Hacerle al cuento (II)

Donde nos encontremos

FUIMOS PRODUCTO de los cuentos infantiles en esa tierna edad. Nos arrullaron con cuentos. Y en la escuela nuestros maestros nos acercaron al cuento. Bien que nos lo leyeran. Bien que los encontramos en esos tesoros de papel, que eran nuestros libros de texto gratuito. Y en el camino de nuestra vida hemos encontrado otros. Contar es innato en el ser humano. Donde nos encontremos. Cuando nos encontramos. De pronto estamos contando de nuestra vida o de los otros. Le "echamos crema a los tacos", para darle emoción. Y si nos han dormido con cuentos, asimismo en el amor nos hemos y nos han acercado con cuentos. Ajá.  Esto no quiere decir que sea bueno o malo. Solo que así es. Vaya, hasta nos educan con cuentos, con algo de mitos y de leyendas.

LO DICE BIEN en su poema León Felipe, aunque por supuesto se refiere a otro conjunto de situaciones, en referencia a la educación con dogmas que tienen como meta la alienación, el adormilamiento, el mantener dormida la conciencia, y aunque eso ya es otra cosa bien distinta a "Hacerle al cuento", bien vale la alegría conocer el poema. He aquí un fragmento del poema: "Yo no sé muchas cosas, es verdad./ Digo tan sólo lo que he visto./ Y he visto:/ que la cuna del hombre la mecen con cuentos.../ Que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos.../ Que el llanto del hombre lo taponan con cuentos.../ Que los huesos del hombre los entierran con cuentos.../ Y que el miedo del hombre.../ha inventado todos los cuentos..."

DE LOS LEÍDOS en “Hacerle al cuento” (transmisión que hago vía Facebook live, cada sábado a las 2: 30 de la tarde), menciono: "Parábola del joven tuerto", refiere a que no nos conformamos con lo que tenemos, así sea una limitación física. En la de "Los diez justos", no los encontramos,  criticamos a los demás, les encontramos los errores y fallas a los otros, en la lista de justos empezamos con uno mismo. En "Sobre los cinco panes", estamos de acuerdo en todo lo demás, menos en lo que nos afecta, ejemplo el panadero que se queja. En "La muerte tiene permiso", el maltrato al campesino, la vida miserable, y la sed de hacer justicia con la propia mano. Y "El marido que perdió la cabeza por su mujer", fantasía sobre el alcohol y las vicisitudes del matrimonio.  Y así cada uno de ellos.

ENTRE LOS PENDIENTES por leer está el de León Tolstoi, escritor ruso, "La cantidad de tierra que el hombre necesita", y trata de la ambición de tener siempre más. Uno del maestro Rodolfo Lara Lagunas, que ahorita no recuerdo el nombre, pero trata de la pobreza, la injusticia y del heroísmo de salir adelante con esfuerzo y dedicación en los estudios. Uno más de Efraín Gutiérrez, "La muerte de Doña Adela", considerado por el extinto poeta Fernando Nieto Cadena, como uno de los mejores del mundo. Sin duda uno de Juan Rulfo. Me encantaría leer el de Rafael Ramírez Heredia, "El Rayo Macoy", solo que está algo largo, a menos que lo lea rápido. El concepto de la transmisión de “Hacerle al cuento” es que sean cortos, de unos doce o quince minutos.

EL CUENTO QUEDA excelente a veces por lo que cuenta, aún que el lenguaje sea parco, sencillo, directo. Y a veces gana por el lenguaje, su ritmo, su vistosidad, sus juegos de palabras. Dije que el cuento tradicional tiene el inicio, el desarrollo y el final, especialmente imprevisto, de sorpresa. Solo que hay tal variedad de cuentos, que a veces unos empiezan por el final, o terminan por el principio. ¿Volvemos a empezar?