OPINIÓN

Los candidatos y la “ineptocracia”
04/06/2021

No todos los que aspiran a un cargo de elección popular están aptos para gobernar. Y si algo faltara a esa carencia, algunos tienen un pasado y un expediente no muy limpio. Y ¡el colmo algo que rebasa el surrealismo y raya con lo absurdo!: algunos apenas salieron del presidio y ya se volvieron candidatos de nuevo con su eterna y plañidera cantaleta de ser víctimas y unos pobres acosados. ¿Por quién?, sólo él y su neurosis lo saben ¡Pobrecito! Y eso sucede en una sociedad donde una parte del “inmaculado” pueblo lo auspicia y lo permite: un pueblo así, ya perdió la brújula o nunca ha tenido el sentido de la dignidad y del honor. ¿Esos padres coludidos qué le pueden enseñar a sus hijos?

Pero vayamos con la “ineptocracia”, neologismo que corre por las redes y atribuido a un filósofo francés Jean d ́Ormesson a quien yo no conozco. Este “hallazgo” de que en los tiempos actuales no necesariamente todos los que gobiernan son los más aptos, no es ninguna novedad. Hace dos mil quinientos años sentenciaron a Sócrates por afirmar lo mismo. Sin tantos giros y enredos de argumentos como escribió Platón en la Apología a Sócrates, a este filósofo griego lo sentenciaron al destierro o a tomar el veneno por decir que en Atenas gobernaban los ineptos y no los hombres sabios. Y eso le costó la cabeza.

Observo con preocupación que varios candidatos que aspiran a la presidencia municipal de su terruño carecen precisamente de todo conocimiento de su municipio: su extensión territorial, el número de habitantes, de villas, poblados y rancherías; ya no digamos las características y problemas de cada uno. ¿Conocerán la ley orgánica de su Ayuntamiento, la composición de cada una de sus direcciones y departamentos, conocerán el Bando de Policía y Gobierno, cuántos agentes municipales hay, las cooperativas, asociaciones, cámaras o sindicatos hay?

Es verdad, el candidato a presidente municipal no es todólogo y tampoco está obligado a saber en detalle las funciones de cada dirección de la administración municipal, pero quienes aspiran a formar parte de su equipo sí están obligados. El de programación y presupuesto, el secretario técnico deben ser diestros en esas áreas. El de obras públicas debe conocer palmo a palmo la infraestructura física de la cabecera municipal y de todo el municipio y saber algo de planeación urbana. El de educación y cultura debe saber el número de escuelas, bibliotecas y canchas deportivas que hay en la cabecera municipal en las villas y poblados y además tener un acercamiento con los directores de las escuelas y con los líderes naturales de la zona.

Recuerdo que quienes trabajamos con Gustavo Rosario Torre en el Ayuntamiento del municipio de Centro, en aquellos años esplendorosos en que era el gobernador el maestro Enrique González Pedrero, estábamos obligados a saber y cumplir con detalles nuestros Programas Operativo Anual (POA), llevar un seguimiento de las acciones y avances y mensualmente rendir un informe detallado de esos avances. Quien no lo hacía era merecedor a una buena regañada por parte de Gustavo y una balconeada ante los demás directores en esas reuniones de evaluación. Nos decía que él estaba obligado a cumplirle al municipio y tenía un compromiso moral con don Enrique González Pedrero, gobernador de Tabasco en esos días.

Recuerdo que Mauricio Merino Huerta, titular de COPLADET en esos días, por instrucciones de González Pedrero hacía reuniones de evaluación mensual con los 17 presidentes municipales para dar seguimiento a los avances de las obras y trabajos en cada municipio. En varias de esas reuniones se daba la valiosa presencia de don Enrique. Este gobernador colocó en cada secretaría, instituto y dirección general al titular con el perfil adecuado y por ello armó un gobierno de primera que, como historiador lo afirmo, ha sido sin duda el mejor gobierno que ha tenido nuestro Estado en toda su historia. Además, en aquellos años se hacían reuniones mensuales de consulta en los municipios para atender la demanda popular; estas asambleas populares servían además para medir el pulso y enterarse de las anomalías e inconformidades de cada comunidad. Políticamente eso les permitía a los gobernantes y funcionarios un acercamiento permanente con la gente.

Recuerdo que en ese sexenio a los presidentes municipales electos y al personal de su equipo de trabajo entrante se les impartían los cursos adecuados para capacitarlos en sus áreas correspondientes con el fin de lograr una mejor administración. Propongo que se retomen esos cursos para las administraciones futuras y las prácticas de gobierno que aquí se han comentado. (No sería descabellado que a algunos se les den cursos de moral para que no se roben los dineros del presupuesto y si insisten en robar que los manden al exilio a Singapur y dejen de llorar).




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