Lucha de cárteles

Lucha de cárteles

Distan exactos tres años a partir de este uno de octubre de 2021 al 30 de septiembre de 2024 en el ejercicio del Poder Ejecutivo, Federal así como en entidades como Tabasco y Yucatán; la mitad en la administración pública, el mismo período de 31 Legislaturas, aún con mucho por gestionar los consensos de las políticas públicas orientadas al bien común de los 126 millones de habitantes que residen en el país. Hay una diversidad de temas tan sensibles que priorizar sobre el entramado del desarrollo social entre sus colectividades, que enfrentan evidentes problemáticas acumuladas desde antaño, agudizadas por la coyuntura de la pandemia del coronavirus que petrificó a la geopolítica mundial. Pero en medio del catastrófico saldo en todos los órdenes deben reencausarse el dinamismo.

Aún más en el caso mexicano que promedia ya un el 70 por ciento de la población vacunadas, aunque no todos con el cuadro completo de las dos dosis; pero con condiciones para atender lo concerniente a los rezagos acrecentadas en la proporción del crecimiento en la densidad poblacional; sobre todo en la economía e inseguridad pública, sin perder su trascendental importancia la salud y la educación y demás satisfactores de bienestar.

Sólo en el bienio 2019-2020, el primer tercio del actual régimen en el Gobierno Federal, hubo un incremento en los índices de pobreza que de los 51.9 millones de habitantes aumentó a 55.7 millones, información consignada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el Coneval. Un panorama devastador que se puede comprobar hasta en el más mínimo de los detalle particulares que se obtuvo con el elemento tecnológico implementado para el censo de población y vivienda 2020, levantado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la base para replantear el ejercicio de cogobierno al que están obligados los actores públicos, en la administración y en el legislativo. Urgen que políticas públicas lo suficientemente estructuradas en lo general y en lo particular, idóneas en sus reglas operativas para cada región, cada entidad, cada colectivo social, cada ámbito en el desarrollo nacional.

Decisiones de cogobierno definidas en los tiempos y circunstancias inmediatas, de mediano y largo plazo, en el que no tenga cabida la coyuntura ideológica sino la continuidad de bienestar común como hoja de ruta en subsecuentes administraciones. México ya no resiste más ser reinventado cada que hay un cambio de gestión en el régimen de que se trate, aún menos en los 200 años de independencia que se cumplen este 28 de septiembre, según el acta original de independencia que se tiene en el resguardo de la Cámara de Diputados Federal del Congreso de la Unión.

Definitivamente urge el pragmatismo, pero no el de las mezquinas ambiciones electorales que le tienen por rehén a este país, sino el que exige la convergencia de asumir una actitud de Estado en con sensatez republicana y demócrata que privilegie el bien común. Al margen deben quedar el egocentrismo y la ocurrencia de acciones tan trascendentales como delicada; caso la línea 12 del Sistema Colectivo Metro de la Ciudad de México, construida con tal celeridad improvisada por la ambición de quedarse con el mérito absoluto.

Una insultante vergüenza que sólo aguantó la entrega a la estafeta de Marcelo Ebrard a Miguel Ángel Mancera, quien se vio obligado a interrumpir la llamada línea dorada, descubiertos todos los vicios hasta colapsar con Claudia Sheimbaun. Por cierto, los tres con ambiciones presidenciables. Un solo botón de muestra nacional de los muchos incuantificables en el derroche económico y las vidas humanas perdidas, una situación recurrente que se tienen en la infraestructura física que igual quedan al desnudo por eventos naturales como los sismos de 1985 y de 2017 y las inundaciones en Veracruz, Nuevo León y antes de ello Tabasco, igual que el derrumbe del cerro del Chiquihuite, con asentamiento humano.

Para muchos parecerá increíble que aún con el temblor del reciente acontecido este siete de septiembre se mantenga sin mácula alguna la imponente Torre Latinoamericana que yergue en los linderos del centro histórico, sobre el eje centra de la capital del país. Este rascacielos que fue el más alto hasta que se construyó la Torre Mayor del emblemático Paseo de la Reforma. Ambos edificios hechos con la misma ingeniería para resistir movimientos incluso circulares. Hacia atrás en el tiempo han habido otras tantas sacudidas de las placas geológicas que llevaron en 1957 a la caída del Ángel de la Independencia, la Victoria alada, instaurado justo para conmemorar el centenario de la gesta de 1810 dada en Dolores, Guanajuato, la madrugada del 16 de septiembre y no la noche del 15 que conmemora el Grito, fecha del cumpleaños de Porfirio Díaz.

Una historia la mexicana en la dicotomía de ser tan ficticia como mentirosa, tantas ocasiones alteradas a modo según el gobierno de que se trate, trastocando incluso al modelo educativo en el que una versión distinta se tiene entre los educandos del ayer a los del hoy. México es un país que ha sido despojado de su legado de historia para comprender los por qué de su presente, rehén de las recurrentes coyunturas en la ambición por hacerse unos y otros falsos frentes ideológicos, haciendo de la retórica otro mito. Los mexicanos carecen de una identidad y hoja de ruta hacia a prosperidad, entrampados en la sinrazón.

BITÁCORA Acaso la ciencia y la tecnología tienen ideología, nada más falso un discurso que en vez de sumar polariza… Y ahora se les persigue tratados como delincuentes, cuando siendo que en medio del rencor no se han sometido a una obediencia ciega. eduhdez@yahoo.com