Identidad nacional, nuestros símbolos patrios

Creo que el investigador e historiador que ha realizado el estudio más minucioso

Creo que el investigador e historiador que ha realizado el estudio más minucioso, más completo y erudito sobre la evolución y conformación de nuestra identidad como mexicanos ha sido el doctor Enrique Florescano. Y ello está plasmado en su libro “Historia de las historias de la Nación Mexicana”. En él don Enrique Florescano nos hace un amplio recorrido histórico desde antes de la conquista, durante los años de la colonia y parte del siglo XIX; nos narra sobre las múltiples interpretaciones históricas, sobre los diversos valores, mitos, símbolos y acontecimientos históricos que, con los años, nos dice Florescano, conformaron “…la armazón que dotó de sentido y contenido a la empresa colectiva de construir a la Nación mexicana”.

Nosotros hemos dicho en otros espacios que, en buena parte del siglo XIX, México no era aún una nación. Parafraseando a Lucas Alamán decimos que aún en 1836, México no era una Nación: era un mosaico de países. Y ese mosaico, producto de poderes regionales y de caciques, se manifestaba en un permanente divisionismo y fractura política que daba como lugar a permanentes guerras intestinas.

Y en esta fractura y divisionismo político, jugaba un papel medular la presencia de islas o unidades económicas regionales, poco comunicadas entre sí y controladas precisamente por caciques regionales. Todo ello orilló a aquel México, fracturado y poco poblado, a los separatismos territoriales y a la pérdida de territorio.

Y esa situación histórica de debilidad económica y política la aprovecharon muy bien las poderosas y ambiciosas potencias extranjeras, como Estados Unidos y Francia, para invadir a aquel México incipiente. Y Tabasco, como otras regiones, no escapó a esa ola invasora.

Y en aquellos años aciagos urgía unificar a aquel México fracturado, urgía crear e inventar la nación mexicana. No hay duda de que desde los años de la Colonia ya se venían mezclando los valores y símbolos prehispánicos con los valores y símbolos hispanos, propios de una España católica. Se daría con los años un mestizaje o sincretismo cultural en que el trabajo de los criollos, nacientes mexicanos, jugó un papel muy importante y con los siglos serían parte medular de la Nación mexicana.

Y una de las imágenes primigenias, más antigua y fundacional ha sido la Virgen de Guadalupe. Y ésta ha sido el resultado de la mezcla de la diosa Tonantzin, a la que le rendían culto los mexicas en el cerro del Tepeyac en los años prehispánicos, con la virgen María cuya imagen se expresa en el Apocalipsis de San Juan. Pero lo más importante de este mestizaje es que la imagen de la Virgen de Guadalupe apareció desde un principio junto con el símbolo mexica: el Águila parada sobre un nopal y comiéndose a una serpiente.

Tanto en el libro mencionado como en su otro libro “La Bandera”, Florescano nos ilustra con muchas imágenes ese mestizaje. Repetimos, en ellas aparece la virgen de Guadalupe parada majestuosa sobre el águila, la serpiente y el nopal. El escudo mexica, hoy nuestro escudo, fue integrado desde entonces como sello en la documentación oficial del gobierno virreinal.

Y en ese cruce de leyendas populares indígenas, mestizas y criollas: Nos dice Francisco de la Maza en su libro “El guadalupanismo mexicano” que: “La Nueva España va dejando de ser Nueva y va dejando de ser España en esta segunda mitad del siglo XVII, pugna por una personalidad propia y diferente de la Vieja España…, y se esconde en todo ello una esperanza de intereses comunes, independientes y radicales. A esto, precisamente, llamamos nacionalismo”.

Y la nueva nación no sólo va siendo producto de un mestizaje cultural, religioso o racial; también se va dando una mezcla de la flora y fauna venida de Europa con la flora y fauna de América y la cocina y nuevos hábitos de vida derivado de ello.

Pero algo que ha jugado también un papel muy importante en la génesis de la nueva nación mexicana es la historia que de ella se ha escrito. Y esta historia, por razones necesarias de la época, está llena de héroes, de epopeyas y gestas heroicas, de frases célebres; en fin, es toda ella una historia que enaltece el patriotismo, es toda ella una historia patria, donde la historia académica, la historia como ciencia, producto de la investigación científica, jugó un papel muy pobre.

Pero es que en esos años cruciales, álgidos, de fracturas, guerras civiles e invasiones externas, urgía crear una historia que sembrara las semillas del nacionalismo y del patriotismo. Y de ese fervor patriota que convocara a la defensa de México “del extraño enemigo”, surgió nuestro himno nacional mexicano y con ese fin surgieron nuestros otros símbolos patrios como el escudo y nuestra bandera nacional. Y el parto de estos símbolos y demás elementos de nuestra identidad nacional, incluyendo nuestro innegable sentimiento guadalupano, ha sido muy doloroso. Por ello es muy importante ser conscientes de ello y educar a nuestros hijos y alumnos en el conocimiento y respeto a nuestros símbolos patrios. Y, sobre todo, motivados por estos últimos sexenios que fuimos gobernados por corruptos vendepatrias y traidores a México.