Los muchos durmientes

SUCEDE QUE UNO SE DESPIERTA. Sucede que uno cree despertarse. Que uno tiene la sensación de estar despierto.

SUCEDE QUE UNO SE DESPIERTA. Sucede que uno cree despertarse. Que uno tiene la sensación de estar despierto. Y dice, "¡Oh, la maravilla". Hay un resplandor rojizo y rosa que se cruza entre las nubes. Y nos llega. El gallo, el asno y el cerdo se dieron cuenta del cambio periódico cíclico y alternado de la luz a la oscuridad.  Ellos no necesitan más. El hombre, el erguido, cree abrir los ojos. Y espera la primera oportunidad para tomar la palabra. La toma y no dice: "mi opinión es..., "me parece que..."; "yo creo que..."; sino que con absoluta seguridad afirma: "yo tengo la verdad, y es esta..."

HERÁCLITO DEJÓ ESCRITO que "el asno prefiere la comida echada a perder por sobre el oro". ¿Y qué asno no? Además que "el cerdo prefiere el cieno al agua limpia". ¿Y qué cerdo no?, si para su piel le es más benéfico aquel que esta. Además que para "los pocos en vigilia, hay demasiados en sueños". Y ¿cómo no, si es el confort, la comodidad, el grato estar soñando sin responsabilidad?

PERO ESTAMOS EN QUE UNO se despierta en sentido figurado. Digo, figurado el "despertar", porque sí se abren los ojos. Sí se espabila uno. Se encamina hacia la ventana y la abre para que entre el verde frescor de la mañana. Se abre la puerta para que el esperanzador viento saque el sopor oscuro de la caliente noche. Pero seguimos en sueños, en ese que nos mantiene en la certeza de tener la verdad, en ese que nos conduce en la alegre rutina, en la esperanza boba de no saber lo que sucede y no importa.

IBAN AQUELLOS MIRANDO SIN MIRAR. Y buscaban con quién hablar sobre la "verdad" de las cosas: la caída de Costantinopla; la maravillosa Torre de Babel; los amorosos cantos de Salomón y los lamentos de Job. Llevaban un cofre cerrado hermético, sin llave, en el que  tenían resguardada la verdad única e irrebatible. Y era un sueño en el que vivían: oscuridad iluminada por las sombras más densas. Y en ese sueño no les abrían en la mayoría de las casas. Y cuando les abrían, por horas daban cátedra de la verdad absoluta. "Ajá, ajá", asentían resignados los sordos que ponían atención a los ciegos.

A PARMÉNIDES DE ELEA, en sueños le fue revelado el poema a la Naturaleza. Raudo al despertar lo escribió en las tablillas propias para ese ingenio. Lo recibieron las aurigas, una especie de mujeres con velo, vínculo entre lo divino y lo terrenal, que llevaban las riendas del carruaje jalado por yeguas. Todo eso sucedió en la oscuridad más densa. Y lo condujeron ante una puerta que abrieron, a donde lo recibió la diosa sin nombre, tomándolo de la mano le dijo:

"OH, JOVEN, QUE EN COMPAÑÍA de inmortales conductores y traído por esas yeguas arribas a nuestra morada, salud, pues que no es un destino aciago quien te impulsó a recorrer este camino, que está, en efecto, fuera del trillado por los hombres... necesidad es que te informes de todo, tanto del intrépido corazón de la Verdad bien redonda, cuanto de las opiniones de los mortales, en las que no hay una fe verdadera. Pero en todo caso aprenderás también esto, cómo necesitaban haber puesto a prueba cómo es lo aparente, recorriéndolo enteramente todo. Mas tú, de este camino de busca aparta el pensamiento que pienses, no te fuerce el hábito preñado de experiencia a entrar por este camino, moviendo ciegos ojos y zumbantes oídos y lengua..."

ES DECIR, LA VERDAD EXISTE solo para los dioses. Los mortales pueden acercarse a ella, pero les está vedado conocerla. Son pocos los iluminados que tienen esa posibilidad. A los mortales solo les es permitido tener opinión sobre la realidad, a partir de lo que perciben los sentidos, engañosos estos. El bagaje cultural que cada quien posee solo es el cúmulo de elementos que les permite emitir opinión, parcial, sesgada, sea por la condición social, por las ideas religiosas o antireligiosas, la experiencia, etc... 

LOS DIOSES (en las muy distintas formas que cualquiera lo conciba) son los único que conocen y manejan las verdades. Los seres humanos estructuran sus opiniones, y los más hábiles logran darles verosimilitud (en apariencia son veraces), y por tanto son creíbles. Incluso, y es allí el problema, es que estos consideran que es verdad. Y hasta allí no es tanto el problema, sino que se convierte en problema en el momento que esa "verdad", muy suya, la quieren imponer.

NO ES CASUALIDAD QUE EN TIEMPOS de elecciones se digan muchas cosas. Discursos repetitivos sobre un sin fin de asuntos, relacionados con necesidades específicas y promesas ilusorias de solución. Que algunas sí son resueltas, ya en el ejercicio del poder. Otras no. Solo que se hace uso excesivo de opiniones, tanto en los discursos como en las pláticas familiares sobre esos temas, y cada quien trata de imponerla como verdad, como en el decir: "la verdad de las cosas".

Y MÁS ALLÁ QUE "NADA ES VERDAD y nada es mentira, sino todo es el color con el cristal con que se mira", amanece un nuevo día. Nos parece que el sol sale y horas más tardes se oculta. Y en el paso de los días el planeta tierra va en movimiento alrededor de la estrella llamada Sol. Y el hombre, el pequeño (ante el universo), el minúsculo ante la vastedad,  se enfrasca en el diario batallar por ganarse el pan, ajeno a verdades y mentiras, solo. Y solamente le alcanza para aplaudir y aplaudir y se ilusiona de que ahora sí.

HERÁCLITO: ""AUNQUE ESTA RAZÓN existe siempre, los hombres se toman incapaces de comprenderla, tanto antes de oírla como una vez que la han oído. En efecto, aun cuando todo sucede según esta razón, parecen inexpertos al experimentar con palabras y acciones tales como las que yo describo, cuando distingo cada una según la naturaleza y muestro cómo es; pero a los demás hombres les pasan inadvertidas cuantas cosas hacen despiertos, del mismo modo que les pasan inadvertidas cuantas hacen mientras duermen»."