Informar, no aburrir, seducir sin decir mentiras, sarcasmo, cercano, entrañable

Informar, no aburrir, seducir sin decir mentiras, sarcasmo, cercano, entrañable

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Informar, no aburrir, seducir sin decir mentiras, sarcasmo, cercano, entrañable

Hoy, como nunca, se habla del periodismo, o más bien de su crisis. La aparición de las redes sociales como si un elefante entrará en la cristalería de los medios tradicionales, ha puesto en cuestión, y en crisis existencial, a este oficio. Ya no es necesario ser cercano, literario, certero, esperanzado, independiente, entrañable y sarcástico. Basta con tener una computadora y tiempo libre para hacer ver a los demás que eres un periodista y lo peor es que muchos se lo creen y le dan una categoría que no tienen a estos “piratas” de la profesión. De ahí surgen comentarios de los profesionales, y algunos como estos, que resumen el desconcierto y el temor por el intrusismo en el periodismo:  “Nada mejor para distorsionar la información que la desinformación” “Me avergüenza cuando veo a periodistas que siempre defienden la posición de un partido político” “Para ser un buen periodista te tienen que importar las personas sobre las que escribes” “La filtración tiende a ser interesada por definición, ahí es donde la deontología se pone en acción” “Los periódicos convencionales sobreviven sobre todos porque los paga el gobierno”. “Mientras exista la necesidad de informarse en el hombre, existirá el periodismo” “No podemos aspirar a depender de la publicidad, debemos depender de nuestra comunidad de lectores” Todo lo anterior puede ser verdad o mentira y todo depende del cristal con que se mira. A mi juicio el primer mandamiento de un periodista es informar, pero no aburrir y seducir a los lectores o a la audiencia, sin decir mentiras, ni verdades a medias, ni callándose información de contexto que generalmente sitúa a la noticia en su justo término. Lo que no deja de preocuparme es porque las innumerables asociaciones de periodistas que existen en Tabasco no se ocupan de combatir el intrusismo, o de luchar contra la carencia de derechos laborales de los profesionales cuando muchos de ellos han pasado toda su vida entregados a la comunicación de forma honrada y cumpliendo una labor social y al final de su vida se encuentran claramente discriminados como trabajadores, condición que prácticamente no se les reconoce por el estado mexicano. A diferencia de los periodistas de verdad a los intrusos les pasa lo mismo que a las urracas: Solo se fijan en las cosas que brillan, sin darse cuenta de que la verdad molesta siempre se oculta entre los recovecos de la noticia.

Por Antonio López de la Iglesia