COLECHO. ESTAR PEGADOS NO ES APEGO

Expertos en Pediatría señalan que “cohabitación sin colecho es el lugar más seguro para los bebés al momento de dormir”

Expertos en Pediatría señalan que “cohabitación sin colecho es el lugar más seguro para los bebés al momento de dormir”. Reconocen riesgos (como los de muerte súbita y accidentes a partir de situaciones como dormir en un sillón, niños prematuros y/o de bajo peso), pero también señala que “favorece la lactancia materna que, a su vez es protectora de la muerte súbita del lactante”.

Sin embargo, a la hora de pensar en los efectos sobre la salud mental y el desarrollo emocional de los niños, expertos en salud mental infantil, desaconsejan el colecho y aclaran que la práctica no está emparentada con la teoría del apego, la cual misma establece, que cuando el bebé siente la cercanía de sus padres se siente bien; mientras que cuando ellos se alejan, se entristece. 

A partir de la proximidad puedo estar relajado y ocuparme de otras cosas como explorar. El niño se siente seguro cuando quien lo cuida está a disposición; lo que no implica que se logre durmiendo en la misma cama.

Compartir la cama no garantiza que los padres y el hijo logren establecer empatía y un contacto afectivo que es lo que, en definitiva, le da seguridad al bebé. Lo que necesita es que sus padres puedan, por ejemplo, cantarle y envolverlo con la voz y las caricias. “Ese es el apego seguro, y no estar pegados cuerpo a cuerpo”, afirma Widder.

El colecho genera una sobre excitación externa intrusiva (aumenta, por ejemplo, la temperatura corporal), con lo que se ubica al niño, aun con las mejores intenciones, en un espacio y una situación en la que tal vez no quiere estar. En este punto es importante pedir a a los padres que eligen esta práctica que piensen por qué sienten que no pueden separarse de sus bebés, y a analizar sus temores revisando su propia historia. 

La función los padres es ayudar a soportar las frustraciones y las pérdidas de sus hijos, no evitarlas. Así, el colecho borra los límites entre lo privado y lo público y es una traba a la hora de promover el pudor natural que protege a los niños del abuso.

Otro aspecto negativo del colecho es que produce un modelo familiar donde el grupo se cierra. Se trasmite el mensaje de que hay seguridad dentro de ese círculo, pero no afuera de él, cuando lo que debe hacer la familia es contener, pero también ayudar a los niños a entrar en el mundo. Es decir, promover su autonomía y socialización.

Por otra parte, tener la costumbre de dormir con los hijos entorpece la relación conyugal. La pareja también necesita un espacio propio y sostener el amor filial y sexual. A veces el niño es la causa de la falta de intimidad de los padres y otras veces, es testigo de dicha intimidad con las graves consecuencias que esto conlleva. También se ha identificado que el colecho puede generar celos, envidia y hostilidad entre hermanos, porque para el que ya no duerme con sus padres, se concreta en la realidad la fantasía de ser excluido.

Lo mencionado hace referencia a lactantes, pero ¿que pasa en la mente de un niño de 8 años que aun duerme con los padres? Imanginemos las conseciencias a nivel afectivo y social. Estar con otro no es estar pegado o fusionado (como se da con el colecho). Hay un espacio saludable que nos permite ver a otro, si no, uno termina siendo el otro. Se puede estar juntos pudiendo estar separados y viceversa. (Psiquiatra/Paidopsiquiatra.)