Día Nacional de la Oratoria

Hoy es el Día Nacional de la Oratoria (primer viernes de marzo de cada año

Hoy es el Día Nacional de la Oratoria (primer viernes de marzo de cada año, según Decreto aprobado por el Senado de la República y la Cámara de Diputados el 26 de mayo de 2015). Se rinde tributo al arte de expresar con elocuencia las ideas en público y, por supuesto, también a quienes lo practican. Muchos son sus fines: informar, agradar, persuadir, convencer y conmover, entre ellos.

Si usted alguna vez ha levantado la voz para hacer audible el peso de sus ideas ante una audiencia considérese orador. Es decir, no lo es únicamente el de concurso, el que sigue los cánones de una evaluación para congraciarse con los jueces. Lo es también el que explota el formidable instrumento de la palabra en la academia, la política, la religión, el entorno social o el ámbito jurídico.

¿Hay condiciones que deben cumplirse? Desde luego que sí: las ideas, por muy buenas que sean, deben ser adecuadamente presentadas para que su impacto y nivel de comprensión resulten efectivos.

Con justa razón lo decía Pericles: “El que sabe pensar, pero no sabe expresar lo que piensa, está al mismo nivel del que no sabe pensar”. Este célebre político y orador griego, de imponente voz y afamada estrategia, esbozó los principios de la retórica, disciplina que más tarde perfeccionaría Aristóteles, quien, en su reconocida obra de ese mismo nombre, concentró una de las más gigantescas aportaciones a la historia de la filosofía, la cultura y la oratoria.

Cabe recordar que la sociedad griega era de carácter predominantemente oral (la mayéutica socrática es un genuino ejemplo), en cuyo seno el papel de la palabra escrita se veía acotado por la casi absoluta superioridad de la palabra hablada. En este contexto, Aristóteles contribuyó a sistematizar o investir de formalidad una práctica que se popularizó de manera espontánea. Le dio referentes técnicos al arte de hablar.

Sería ingrato obviar el gran caudal de conocimientos que Platón infundió en su discípulo Aristóteles, y lo hizo, como sabemos hoy, convirtiéndose en la más rica fuente contemporánea de las enseñanzas socráticas. Si he de recomendar que “Retórica”, de Aristóteles, sea una lectura obligada para quienes disfrutan la pasión de manifestar en público sus pensamientos, no podría dejar de hacer lo propio con “Fedro”, en los diálogos platónicos, donde podemos encontrar todo el vigor impetuoso de un pensamiento que necesita salir fuera, un coloquio ataviado con los colores mágicos de las ideas.

Platón revela en el “Fedro” una retórica muy singular, en la que una persona virtuosa puede conducir a las almas hacia la verdad, a través de un conocimiento preciso de las técnicas de definición. En una de sus partes, Sócrates le dice a Fedro: “Se obliga a un animal hambriento a seguirnos, mostrándole alguna rama verde o algún fruto; y tú, enseñándome ese discurso y ese papel que lo contiene, podrías obligarme a dar una vuelta al Ática y a cualquier parte del mundo, si quisieras”.

¿No es acaso el soñado propósito de un orador alimentar las mentes y mover las emociones de un auditorio? Así concebía a la retórica Aristóteles: llamamiento hecho a la mente y llamamiento hecho al alma. Razón (lo que se dice) y emoción (la forma en que se dice).

Ahí reside el poder de la oratoria, el arte al alcance de todos, porque todos en algún momento de nuestras vidas estamos llamados a comunicar verbalmente nuestros pensamientos. No desdeñemos, entonces, las técnicas que nos legaron aquellos que desde tiempos milenarios las cultivaron con afanes de perfección.

ORATORIA TABASCO

Nuestro estado ha sido prodigiosa tierra de oradores. Muchos grandes amigos han ejercido magistralmente la oratoria de concurso y encumbrado el nombre del edén en el concierto nacional. Felicito y reconozco la encomiable labor que algunos de ellos realizan a través de la agrupación “Oratoria Tabasco”. Sus acciones de fomento entre las nuevas generaciones, mediante talleres y concursos, le dan vigencia a una de las máximas de Cicerón: “No hay nada tan increíble que la oratoria no pueda volverlo aceptable”. Enhorabuena.