Influencers para todos los gustos y limitaciones (II)

INFLUENCER HACIA lo inocuo y el vacío, con espectáculos sentimentaloides, con comicidad simple y facilona

INFLUENCER HACIA lo inocuo y el vacío, con espectáculos sentimentaloides, con comicidad simple y facilona, con transmisión de eventos deportivos de masa, fue y sigue siendo la televisión. En este caso me refiero a la pública, la de mayor preferencia. El jerarca de la televisión en esos años era Emilio Azcárraga Milmo, quien, aparte de autodenominarse "soldado del PRI", aclaró, para que no hubiera dudas, que su programación era para "entretener a los jodidos". Es decir, para influenciar a todos, pero de preferencia a los pobres, para que en sus estrecheces tuvieran algo con qué divertirse, entretenerse.

Y HABIENDO ACTUALMENTE tantos influencers, cada quien escoge su cada cual. El que busca solo entretenimiento, lo encuentra. Quien busca entretenimiento y aprendizaje, asimismo lo encuentra. Y hay quienes buscan temas específicos sobre filosofía, música, recetas de cocina, declamadores y oradores, reparación de motores, clases de plomería y electricidad, cómo hablar en público, cómo cantar cada vez mejor, etc. Y allí están, disponibles y en la mayoría gratuitos. Los paga la publicidad, que en el inicio nos dice: "el video se reproducirá después de los anuncios". Y bueno, alguien tiene que pagar. 

PARA BIEN, EL LIBRO de mayor influencia es La Biblia. Otro, aunque sea muy poco leído, pero sin duda sus enseñanzas se saben de manera parcial, es "El glorioso hidalgo, Don Quijote de la Mancha". Y a eso me refiero cuando afirmo que las clases escolares deben de ser conformadas en gran medida con lecciones sobre modelos de disciplina, de perseverancia, de solidaridad, de fraternidad. Y no como conceptos al aire, y para memorizarlos, sino dentro de relatos de vida, cuentos que dejen enseñanza. En efecto, lo ideal es influenciar a nuestros niños y niñas. Si nuestros maestros y maestras no son influencers de sus alumnos y alumnas, entonces ¿de qué sirve la escuela?

HACE VARIOS DÍAS me preguntaban a bote pronto sobre mi concepto de influencers. Esa vez mi respuesta rápida fue que los mejores infuencer son los campesinos, porque con su trabajo hacen posible que haya animales de traspatio, frutas y legumbres en los mercados para que los compremos y tengamos en nuestra mesa. Sin ellos nada es posible. E influencers los maestros, los buenos maestros que logran despertar en sus alumnos las ansias de aprender, la curiosidad por descubrir, la imaginación por crear. Para bien, uno tiene que recordar y siempre tener presente quienes nos han influenciado en nuestra vida. Y agradecerles. Para un servidor, y muchos de mi generación en la frontera noreste, tuvimos un gran influencer como amigo, de nombre Óscar Eligio, recientemente fallecido. Fue solidario, lector incansable, filósofo de los buenos, orador, declamador, ensayista. Y todo ello desde que tenía 16 años. Hasta su muerte, influencer, dando cátedra en la plática a quienes lo visitaban en su lecho de enfermo.

PERO EL MAYOR influenciador es uno mismo. Por eso bien decían los griegos "Conócete a ti mismo", aforismo atribuido a muchos de ellos: Heráclito, Tales de Mileto, Sócrates, etc. Porque es uno mismo quien hará o no hará, tomará un rumbo u otro, se orientará hacia el bien o al mal.