Hay olores (perfume de gardenia, tiene tu boca)

Hay olores que nos gustan. A mí me encanta oler la fruta que voy a comprar

UNO

Hay olores que nos gustan. A mí me encanta oler la fruta que voy a comprar. Puede ser peligroso, dicen. Pero por ejemplo, si el durazno, que me gusta mucho, no tiene olor, entonces no tendrá sabor. Y así no lo quiero.

DOS

Una vez, luego de leer que es peligroso oler la fruta, compré durazno lindo, y fueron no poca cosa: tres kilos, porque realmente me gusta. Lindo y barato, ¿qué más? Y para mi desgracia como consumidor no tenían nada de sabor. Los tuve que dar para el cochino de la vecina. Perdón,  a la vecina para su cochino. Quede claro, por favor.

TRES

Uno de los olores que también me gusta mucho es el de la tierra mojada. Petricor, le llaman. Sucede cuando está haciendo calor. De pronto se presentan unas divas nubes, coquetonas y sueltan su humedad en gotas medianas o grandes y al hacer contacto con la tierra y mojarlas, literalmente, se desprende ese olor característico. Y a quienes nos gusta aprovechamos y andamos oliéndolo. Hasta nos hemos de ver raros ante los ojos de los demás, rutinarios y silvestres.

CUATRO

"Más retirados, por fa"  cuando se le revisan tareas a adolescentes de secundaria y son las clases siguientes luego de Educación física. Antes los horarios no eran así. Y siempre las clases de Educación física eran en la última hora. Correcto. Ahora no. Sucede ahora que en ocasiones hasta dichas clases de ejercicio y deporte la acomodan en la primera hora. Entonces a veces se hace insoportable el olor en aulas con poca ventilación y con algo más de cuarenta alumnos.

CINCO

Un olor que amamos todos es el de la cocina de mamá y de la abuela. Está impregnado de un olor característico, mezcla de todos los ingredientes que se utilizan. Y deberá tener su nombre específico. Si acaso se distinguen más el de tomillo y cocina. Eso aunque la cocina no esté en uso. Porque cuando se está cocinando se desprende el olor de lo que se prepara, que es como una invitación a que nos acerquemos. Y más cuando es con guisos picantes. O el olor a puchero (caldo de res), o el arroz con leche. Las moscas saben mucho de eso, más que nosotros.

SEIS

Hay una planta que se llama gardenia. Sus flores son blancas. Y despiden un olor dulce y suave  que hace evocar delicias. Es cierto que si están solas por días se guardan ese olor, solo sueltan poquito. Ah, pero  cuando sienten que se acercan los dueños, o las personas que las cuidan con esmero, desprenden gozosas ese olor característico, como agradeciendo la compañía o dando la bienvenida.

SIETE

 Y parecidas en olor, no olvidemos a hueledenoche y el jazmín, que no son menos en esos menesteres. Su fragancia es exquisita.

OCHO

El niño recién nacido y meses después sabe por el olor si su mamá está cerca o no. Y de eso depende su tranquilidad o llanto. Y es natural. Sabe al tener hambre si podrá tener su pecho tan solo estirar su mano o habrá que llamarla con llanto.

NUEVE

Y no les cuento de los libros El perfume, novela de Patrick  Suskind, ni del El olor a la guayaba, esta que es una  entrevista larga y temática, que le hace el periodista Plinio Apuleyo Mendoza a su amigo Gabriel García Márquez. Ni de un olor específico que me enerva. Ni de las feromonas.  Ni del olfato que desarrollan las personas ciegas. Que todos ellos son temas serios e importantes a los que hay que abordar en un texto específico.

DIEZ

Y dice la canción: “perfume de gardenia, tiene tu boca”. Y no es menos aunque en referencia a la nostalgia la canción "Soneto a mamá", de Joan Manuel Serrat: "no es que no vuelva porque me he olvidado de tu olor a tomillo y a cocina..." Y Carlos Mejía Godoy con "son tus perjúmenes mujer, los que me sulivellan".