PADRES NEGLIGENTES O AMBIVALENTES.

Aquella frase de "...cuando no sepas que hacer mejor no hagas nada..." puede ser útil en algunas situaciones

Aquella frase de "...cuando no sepas que hacer mejor no hagas nada..." puede ser útil en algunas situaciones, pero cuando se trata de crianza es totalmente lo opuesto. Los padres ambivalentes son indiferentes tanto a estímulos positivos como a negativos y justifican su  falta de involucramiento con de argumentos tales como: él ya está grande, mejor no me meto, yo ya le dije antes, si no quiere es su problema etc. Estos criadores no son ni exigentes ni flexibles. A los padres negligentes o ambivalentes también se les llama  desentendidos. Frecuentemente son fríos y controladores, generalmente no están involucrados en la vida de sus hijos; no les exigen y no establecen límites ni los llevan a la adopción de responsabilidades. Los niños cuyos padres son negligentes, desarrollan el sentido de que otros aspectos de la vida de los padres son más importantes que ellos. Estos progenitores, suelen omitir las emociones y opiniones de los niños, y no respaldan a sus hijos, pero proveen sus necesidades básicas (vivienda, educación, alimentación). Están a menudo ausentes emocionalmente y a veces, incluso, ausentes físicamente o aunque estén presentes  hay incomunicación. No son o no pueden ser sensibles a las necesidades del niño y no les exigen nada en sus expectativas de comportamiento. Es clásico observarlos en una reunión en la que el menor muestra una conducta totalmente desadaptada y ellos permanecen calmos, inmutables y claramente desentendidos del desenvolvimiento de sus hijos.  Quienes han crecido y vivido en un ambiente negligente, en su vida adulta pueden presentar problemas en el estudio, emociones y conducta. La falta de afecto y de consejo en estos niños y adolescentes conlleva efectos muy negativos en el desarrollo, por ende, se sienten inseguros, desvalorizados y dependientes. Tienen dificultades en socializarse y dificultad de relación con sus pares, con baja tolerancia a la frustración. Por otro lado, son víctimas fáciles de personas altamente dominantes y manipuladoras que, al contrario de sus padres, muestran un sobre involucramiento e incluso hostigamiento con ellos. Hasta un 45% de estos menores va a desarrollar un trastorno de ansiedad a lo largo de la vida y 38% un trastorno depresivo. Lo más interesante de ellos es que cuando el menor muestra problemas afectivos, están totalmente ignorantes del posible origen de dicho malestar, argumentando que han dado todo por sus hijos y explican su tibieza y falta de involucramiento confundiéndolo con tolerancia y un afán de que el menor desarrolle su individualidad. Los hijos de padres ambivalentes con pésima conducta son entonces simples consecuencias de los problemas de sus padres y de su indiferencia y falta de involucramiento. Es indispensable identificar este problema familiar que, para su resolución, requiere de forma total la reeducación de los padres y el trabajo conjunto con especialistas en salud mental. De no ser así, seguiremos siendo testigos de niños que crecen de forma desordenada mientras sus padres ambivalentes siguen muy ocupados en cualquier otra cosa que no sea el ejercicio de la crianza con sus menores.