Las coaliciones, clave para el 2018; desde 1988, tres bloques en el poder

Las coaliciones, clave para el 2018; desde 1988, tres bloques en el poder

*PRI en alianzas aunque sólo por imagen; la oposición, por necesidad

*La competencia presidencial, un reto a la estrategia político-electoral

*La necesidad de la oposición: cubrir el mayor número de casillas

CADA vez parece más evidente para los partidos y los aspirantes a competir el año próximo que la elección presidencial será un movimiento de alianzas y coaliciones. Las tres fuerzas políticas con antecedentes en la lucha por el poder nacional –PRI, PAN y PRD- han recurrido en algún momento a pactos para un frente electoral; el partido Morena tendrá su primera participación en unas presidenciales, y aunque en las elecciones estatales se negó pactar con partido alguno, las condiciones de la lucha electoral del 2018 son distintas. Al menos así lo plantearon en su congreso nacional extraordinario del domingo.

Los dirigentes del PRI, PAN y PRD han declarado que buscarán aliados. Se prevé que los priistas acudan a sus socios tradicionales en el PVEM, lo mismo que a Nueva Alianza (Panal) y probablemente a Encuentro Social (PES, de nueva creación); el panismo también buscará al Panal, pero está más interesado en lograr un pacto con el PRD, porque suponen que esto les permitiría restarle fuerza a uno de sus adversarios mejor posicionados, López Obrador.

Los solaztequistas, en cambio, evalúan los resultados de los recientes comicios y comienza a prevalecer el criterio de que su vínculo natural debe ser a la izquierda: Morena, PT y PMC…siempre y cuando en Morena y en el propio PRD reconstruyan los puentes.

RETÓRICA Y PRÁCTICA

APENAS el sábado, nuevas declaraciones de López Obrador reabrieron la puerta que supuestamente fue cerrada el 4 de junio. “Evaluará Morena aliarse rumbo al 2018”, destacaron diversos despachos periodísticos, luego de que AMLO confirmó que en la asamblea de su partido propondrían y debatirían modificar su política de alianzas. Hasta antes de ayer la determinación de Morena fue que no acordaría con otros partidos –a cuyas dirigencias acusaba de servir al régimen- pero sí admitiría a “ciudadanos libres” y a militantes de otros institutos. En especial buscó ofrecer una señal conciliatoria a los independientes.

En ese mismo sentido, la dirigencia nacional del PRI ha planteado ratificar en su Asamblea Nacional de agosto próximo que su alianza será “con la sociedad”. Algo que ya le hemos escuchado a otros partidos. Pero más allá de la retórica, la decisión política y estratégica será con qué coaliciones partidistas irán los candidatos presidenciales.

Todo indica que mientras para el PRI presentar un frente electoral con otro u otros partidos es una cuestión de imagen –tienen que combatir los altos niveles de rechazo ciudadano que registran en sus encuestas, lo mismo que para Peña Nieto-; el PAN, PRD e inclusive para Morena enfrentan sobre todo una cuestión práctica: garantizar la cobertura de los 300 distritos electorales y más de 143 mil casillas en todo el país, tan sólo para la elección presidencial. Promover el voto de unos 80 millones de mexicanos no es poca cosa.

Las coaliciones y alianzas en nuestro país no son nada nuevo. Existían aun en aquellos tiempos en los que el PRI no tenía competidor, porque controlaba todo el proceso electoral. Así, por ejemplo, cuando el PAN –la principal fuerza opositora hasta principios de los 80- apenas llegaba a un 20 por ciento de los sufragios, el tricolor de todas formas recibía el apoyo de partidos conocidos como “paraestatales”, caso del PPS y el PARM. Como sucedió cuando Miguel de la Madrid ganó las votaciones en 1982. Y también en 1976 cuando José López Portillo no tuvo contendiente.

LA CAÍDA DEL SISTEMA

SIN EMBARGO, las verdaderas coaliciones competitivas a nivel presidencial ocurrieron en 1988. Entonces, de manera sorpresiva para el régimen, tres partidos PARM, PPS y PFCRN –tradicionalmente afines al PRI decidieron apoyar la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en el Frente Democrático Nacional, acción a la que se sumó la izquierda histórica agrupada en el Partido Mexicano Socialista y cuyo origen se remonta a los grupos comunistas, socialistas, nacionalistas y organizaciones civiles.

En las elecciones de 1988 hubo seis candidatos, pero solo tres fueron competitivos a pesar de “la caída del sistema”: Carlos Salinas, del PRI, con 50 por ciento de los votos; Cuauhtémoc Cárdenas de la coalición izquierdista, con el 31 por ciento (reconocidos) y Manuel Clouhtier, del PAN, con el 17 por ciento.

Seis años después, en 1994, acudieron nueve candidatos. No hubo coaliciones, cada partido presentó su propio abanderado, pero nuevamente tres fueron las fuerzas más competitivas. El PRI, que logró el triunfo de Ernesto Zedillo con 48.69 por ciento de los votos; el PAN en segundo lugar con el 25.92 por ciento para Diego Fernández y Cárdenas fue enviado al tercer sitio, 16.59 por ciento. Los antiguos aliados cardenistas fueron cada uno por su cuenta.

Las coaliciones volvieron en el año 2000, cuando hubo seis candidatos pero nuevamente sólo tres fuerzas rebasaron el 15 por ciento de los votos: el PAN, aliado con el Partido Verde, ganó la presidencia con el 42.52 por ciento de los votos; el PRI quedó segundo con PRI 36 por ciento y Cárdenas, a pesar de ir en una alianza de cinco partidos, apenas logró 16.64 por ciento.

Nuevamente en el 2006 hubo alianzas, pero tres fueron los bloques competitivos, aunque acudieron seis candidatos. El PAN fue sin coalición y se quedó con el 35.91 por ciento de los sufragios; el PRD fue en alianza con PT y Convergencia, logrando su más alto registro con López Obrador como abanderado: 35.29 por ciento. El PRI quedó en su nivel más bajo históricamente aunque hizo alianza con el PVEM: 22.26 por ciento.

En el 2012 el número de aspirantes presidenciales se redujo a cuatro, pero nuevamente sólo tres fuerzas dieron la pelea. Con su alianza del PVEM, el tricolor quedó primero: 38.21 por ciento de los votos; en tanto que el PRD, PT y Movimiento Ciudadano (antes Convergencia) sumó 31.59 por ciento, para entonces López Obrador ya aparecía con su propia fuerza electoral. El PAN acudió sin alianzas y quedó en un tercer lugar, con 25.41 por ciento.

Como podrá apreciar el lector, por lo menos desde 1988 son tres los bloques que se disputan el poder. Para el 2018 parecería que surgiría un cuarto segmento que pudiera rebasar por lo menos el 10 por ciento de los sufragios. En estos meses, quizá hasta septiembre a más tardar, se reagruparán los grupos y candidatos a partir de dos factores: quienes logren construir alianzas estratégicas…y quienes logren frustrarlas en el adversario.  (vmsamano@yahoo.com.mx)