciado en ocasión de la concurrencia de las 32 elecciones locales que habrá el siguiente seis de junio de 2021; para renovar congresos, excepto en Quintana Roo, Ayuntamientos, excepto en Durango, además de 15 gubernaturas y los 500 diputados federales.

Un descrédito que arrastran no por buenos sino por traicionar a quienes le confiaron el cogobierno ejecutivo federal, local  y municipal, así como los correspondientes congresos. En vez de ello le han hurtado por generaciones el patrimonio que le pertenece a México y a las entidades del pacto federado.

Vasta con recordar a la “nueva generación de la clase priistas” honesta de la que se presumió como Javier Duarte de Ochoa en Veracruz, Roberto Borge Angulo en Quintana Roo, y César Duarte Jácquez en Chihuahua; sin dejar de mencionar a los panistas Guillermo Padrés en Sonora, y Luis Armando Reynoso Femat en Aguascalientes, y por el PRD, Narciso Agúndez Montaño en Baca California Sur así como Juan Sabines en Chiapas. Todos ellos fueron o van a la cárcel.

Parafraseando la conseja de todos conocidos: Ni son todos los que están en mención ni están todos en mención los que son; para desgracia de este país ensañado por corrupción e impunidad; y el olvido de la palabra comprometida de quienes llegaron a ser Presidente de México y gobernadores con la voluntad popular que los votó para les proveyera de los satisfactores de bienestar común.

El pragmatismo de la coyuntura se ha impuesto por sobre la identidad ideológica en la puja de una competencia electoral en el que no importa con quienes pactan coaliciones y/o alianzas o bien candidaturas comunes en la puja por hacerse del poder por el poder que enfrenta a enemigos a muerte, en vez de adversarios.

Bajo este paraguas se puede comprender que el PVEM, al principal beneficiado de la figura de las coaliciones, al pactar primero en los comicios intermedios 1997 con el PRD, luego en 2000 en la presidencial de Fox con Acción Nacional, posteriormente con e PRI desde 2003, pasando por las presidenciales de Enrique Peña Nieto y José Antonio Meade; para ahora acomodarse con Morena en la elección extraordinaria de  gobernador por Puebla.

Los Jorge, padre e hijo, González Torres y González Martínez son un ejemplo de cómo hacer negocio con los pactos políticos. Enmascarado en la bandera ecologista de la derecha que profesó siempre se transmutó hacia la izquierda para continuar en su estructura mercantilista, sin oficio ni beneficio en el acceso al poder sino que sólo busca regentearse en donde sus intereses prevalecen.

Sería bizarro, aunque todo es posible en el pragmatismo, tener para 2021 una alianza entre el PRI con los ideales revolucionario, Acción Nacional emergido como adversario al socialismo cardenista, y el PRD despendido de las filas del PRI por cerrarle las oportunidades al ala izquierda.

A la pérdida de dominancia, el interés por subsistir aun con ideologías  contrapuestas dejan ver una posible alianza adversa a un movimiento social: Morena que les humilló en 2018, este que aun en conflictos internos mantiene fuerza competitiva con influyente figura del Presidente Andrés Manuel López Obrador, aun en la controversia de sus claroscuros y decepcionante gestión en la generalidad de sus ayuntamientos.  

Haberse dejado  llevar por la convocatoria morenista de votar por sus candidatos no fue una decisión acertada del todo cuando en los hechos hay gestiones de gobiernos que en la alineación mostraron ser un fracaso, pese a ser conocido antecedente militante de ideologías partidistas adversas, pero que en la coyuntura del pragmatismo todos sumaron.

Dos gobernadores afines a la cuarta transformación: Miguel Barbosa en Puebla y Jaime Bonilla en Baja California, han demeritado la gestión administrativa, convirtiendo las suyas en un lastre que en nada ayuda al movimiento social embozado de partido.

El apócrifo documento del Bloque de Oposición Ampliada no fue sino un ridículo en el se entrampó al Ejecutivo Federal; se pensó haber descubierto el hilo negro de las estrategia asociada de los frentes de oposición cuando Morena en los comicios generales de 2018 igual optó en el pragmatismo para sumar a un partido derechista al a la izquierda conjunta con el PT, otra franquicia mercantilista que con Alberto Anaya se ha beneficiado.

La conjunción de instituciones partidistas con ideologías distintas que desembocará en otra competencia entre coaliciones bizantinas en competencia electoral hacia el seis de junio de 2021 nada bueno trae a un país con unas macro elecciones locales en las 32 entidades, las 15 gubernaturas y la renovación de la cámara de diputados federal.

El pragmatismo de las coaliciones, guste o no, se impondrá. El futuro de México como país y su pacto federado están en vilo

Bitácora

Este lunes dejó de latir el corazón de Roberto Félix López, mi amigo y hermano del alma, además de Secretario Ejecutivo del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana. Un excelente humanista.  

eduhdez@yahoo.com