Nueva cultura política a la mexicana
20/08/2025
En México manda el pueblo
Hasta pareciera que es una verdad de Perogrullo el que afirmemos que México ya es otro y que a partir del primero de diciembre de 2018 ya no somos los mismos de antaño. Y hasta pareciera que estamos descubriendo el hilo negro y el agua tibia cuando decimos que en México ya existe una nueva cultura política a la mexicana.
Estas aseveraciones parecen eso y más, pero lo cierto es que sí tenemos una nueva cultura política. Todos. El gobierno, la oposición, los partidos políticos y, no hay que dejarla de lado, la ciudadanía en general. No exagero, en verdad que no. Y todo ello se puede comprobar con lo que día a día se impone desde todos los ámbitos y sectores. Ya nadie nos chupamos el dedo, aunque algunos reproducen lo que hace el tío Lolo. Todos opinamos, participamos (la abstención política también es participación y posicionamiento político), exigimos, colaboramos, nos preocupamos y, lo más importante, nos ocupamos de nuestro presente y de nuestro futuro, y ello sin olvidar el pasado.
"Sin olvidar el pasado", escribí al final del párrafo anterior, y ello es cierto porque el pasado aún está en nosotros, en nuestra historia, en nuestra cultura, en nuestro comportamiento social, en nuestra práctica política, en ese priista que todos llevamos dentro, y en esa tía panista que todos tenemos en nuestras familias. Un pasado que por fortuna cada día tiene menor presencia e importancia, pero que sigue manifestándose en dichos y hechos.
Pero el proceso no ha sido nada fácil ni terso, ni se dio por generación espontánea. Ni teórica ni práctica. Y en ocasiones, inclusive, la realidad nos ha rebasado, nos ha dejado cortos y obsoletos. Pero en otros momentos, nos ha impulsado o jalado. Y en los tiempos modernos, el primer síntoma de este cambio que se gestó en nuestra sociedad, lo representó la reacción que tuvimos casi todos los mexicanos ante el terremoto que la capital del país sufrió hace casi cuatro décadas, el 19 de septiembre de 1985, ya que sin esperar las actitudes de las autoridades ante la desgracia, nos organizamos como pudimos y con lo que tuvimos a nuestro alcance, y tomamos la solidaridad como bandera y como práctica humana para enfrentar y tratar de solventar el problema. Ello sin importar el estrato socioeconómico, religión, género, edad y demás divisiones que por desgracia aún tenemos los seres humanos entre nosotros mismos.
Un ejemplo de lo anterior, lo consignó Arturo Reyes F., en "Cuentos de una noche de campamento", al describir la perspectiva de un niño que vivió el temblor. Escribe: "El día del temblor, éste nos agarró casi a todos todavía dentro de nuestras casas, yo estaba en el baño lavándome la boca para irme a la escuela cuando empezó; las cosas se caían de su lugar y el edificio crujía de una manera espantosa, mirabas por la ventana y veías el paisaje retorcerse. De pronto se escucharon grandes estruendos; segundos después la tierra se calmó".
El escritor sigue: "Salimos de nuestras casas y entonces nos dimos cuenta de todo: frente a nosotros estaban los edificios reducidos a una montaña de cascajo de tan solo unos metros de alto. Se alcanzaban a escuchar los gritos de las personas sepultadas abajo. Corrimos hacia el lugar y comenzamos a apartar escombros tratando de sacar a aquella gente, pronto se reunió una gran cantidad de personas en labores de rescate. Al poco tiempo empezamos a obtener algunos resultados; encontrábamos personas vivas, pero también cadáveres".
Terminamos esta extensa cita del texto de Arturo Reyes F., con las siguientes palabras: "Poco a poco fueron llegando más voluntarios a ayudar, llegó la policía y el ejército".
Lo consignado en el escrito del autor, sirve a la perfección como ejemplo y sustento de nuestra concepción de que a partir de ese terrible desastre natural, inició lo que se puede considerar hoy en día como "nueva cultura política a la mexicana". Y decimos "nueva", no porque antes no existiera, sino porque no se reconocía ni se quería ver, aunque todos la veíamos. Hasta un niño la vio y luego la consignó en el texto de Arturo Reyes F., sobre ese hecho que sucedió durante el gobierno inaugural del neoliberalismo en México: el del presidente Miguel de la Madrid Hurtado, quien por cierto un año después asistió al Estadio Azteca a inaugurar la Copa Mundial de Fútbol México 86, y fue altamente abucheado por los aficionados asistentes.
Y esta "nueva cultura política a la mexicana" simplemente es que la sociedad va un paso adelante del gobierno. Y eso ha sido siempre, pero hoy en día se reconoce y se valora. Tanto que en días pasados la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, lo dijo muy claro en su respuesta al presidente de Estados Unidos: "En México manda el pueblo y nadie más". Así de simple.
POSTDATA. "Llegué a Princeton en septiembre de 1985... Y una semana después... veo la noticia: ´Ciudad de México destruida por un terremoto´. La ciudad en la cual nací, destruida. Acabada. Demolida. Muerta... El terremoto no me sacude. Discutiendo los textos de John Rawls no pienso en los escombros ni en los muertos... Mi madre me llama por teléfono para decir ´la ciudad huele a muerte´. Pero yo vivo."
Las anteriores líneas pertenecen al texto "Yo, ciudadana", escrito por la politóloga Denise Dresser, incluido en el libro "En voz alta. Testimonios de medio siglo", publicado por el ISSSTE en 2006, último año de gobierno de Vicente Fox.
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